“Volví a pescar por la pandemia”
El cómico e imitador que brilla en Polémica en el Bar y en radio con Paulo Vilouta, encontró sus viejas cañas haciendo orden en su casa durante el encierro y redescrubrió una pasión olvidada. Entrevista de Wilmar Merino para Revista Aire Libre 48
Las lágrimas de Mariano Iúdica en cada una de sus intervenciones, son genuinas. En un falso móvil en un vacunatorio, aparece “Horacio Rodríguez Larreta” y le dice que no quiere confrontar, que lo que Mariano diga está bien, que aunque haga frío, si para él hace calor está bien. En cambio como “Venturita” siempre quiere tener razón, porque al fin y al cabo “tengo informacioooooon”, amenaza como si fuera a develar secretos de todos. Lloran de risa también los otros parroquianos de la mesa cuando imita a Cavallo y se pelea con Julio Bárbaro (imitado por su colega y compañero en “Polémica” Roberto Peña), y el propio Chiche Gelblung parece verse a sí mismo y discutir con su alter ego cuando se calza la máscara del periodista y se le pone a la par. Claudio Rico, este hombre de mil rostros (Pierrito, Luis D`Elía, Ginés, Cristina, Carla Vizotti, Alberto Fernández, Tato Bores, Claudio María Domínguez y Guillemo Cóppola, por mencionar solo algunos) es un humorista que hizo que muchos televidentes y oyentes de radio pasaran mejor su cuarentena, esperando esos pequeños remansos de risa en los que, como Iúdica, uno se permite llorar de alegría ante la caricatura, el grotesco o el remate de un buen chiste.
Pero haciendo honor a esa larga tradición de cómicos que por fuera del personaje son taciturnos, Claudio se define como “un poco ermitaño”, algo bien lejano a la imagen que todos tienen de él. Y ahí aparece también su nueva pasión, o mejor dicho, una vieja pasión a la que le ha sacado lustre: la pesca deportiva.
“Haber vuelto a pescar me permitió tener contacto con gente nueva, por fuera del ámbito del espectáculo. Eso me enriquece, porque para hacer humor tomo muchas cosas de las personas que voy conociendo y las uso para componer personajes”, arranca en esta charla donde irá desgranando cómo la pesca le abrió camino a nuevas emociones en su vida.
“En verdad yo empecé en el mundo del outdoor a través de la náutica. Eso era también una forma de compartir tiempo con mi hijo. Hice mi curso de conductor náutico y empecé a recorrer. Y con la embarcación llegó la idea de pescar. Te hablo de hace 10 años atrás, más o menos. Entonces fui a la calle Paraná, a comprarme varias cañas. Compré un par de equipos de variada y otros de pejerrey”, dice mostrándonos sus artículos, que son de marcas muy reconocidas, por cierto. “No sabía ni como se ponía el hilo en el reel. Pero el entusiasmo duró poco. Dos meses más o menos. Y después archivé todo y quedaron las cosas como 10 años guardadas”.
El renacer del entusiasmo por salir al aire libre y a pescar llegó, paradójicamente, durante el tiempo de cuarentena cerrada, el año pasado. “Hice lo que hizo todo el mundo. No podíamos salir, así que encerrado en mi casa empecé a revolver armarios, a hacer limpieza, y me encontré con las cañas que tenía guardadas”.
Fue como una epifanía para el actor volver a ver esos objetos que compró con tanto cariño y a lo que tan poco uso le dio. “¡Esto es lo que necesito!”, dijo. “Tiempo para mí, volver al aire libre, pescar, navegar, conocer gente. ¡¡Estar un rato relajado!!. Te juro que no me importa cuánto pesco solo quiero despejar la cabeza. La pandemia me hizo volver a interesarme por la pesca, el estar encerrado sin poder salir, reordenar toda la casa y encontrarme con las cosas de pesca, y dije: esto me va a liberar la angustia, me va a hacer tener la mente ocupada en otra cosa. Ahí me puse a hacer un par de líneas y me largué”, cuenta.
“Entonces saque las cañas y ni bien abrieron la posibilidad de salir un fin de semana me fui a la laguna de Lobos, con ganas de pescar una carpas. Llegué, compré lombrices, carísimas en un lugar que me pidieron $400 y a las 2 cuadras las conseguí por $200. Armé una línea y tiré esperando a las benditas carpas. Pero te cuento que las únicas carpas que vi fueron las que había dentro del camping, porque de peces ni hablar”.
Ahí no solo Claudio Rico se dio cuenta de que para salir a pescar hay que recabar cierta información previa y averiguar los rindes de los distintos ámbitos a visitar, sino que también comprobó que el pescador es, en esencia, solidario. O como dice él: “empático”.
