Los Juegos Olímpicos avanzan mientras crecen las preocupaciones de seguridad
Los especialistas en salud pública sugieren que los planes de seguridad de la competencia ponen en peligro a los atletas y a otras personas, y el periódico Asahi Shimbun, socio olímpico, pide su cancelación. Por Andrew Keh para The New York Times.
Es la pregunta que todo el mundo se hace, la que no desaparece, sobre la que millones de personas opinan pero nadie responde: ¿Se celebrarán los Juegos Olímpicos de Tokio?
Los organizadores declararon la semana pasada que habían entrado en lo que denominaron “modo de ejecución operativa” para los Juegos de Verano, otra clara señal de que seguirán adelante con la ceremonia de apertura, prevista para el 23 de julio en Tokio, independientemente del estado de la pandemia de coronavirus.
También está claro que su optimismo irá acompañado a cada paso por un caudal de detractores estridentes, expertos preocupados y augurios desfavorables.
Las encuestas ampliamente documentadas en Japón siguen mostrando que la mayor parte de la población del país es cautelosa y desea que los Juegos Olímpicos se pospongan de nuevo o simplemente se cancelen; el Departamento de Estado de EE. UU. emitió esta semana una advertencia de nivel 4 para viajar a Japón —“No viajar”— que sirvió como indicador ominoso del estado de la lucha contra el virus en ese país; y miembros de la comunidad mundial de la salud, destacados líderes empresariales y al menos un socio olímpico clave siguen expresando su preocupación por los peligros que plantea la celebración de los Juegos.
Una de las últimas advertencias se produjo el martes en un artículo publicado por la revista The New England Journal of Medicine, en el que un grupo de especialistas en salud pública criticaba duramente a los llamados manuales del Comité Olímpico Internacional (COI), los coloridos paquetes ilustrados que detallan las medidas diseñadas para mantener a los atletas, a otros visitantes olímpicos y a la población japonesa en general a salvo del virus.
En el artículo, los especialistas sugieren que a los manuales —creados por el COI en consulta con la Organización Mundial de la Salud (OMS)— les falta transparencia, no están lo suficientemente detallados y se centran a veces en datos científicos obsoletos o irrelevantes para garantizar la seguridad del evento. Los autores no llegaron a abogar para que se cancelen los Juegos Olímpicos, pero afirmaron que el riesgo era demasiado alto para ignorarlo.
“Durante todo el proceso se ha ignorado a la ciencia”, dijo sobre el COI en una entrevista Annie Sparrow, especialista en salud mundial y autora principal del artículo. “No es tan complicado celebrar unas Olimpiadas seguras. Es ciencia médica básica. Pero eso es lo que el COI ha ignorado, y no sé si van a empezar a prestar atención ahora”.
We don’t have to cancel the Olympics — we stil have time to make them safe, but the @olympics IOC "Playbooks" settle for cheap measures that don’t work rather than scientifically proven ways that do. @brosseau_lisa @mtosterholm & I explain what to do:https://t.co/E6xuJSoPL7… pic.twitter.com/j3JfPRPapI
— Annie Sparrow (@annie_sparrow) May 25, 2021
Toshiro Muto, director ejecutivo de los Juegos, no quiso comentar el documento cuando se le preguntó directamente sobre sus acusaciones en una conferencia de prensa el miércoles, diciendo que no lo había leído. Pero defendió la planificación de la organización.
“En cuanto a los manuales, como la situación de la covid es muy fluida, estamos accediendo a diferentes conocimientos y actualizaremos los manuales basándonos en la ciencia”, dijo Muto, añadiendo que los eventos de prueba estaban generando la información disponible para los organizadores olímpicos. “Se están celebrando muchos eventos deportivos diferentes, y aprendemos de ello y evaluamos nuestra segunda versión basándonos en las aportaciones que recibimos de ellos”.
El COI, que publicará la tercera y última versión de su manual el mes que viene, ha pregonado la asociación que estableció el año pasado con la OMS en un intento de generar confianza en la viabilidad de sus protocolos sanitarios.
Pero Sparrow, ex asesora de Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, y sus tres coautores instaron a los miembros de la organización de la salud a convocar reuniones del comité de emergencia antes de los Juegos de Tokio, al igual que hicieron antes de los Juegos Olímpicos de Río de 2016 en medio de los brotes generalizados del virus del zika.
“Hay cuestiones en torno a la seguridad de los participantes que no se han abordado del todo”, dijo Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota y otro autor del artículo de la revista. “Eres tan fuerte como tu eslabón más débil”.
