En pandemia y por la columna vertebral argentina – Parte 1
Por Charly Centineo para Revista Aire Libre 48
Amo viajar, cosa que heredé de mis padres. De chico empecé a viajar por mi territorio cercano, en bici, con salidas en un radio de 200 km alrededor de Tandil, mi lugar en el mundo. A los 25 llegó la primera moto y los límites se corrieron definitivamente para conocer Argentina y los países cercanos. Afortunadamente también tuve la suerte de poder subirme a algún avión y conocer territorios más lejanos.
Siempre me gustó acampar y detenerme en los lugares donde el paisaje llamara mi atención. Esto lo hice en bici, moto, auto e incluso a dedo. Hoy, a mis 53 encontré una manera más práctica de poder seguir viviendo las mismas sensaciones pero sumando comodidad al viaje.
En marzo de 2021 aunque el tema Covid estaba absolutamente activo, hasta el 4 de abril estuvieron habilitados los viajes de turismo, y después de un 2020 “guardado”, no quería dejar de aprovechar la posibilidad de darle una vuelta perimetral a este hermoso país.
De Tandil por la RN3 rumbo sur me detuve en San Antonio Este (no es Oeste, ni Las Grutas), donde pude corroborar lo que algunos amigos viajeros me contaron respecto de las increíbles playas y también de un restaurant de mariscos que se llama El Puerto, donde las porciones son XXL y la atención familiar son la clave del éxito. Conchillas y Punta Perdices son elegidas por los casilleros y motor home para pasar días mirando el horizonte y escuchando el sonido del Atlántico, que con las mareas se aleja verdaderamente “lejos” y vuelve incansablemente.
Siguiendo el rumbo pasé por Puerto Madryn y al llegar a Trelew dejé la RN3 para conocer Playa Unión donde, al que le guste cocinar como a mí, es una locura poder comprar mariscos y pescados recién sacados del agua a precios de no creer. Panzada de langostinos al disco con un rico pimentón español que es parte del kit de cocina de la Fiorino (mi medio de locomoción). Obviamente el espacio está acotado pero desde que se proyectó el interior de la Fiori, siempre hubo lugar para unas botellas de vino, salvo que el destino incluya el paso por bodegas y así descubrir novedades que no siempre están en las vinotecas.
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Comodoro Rivadavia es una gran ciudad, la cual visité hace unos cuantos años, esta vez preferí pasar de largo y entrar en Rada Tilly para pasar la noche. Gran sorpresa al encontrar que esa pequeña playa que había visto, se transformó en un lugar impresionante que combina viviendas impecables y la tranquilidad de un pueblo.
Esperaba encontrar una ciudad cambiada al pasar por Río Gallegos pero no fue así. Ahí hay que llegar al km 0 de la Ruta 40 (que muchos creen que está en Lapataia junto al cero de la RN3). No es así, la 40 inicia en Cabo Vírgenes en la puntita de la provincia de Santa Cruz. Un ripio que se hace largo para ir y volver pero vale la pena llegar hasta el faro que marca esa punta del Continente Americano y el inicio de la emblemática ruta.
Tierra del Fuego está lejos y está linda. Para llegar a la isla es necesario ingresar en territorio chileno, tomar un ferry y volver a realizar el ingreso al país. Hoy ya es todo asfalto, pero se demora en los trámites y lleva tiempo llegar a destino.
No sólo hay que conocer Ushuaia. La suerte de ser corredor de Trail running te pone por delante gente de todas las latitudes. Así conocí a María Inés Rodríguez, que vive en Río Grande y al pasar por su ciudad me ofreció parar en su casa, compartiendo una linda cena con su hijo.
El día siguiente fue muy entretenido porque fuimos a hacer unas cuantas rutas de trekking como Lagunas Gemelas, Esmeralda, más otras rutas que María Inés me dejó como deber para recorrer en la zona del Parque Nacional. Para los que disfrutan caminar, el trekking al Encajonado, pasando por la Estancia El Túnel realmente vale la pena con un ondulado sendero verde que te va mostrando todo el tiempo el Canal de Beagle.
Entre las perlas del paso por la provincia más austral del país, tuve la suerte de pasar la noche en el paso Garibaldi, donde una silenciosa nevada nocturna me sorprendió al asomar la cabeza en la mañana para encontrarme un paisaje en blanco y negro, y la Fiorino completamente cubierta de 5cm de pulcra nieve.
