Barrio Rawson: “El corazón de Agronomía”
Por Carlos Nesci, para Revista Aire Libre
Sus remotos orígenes
Las tierras de Agronomía, registran sus inicios en las chacras que poseían los jesuitas, en el siglo XVII, ubicadas a ocho leguas del centro, su límite norte era la actual calle La Pampa.
Sus primeros pobladores fueron esclavos y arrendatarios que trabajaban en las quintas proveyendo a la ciudad de alimentos frescos.
Luego de la expulsión de los Jesuitas en 1767, como los terrenos no estaban debidamente amojonados, se generaron innumerables pleitos por su propiedad que, con el pasar del tiempo, fueron signando la historia del barrio.
A comienzos del siglo pasado, sobre parte de esas tierras nace la Escuela, posteriormente Facultad, de Agronomía. Y al poco tiempo surgen proyectos de barrios planificados. Fue el Partido Socialista el ideólogo pero no su ejecutor. Es el diputado cordobés, Juan Félix Cafferata, quien impulsa en 1915, la creación de la Comisión Nacional de Casas Baratas para ayudar a paliar el déficit habitacional.
El lugar
Una de las tantas peculiaridades del barrio es que nace de una planificación. Según cuentan quienes saben, en nuestro país, solo el 5% de las viviendas han sido construidas por profesionales (maestro mayor de obras, arquitectos, ingenieros) el resto han sido siempre autoconstrucciones.
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Las tierras donde se emplaza el barrio habían sido donadas. Al norte estaba Devoto, que era la parte alta de la Capital, y el agua descendía luego de las lluvias. Por eso, las manzanas se aplanaron, estabilizaron y nivelaron antes de las construcciones. La misma se inicia en 1926 y culmina en 1934, año en que se inaugura el barrio.
Actualmente, si observamos en el mapa satelital, se percibe con claridad la forma de un triángulo elaborado. Los espacios exteriores son comunes a todos los edificios, tienen juegos para niños y senderos de acceso de losetas de cemento. Es un espacio totalmente arbolado y sus laterales están llenos de frutales que han crecido en la Facultad.
Hoy en día, es considerada un Área de Protección Histórica, por su valor patrimonial. Está zonificado como UP (Urbanización Parque) en su mayor parte y lleva el nombre de Guillermo Rawson en honor al distinguido legislador, ministro de Mitre y médico higienista, fundador de la Cruz Roja Argentina.
Originalmente, estuvo compuesto por dos sectores diferenciados.
Por un lado, un conjunto de 9 edificios de departamentos de planta baja y 3 pisos altos, distribuidos dentro de un parque.
Por el otro, 104 casas individuales sobre un trazado de pasajes en una superficie de contorno triangular, entre las calles Julio Cortázar (antes Espinoza), Tinogasta y Zamudio.
Hoy, luce más integrado de lo que se refleja en las fotos de sus comienzos. Faltaba tiempo para que se desarrollara uno de los más destacados rasgos de su fisonomía, la frondosa arboleda.
Conviven en esta singular rinconada numerosos chalets ingleses y los severos edificios de departamentos, de una dignísima calidad, generosa amplitud y rasgos nórdicos. Fueron construidos por una firma alemana de aquellos años. Todo el conjunto rebosa de flores, plantas y árboles armoniosamente distribuidos en cuidadísimos jardines. Es otro mundo, sin bocinas, sin gritos, de gente que pasea tranquilamente sin molestar al prójimo, de vecinos que se saludan. Un lugar para disfrutar del silencio y el canto de los pájaros. Un oasis al que se ingresa desde la habitualmente congestionada Av. San Martín – agradable contraste que suele impactar a los visitantes .
Su gente
El medio pareciera modelar su carácter o al menos predisponerlos a incrementar su sociabilidad. Hace más de 40 años que soy testigo de ello, siempre primó la armonía y una suerte de espíritu de cuerpo que sirvió para enfrentar situaciones que potencialmente comprometían a la seguridad o al medio ambiente. Hay un alto sentido de pertenencia y compromiso. Aquí convivimos gente de diversas profesiones y oficios con algunos famosos o ilustres como el caso de Julio Cortázar, quien ha registrado, en algunas de sus obras, tanto la atmósfera como la escenografía del barrio.
Se mudó al barrio a los 20 años de edad, junto a su madre María Herminia Descotte y su hermana Memé. Habitaron en el tercer piso del edificio situado en Artigas 3246, frente a la plazoleta Carlos de la Púa. La vista desde ese lugar inspiró a varias de las obras de Cortázar.