En Japón, donde solo una pequeña fracción de la población ha sido vacunada, los manifestantes han llevado su ira a las calles, incluso en una gran manifestación este mes frente al estadio nacional de Tokio. Entre los críticos más destacados del país se encuentran Hiroshi Mikitani, fundador del gigante de la venta en línea Rakuten, que calificó los Juegos Olímpicos de “misión suicida”, y el multimillonario del sector tecnológico Masayoshi Son, que advirtió en Twitter que la economía de Japón tenía mucho más que perder que los funcionarios olímpicos.
Una petición en línea para cancelar los Juegos de este año recogió alrededor de 400.000 firmas digitales en relativamente poco tiempo, y el miércoles el periódico Asahi Shimbun, socio oficial de los Juegos Olímpicos, adoptó esa posición en un editorial, al pedir al primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, que “evalúe objetivamente la situación y decida la cancelación del evento este verano”.
“Primer ministro Suga”, se leía en el titular, “por favor, cancele las Olimpiadas”.
Horas antes, Sparrow y sus coautores habían advertido de que los defectos en los protocolos actuales podrían socavar los demás esfuerzos de los organizadores para evitar que los Juegos se conviertan en un evento superpropagador.
“Nadie puede mirar a Simone Biles haciendo sus piruetas y no pensar: ‘Quiero verla hacer eso en Tokio’”, dijo Sparrow. “Nos quedan dos meses. ¿Qué podemos hacer para que sea más seguro?”.
Entre otras cosas, criticaron que los manuales se centraran en contramedidas como la desinfección de superficies y los controles de temperatura, que calificaron de ineficaces; la falta de directrices especializadas para los diferentes lugares de competencia, espacios comunes y deportes; el uso de aplicaciones de seguimiento de contactos y de información de salud, que calificaron de inferiores a los rastreadores portátiles; y la posibilidad de que los atletas tuvieran un mayor riesgo de infección al compartir habitaciones en la villa olímpica.
Los autores también expusieron con crudeza lo poco que había mejorado el panorama en el último año.
“Cuando el COI pospuso los Juegos Olímpicos de Tokio en marzo de 2020, Japón tenía 865 casos activos de COVID-19 frente a un panorama mundial de 385.000 casos activos”, decía el artículo, y señalaba que mucha gente había asumido que la pandemia estaría controlada en 2021. “Catorce meses después, Japón está en estado de emergencia, con 70.000 casos activos. A nivel mundial, hay 19 millones de casos activos”.
Estas preocupantes cifras motivaron la decisión del Departamento de Estado de advertir el lunes a los estadounidenses que no viajaran a Japón. (La recomendación era sobre todo simbólica; los extranjeros no residentes tienen prácticamente prohibida la entrada en Japón desde mediados del año pasado).
Aun así, el alarmante aviso —el nivel 4 es la advertencia más alta posible— no cambió inmediatamente la perspectiva del Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos sobre su presencia en los Juegos.
“Confiamos en que las actuales prácticas de mitigación aplicadas a los atletas y al personal tanto por el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC, por su sigla en inglés) como por el Comité Organizador de Tokio, junto con las pruebas realizadas antes del viaje, a la llegada a Japón y durante los Juegos, permitirán la participación segura de los atletas del equipo de EE. UU. este verano”, declaró un portavoz del USOPC en un comunicado.
Conscientes de la percepción de que los funcionarios olímpicos y los organizadores locales siguen adelante con los Juegos a pesar de las válidas preocupaciones sobre la salud, los funcionarios siguen haciendo hincapié en las iniciativas que, según ellos, los harán más seguros. Aunque las vacunas todavía no son un requisito previo para participar en los Juegos, por ejemplo, Thomas Bach, el presidente del COI, dijo la semana pasada que esperaba que el 80 por ciento de los residentes de la villa olímpica estuvieran vacunados antes de llegar a Japón. (Sparrow desafió al COI a revelar los datos que respaldan esa cifra. “No hay manera de que pueda identificar una fuente para eso”, dijo. “Es una ilusión”).
Al mismo tiempo, los críticos siguen pidiendo que se cancelen los Juegos. Este mes se sumó a sus filas la Asociación de Médicos de Tokio, una asociación de 6000 profesionales de la capital japonesa, que escribió una carta abierta al primer ministro y a los organizadores del evento en la que pide que se cancelen los Juegos para aliviar la presión sobre el sistema de salud del país.
En medio de todo esto, la inflexible marcha del calendario hacia la ceremonia de apertura continúa: el miércoles se cumplieron 58 días para el comienzo de los Juegos.
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