Otras de las cosas que me encantaron de esta provincia fueron Punta Paraná y Puerto Almanza. Llegué ahí en busca de centolla. Dato al margen: Puerto Pirata se llama el lugar donde hay que sentarse a degustar las delicias que Sergio y su familia sacan del mar en un espacio acogedor con sus ventanas hacia el Canal del Beagle. La misma gente fue la que me indicó dónde estacionar la Fiori para pasar la noche a pocos metros del mar mirando el canal y en la costa de Chile del lado de enfrente. Una noche mágica llena de estrellas y silencio en el “culo del mundo”, imposible de olvidar. A la mañana una breve caminata por la orilla puso delante de mí unos mejillones pegados a las piedras y debo confesar que levanté algunos para ponerlos a hervir hasta que se abrieran.
Ahora hacia el norte. Se regresa a Río Gallegos para tomar hacia El Calafate. No voy a decir mucho del Glaciar Perito Moreno más que asegurar que vale la pena ir más de una vez en la vida a visitarlo.
El Chaltén es conocida como la capital del trekking. Protegida por los cerros y metida en el Parque Nacional Los Glaciares, esta población es muy pintoresca. Se respira montaña en cada esquina, al cruzarte con la gente con la indumentaria técnica y sus mochilas. Hay una variedad de senderos para recorrer que te piden quedarte ahí como mínimo una semana. Tiene una gran oferta gastronómica pero quiero nombrar el restaurante La Tapera donde la cocina Chipo y mi amigo Lucas Dieguez te dejará sorprendido, recomiendo especialmente las mollejas de cordero.
Lo que era antes un recorrido heroico, hoy es un paseo relajado. Ya casi no hay ripio en el tramo sur de la Ruta Nacional 40 y se consigue combustible sin problema con lo que esos relatos de viajar con bidones ya son parte de la historia. Historia que me tocó vivir y disfrutar, porque también tenía su magia enfrentar desafíos cargados de incertidumbre y adrenalina en la soledad de esos trazos primitivos.
Hace muchos años un amigo me regaló un libro de Federico Kirbus llamado Las Mil Maravillas, guía de Aventuras de la Argentina. Kirbus, a quien tuve la suerte de escuchar en alguna charla, fue un viajero e inquieto investigador que fue volcando y compartiendo sus experiencias en libros y charlas. La tapa de este libro tiene una foto de la Cueva de las Manos y era una de las cosas pendientes que tenía por conocer. En las proximidades de Bajo Caracoles hay que desviar de la RN40 y lo recomiendo fuertemente, para acceder a estas cuevas. Hoy protegidas por rejas se pueden apreciar pinturas de entre 4 y 10 mil años de antigüedad con explicaciones muy curiosas sobre el origen y las diferentes técnicas que se utilizaron en el período en que se realizaron. El paisaje para llegar hasta ahí es tan digno de ver como las propias pinturas sobre todo en las últimas horas del día o al amanecer.
Viajar como sea. El viaje inaugural de la Fiorino y Charly
Siguiendo hacia el norte al llegar a Perito Moreno desvié hacia la cordillera para ver cómo había crecido Los Antiguos, y creció! Está lindo y sigue siendo emblema de la fruta fina, así que de pasada por Chacra Don Neno cargué unos cuantos frascos de dulces y conservas. María Inés, en Río Grande, me contó de la estancia La Ascensión que se encuentra ubicada entre Los Antiguos y Perito Moreno y que hoy está en manos de Parques Nacionales. Entré y fue una linda sorpresa encontrar un espacio frente al Lago Buenos Aires, que del lado chileno es el General Carreras, donde se puede acampar. No voy a olvidar lo que fue ver la luna llena asomando sobre este inmenso lago de 843 km2, que estaba planchado por falta de los habituales vientos y es el tercero en Argentina luego del Argentino y el Viedma. El área de reserva incluye varios senderos interesantes para visitar.
Siguiendo la ruta ya conocida avancé hasta Esquel para meterme de cabeza en el Parque Nacional Los Alerces donde acampé sobre el lago Futalaufquen durante dos maravillosos días en el principio de abril, que me permitieron hasta nadar en las cristalinas aguas de este rincón cordillerano.
El retorno a Tandil fue por la Ruta Nacional 25 que cruza la estepa patagónica de Tecka a Trelew. De regreso a casa con 8500 km recorridos y muchas anécdotas, a la Fiori le tocaba un service, cambio de neumáticos y aprestarse para salir en una nueva aventura al tramo norte de la 40.
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