“Un muchacho ahí me vio pescando con lombrices, y me explicó que la cosa era con masa. Y con línea coreana. Y como yo no sabía nada de eso, él se tomó todo el tiempo del mundo, me armó una línea, y me invitó a pescar otro día. Empecé a ver que hay muchos saberes que uno desconoce y me encanta ir aprendiendo cosas y descubrir ese mundo tan lindo. Estoy leyendo el libro de Alvarito y viendo mucho Expedición Merino para aprender”.
Lo bueno de Rico es que no se desanima ante un fracaso y siempre mira la mitad del vaso lleno: “Mas allá del rinde, de pescar o no, pescar es un cable a tierra. Yo ese día pase 6 horas sin pescar un pez y la pase extraordinariamente bien. Y el otro tema es la sociabilidad, algo fundamental para mí que soy medio ermitaño. Esto me sirve para generar vínculos. Es gente muy generosa la de la pesca, siempre dispuesta a enseñarte. Cuando uno conoce el río, y empieza a navegar y a pescar se va entusiasmando cada vez más. Hace tres meses alquilé un kayak para remar en Tigre y la pasé bárbaro. Quiero alquilar un kayak o comprarme uno para disfrutarlo cuando vuelvan los días cálidos”, dice mostrando interés por una actividad claramente complementaria con la pesca, que seguramente le dará muchas horas de esparcimiento y alegría.
-¿Y cómo siguió tu reencuentro con la pesca después de aquel fracaso en Lobos?
– No, fracaso no. Insisto en que la pasé muy bien aunque no pesqué nada. Y con respecto a tu pregunta sobre cómo sigue la historia, ahí entrás vos (N de R: este cronista lo invitó a pescar a la Asociación Argentina de Pesca tras verlo postear escenas en paisajes donde intentaba pescar contando que el éxito le era esquivo). Fuimos ese día a tu club y sacamos esos bagres, las bogas, ¡la vieja del agua!. Todo menos la carpa que estábamos buscando. No importa, ya va a llegar. Y ahí también conocí a la gente que hace los harinados Los Primos de pesca de carpas, y todos los amigos que estuvieron dándonos una mano.
Tras aquel primer éxito en la pesca Rico me llama otro día diciendo que tenía “la necesidad” de pescar un rato, pero que no disponía de mucho tiempo y que además, salía de Radio La Red a media mañana. Le sugerí visitar un pesquero que había testeado apenas unos días antes: Puerto Pilar, en Pilar, a solo 50 km. Antes del mediodía estaba embarcado con los amigos de ese lugar que lo hicieron divertir con algunas flechas de plata. “Cada especie tiene sus saberes, nada que ver pescar a fondo con ir a tratar de pescar estos pejerreyes a flote que son muy rápidos y hay que tomarles la mano”, dice.
“Me encanta conocer lugares así, que estén cerquita pero a la vez te metan en otro mundo, con un espejo de agua, con árboles, donde puedas sentirte lejos de tus ámbitos habituales y relajar la mente. Por eso te digo que la pesca es secundario, lo que me gusta es el combo, el cable a tierra total, sacar una parrillita, hacerte un asado, charlar de fútbol, la picadita, navegar un poco, disfrutar. En Lobos, donde no saqué nada, me quedé hasta que se hizo de noche, hice un fueguito, me gustó. También fui al Parque de los Niños, aquí en Capital Federal, y saqué una boguita”, cuenta entusiasmado.
“Yo todo lo capitalizo en positivo, porque voy en busca de liberar la cabeza y entretenerme y eso lo logro. El pescador es muy empático, igual que el nauta, te enseña, te muestra cómo hacer para pescar y te recomienda lugares –dice-. Eso sí, a veces también me gusta pescar solo y siendo conocido a veces se complica. Soy un tipo muy solitario y disfruto también la pesca en soledad. Perfectamente puedo estar cinco horas sin hablar con nadie. Y cuando quiero eso, huyo de otras cosas. Una vez fui a Monte, me descubrieron, empezaron todos a pedirme videítos, que `haceme Majul`, que `mandale un saludo a mi tío como Chiche`… y tuve que levantar las cosas e irme, porque yo necesitaba estar solo”.
-¿Te ha servido el contacto con gente del mundo de la pesca para componer personajes o enriquecer tu humor?
-A mí se me pegan muchos formas de hablar, tips de la gente. La mentira de los pescadores exagerados: “¡fui a Corrientes y saqué un dorado más grande que la deuda externa!”, dicen. Todo suma y no sabés cuándo lo vas a necesitar”.
-¿Un sueño pendiente de pescador?
-Sacar un dorado grande me encantaría. Y me dijeron que el día que pesque con señuelos, no voy a volver atrás. El tirar y mover lo quiero hacer.
La invitación está hecha.
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