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Para ese entonces, ya se había recibido de maestro normal e iniciaba sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras, que pronto debió interrumpir para ayudar económicamente en su casa. Esa misión lo obligó a aceptar empleos en escuelas del interior del país.
El “maestro Cortázar” dictó clases en Bolívar y Saladillo primero y luego en Chivilcoy. Durante ese tiempo, se trasladó en el período de vacaciones a su casa de la calle Artigas. Luego, los viajes se hicieron aún más frecuentes, y casi todos los fines de semana dormía en el “Barrio Rawson”.
Más de seis décadas después, una placa del Gobierno de la Ciudad recuerda el paso de Cortázar. Su figura está siempre muy presente: hay rayuelas dibujadas en el piso y una de las calles principales tomó su nombre. En la esquina de Artigas y Cortázar, lo que supiera ser el almacén de Don Enrique, es ahora el local de un coqueto restó muy gourmet, de onda palermitana, cuyo nombre es – no podía ser otro – RAYUELA y que se autodefine como: “Bar, café, restaurant, refugio, de linda vereda, en el barrio Rawson, triángulo enclavado en Agronomía, rodeado de árboles, pájaros y casas añejas”.
Para reforzar la omnipresencia del escritor, el “tour cortazariano” que recorre distintas huellas suyas en la Ciudad – ahora suspendido por la pandemia – realiza una visita semanal con decenas de turistas.
Estos son un par de pasajes de su obra que cuentan con la escenografía del barrio…
En un campo a tres cuadras, al borde mismo de la facultad de agronomía, un montón de vacas pastaban a pleno sol, blancas y negras con infalible simetría. Tenían algo de mosaico y cuadro vivo, un ballet idiota de figuras lentísimas y obstinadas; la distancia impedía apreciar sus movimientos, pero fijándose con atención se veía cambiar poco a poco la forma del conjunto, la constelación vacuna” Divertimento (1949)
“A las dos, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía. En la esquina de Avenida San Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batalla de gorriones sobre su cabeza, y la torre florentina de San Juan María Vianney le pareció más roja contra el cielo sin nubes, alto hasta dar vértigo(…)”“Omnibus”, Bestiario (1951)
Pero si bien, la suya ha sido la figura dominante, el barrio ha tenido otros vecinos famosos como el dramaturgo, Samuel Eichelbaum, César Tiempo, Jaime Kogan y los músicos Gabriel “Chula” Clausi, Pedro Lauga, Horacio Salgán y Mario Gomila. Actores como: Soledad Villamil, Federico Olivera, Alberto Fernández de Rosa, Alfredo Casero, Nazareno Casero, Roberto Mosca, Aníbal Guiser y productores como: Pepe Parada, entre otros.
Polka, solía grabar algunos capítulos de sus series en el barrio y era habitual cruzarse con actores en cualquier momento del día. Alfredo Alcón, solía llegar muy temprano y relajarse en uno de los bancos de la plazoleta Carlos de la Púa.
Y esto no le estaba reservado solo a los artistas locales. La escena del secuestro, en la coproducción anglo-hispana Imagining Argentina, se rodó frente a la misma plazoleta, en la casa de Rodolfo Bensabat, quien departió durante largas horas con la pareja protagónica y allí descubrió que Emma Thompson, no solo hablaba español, sino que además era capaz de tomar mate.
Son muchas las cosas que pueden pasar en este increíble y encantado barrio, en el que abundan las hojas de los árboles, como en un otoño eterno, y también los gatos, fieles guardianes de este territorio. Un lugar donde el tiempo (*) parece detenerse, tanto es así que no son pocos los que piensan que si Julio Cortázar volviera a la vida, no lo encontraría para nada cambiado.
(*) Para los 100 años de Agronomía, 25/09/2004, la empresa FAMIQ donó la “CAPSULA DEL TIEMPO” que se encuentra en el camino de las Casuarinas dentro del predio de la facultad, contiene EL LIBRO DEL NUNCA MAS, autografiado por Ernesto Sábato, cartas, fotos, deseos, principalmente de los familiares de desaparecidos en la dictadura militar. Está guardada dentro del monolito hecho para tal fin, obra que financió YOLANDA GUILLEN DE ROELANTS. Está preparada para abrirse en el año 2054.
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