Advierten gran afluencia de pescadores y cierta falta de ética
Entrevista de El Cordillerano a Guillermo “Pelado” Ricigliano que pide se lo presente como “un pescador preocupado”. Para algún lector del medio, el Limay es una autopista de botes.
En las declaraciones al medio, la problemática, indicó Ricigliano, se intensifica si se tiene en cuenta que “no hay estudios para medir la carga que puede tener el río como presión de pesca”. “Eso es algo que deben realizar los biólogos”, señala, y aprecia que se podría llevar a cabo a partir de la acción de profesionales de la Universidad Nacional del Comahue.
“En los últimos años, en esta época, se observa un caudal enorme de pescadores, y guías con sus botes, en los primeros tramos del río, y eso causa una serie de inconvenientes”, advirtió.
“En el fondo, es una cuestión de comportamiento, en relación a la idiosincrasia. Si no te enseñaron respeto y cultura, vas a actuar inadecuadamente en cualquier lado, no importa la edad”, consideró el profesional, que tiene tres décadas y media de experiencia como guía de pesca con mosca en Bariloche.
Remarcó que, desde hace aproximadamente cinco años, se observa una notoria falta de ética en varios de quienes acuden al río, tanto aquellos que pescan de manera recreacional como algunos de sus pares en la profesión.
En ese sentido, apunta que “cada vez hay más pescadores que se rebelan”.
“De esa manera, esto se transforma en una trifulca casi diaria”, manifestó el hombre, que, a sus sesenta y nueve años, es venerado por muchos amantes de la pesca.
Ricigliano informó que, ante la falta de lluvias durante el verano, “el río está muy bajo, y al ir al primer tramo, que comienza en el puente de la ruta y culmina en Rincón Chico, se ven aproximadamente veinte botes por día, más todos los pescadores recreacionales que están de vadeo, es decir pescando desde la costa”.
“Tenés que hacer slalom para poder pescar”, describió, al citar las dificultades que se presentan.
Resaltó que los inconvenientes se producen en los sectores iniciales, y no en otros, debido a que quienes arriban al lugar no desean avanzar porque eso les implicaría “mayor gasto de combustible y más demora en llegar”.
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En cuanto al porqué de la concentración de los practicantes de la actividad en ese río puntualmente, en vez de diversificar los destinos, Ricigliano explicó: “Entre fines de febrero y principios de marzo, comienzan a entrar grandes especímenes de truchas -marrones y arcoíris- al Limay, porque es un lugar de desove, el cual, depende de la cuestión climática, comienza en julio o agosto”.
“Es decir que estamos en una temporada predesove, y por eso los cardúmenes son más abundantes”, dijo.
“La mayoría de los pescadores busca el tamaño récord de truchas, y, en este momento, hay dos ambientes que ofrecen eso en la Patagonia: Río Grande, en Tierra del Fuego, y el Limay superior”, continuó.
“Por eso, hoy, este río es de clase mundial y ofrece todas las posibilidades deportivas y recreacionales para el pescador, quien puede sacar una trucha que no volverá a pescar en su vida”, soltó.
En ese sentido, citó también el inconveniente de las capturas fotográficas: “Sacan al animal para tomarle ochocientas imágenes, y queda exhausto; incluso, por ese motivo, se han encontrado varias truchas muertas”.
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