Entre la audacia y el confort
Nota publicada en el libro del 80º aniversario de AICACYP.
La práctica del camping se remonta a la época de mayor esplendor del Antiguo Egipto cuando el faraón y su corte se trasladaban durante el verano hacia la desembocadura o delta del Nilo, alojándose durante ese tiempo en tiendas de campaña.
Más acá en el tiempo, hay un antecedente de campamentos surgidos en Inglaterra, en 1901, con el nombre de Association Of Cycle Campers, cuando seis campistas pasaron un fin de semana en carpas en una localidad cercana a Oxford, a instancias de Thomas Hiram Holding, considerado el creador del camping.
Por extraño que parezca, en Argentina, uno de los mayores impulsores del camping fue el Automóvil Club Argentino que desde 1910 organizó excursiones, inicialmente a lugares cercanos como La Plata, y luego a otros más lejanos como Córdoba, Mendoza, Rosario y San Luis, llegando hasta Bariloche en la década siguiente. Los primeros campings de su propiedad, se instalaron en Chascomús y San Miguel; le siguieron los de Luján, Punta Chica, Quilmes, Punta Lara, Timbúes, Carlos Paz, La Margarita y San Clemente del Tuyú.
Sábanas impermeabilizadas
Las primeras carpas fueron fabricadas a base de sábanas impermeabilizadas y cosidas a mano. Pero es luego de la Segunda Guerra, cuando el camping comienza a desarrollarse como actividad de esparcimiento y se transforma en un boom mundial. Gracias a distintos procesos y experimentos prueba-error, se van desarrollando otros materiales. Las sábanas impermeabilizadas no eran lo suficientemente aislantes de las temperaturas. A mediados de los 50, se comienzan a tejer telas específicas, más robustas, fuertes y resistentes por demás, con un piso de plástico y herrajes de hierro. Como eran demasiado pesadas, se hacía necesario llevarlas en algún vehículo. Luego, esos parantes de hierro fueron reemplazados por aluminio. Las hechuras eran para tener una carpa “para toda la vida”. Tanto es así, que todavía en las empresas más tradicionales en el mercado, suelen llegar, por ejemplo, algunas para cambiar un cierre. Pero los materiales, permanecen intactos.
En un principio, en nuestro país, el camping era para familias con un poder adquisitivo alto y que querían vacacionar en contacto con la naturaleza. Por entonces, los campings no estaban de moda, y se podía armar la carpa prácticamente en cualquier lugar. Incluso había ciertas reglas que ayudaban a reciclar la basura, cuidar la naturaleza, no dañar el lugar donde se acampaba y también tener cuidado con el manejo del fuego, sobre todo, en lugares boscosos.
La actividad, en Argentina, tuvo un franco crecimiento entre los ’60-’70, como actividad vacacional. De aquellas carpas pesadas, se pasó a materiales más livianos y fáciles de transportar.
Modelos y evolución
Tradicionalmente, hay tres tipos de carpas: la canadiense, que tiene el techo a dos aguas; las estructurales, que son tipo “casa”, con mayor altura; y las iglú, que en su creación eran para los que practicaban montañismo o los alpinistas. Y las había de diferentes tamaños, aunque las más comunes eran para 4 o 6 personas. Los materiales, ya habían evolucionado al uso de algodón, nylon y poliester.
Las carpas bajaron su precio y eso posibilitó que se popularizara su utilización. Se empezó a buscar la comodidad del traslado y junto con ello, aparecen los parantes de fibra de vidrio y las telas tienen un recubrimiento para impermeabilizarlas pero de manera más liviana. Es decir, se redujo el volumen y el peso de la carpa, llegando al punto de poder transportarlas en una mochila.
Precisamente, las mochilas eran el segundo elemento importante dentro de la evolución del camping. También en este caso, al comienzo eran muy pesadas, sostenidas con estructuras de hierro, que las hacían, además, incómodas. El volúmen para cargarlas era muy poco. Pero evolucionaron con telas resistentes, de poliéster y ballenas de aluminio. Se estudió más la distribución del peso en la columna de la persona, de modo que se llegó a mochilas más livianas que podían trasladarse junto con las carpas. Así, se impulsó un gran auge del trekking y al mountain bike. Este fenómeno se da en la década del ´90.
El tercer elemento, la bolsa de dormir, tuvo un recorrido similar a las carpas y las mochilas. Al principio eran con relleno de duvet lo que las encarecía mucho. Se fue buscando equilibrar la ecuación abrigo – reducción de peso con guata de distintas calidades. También surgieron las fundas vivac para quienes optaran -y optan- dormir a la intemperie. Esta funda es una tela de poco volumen a modo de forro para la bolsa, y aíslan del agua y el clima. También está el modelo tipo “hamaca”, que se sostiene entre dos parantes o árboles, ideal para viajeros solitarios.
Con la evolución de los tres elementos básicos del camping, hoy quienes lo practican, pueden trasladarse de manera más fácil y liviana.
Los campistas: preferencias y lugares
Gracias al auge de la actividad, a mediados de los ‘90, llegó la “Guía del Acampante”, que aún sigue publicándose, con información detallada de todos los establecimientos que hay en el país. Hoy, a más de 100 años de aquellos pioneros, acampar es una actividad outdoor que se combina con otras, como trekking, escalada, pesca y caza; superando en nuestro país los 3 millones de fanáticos y los 2300 campings habilitados.
Existe una amplia variedad de campistas: los jóvenes mochileros que buscan ir livianos, que caminan o eligen distintos medios de transporte. Y dentro de esta clase etaria, los adolescentes son quizás el principal público que hoy tiene el camping, ya que van en busca de una vida social diferente durante las vacaciones con amigos. También están las parejas con hijos pequeños, que buscan lugares con espacios recreativas y servicios; y los adultos y adultos mayores, que ya tienen experiencia en este estilo de vida. Siempre el deseo es estar en contacto con la naturaleza, como principal excusa o motivación para salir a acampar.
En la línea de tiempo, el acampe fue variando su target pero nada más equivocado que pensar que se trata de una actividad para personas de pocos recursos. Lo que vale es el gusto por el camping. En todo caso, las diferencias en el poder adquisitivo se notan en la elección del tipo y categoría de lugares para acampar y del equipamiento del que disponen.
Una característica local es que, en general, las familias suelen elegir destinos como Córdoba, Mendoza, San Luis y la Costa Atlántica. Pero existe un número de extranjeros que acampan en el país, sobre todo, en la región patagónica. En su mayoría, son europeos, norteamericanos y canadienses, y en menor proporción, de países limítrofes. Son jóvenes que recorren América Latina en moto o bicicleta, y que llegan al país en su ruta descendente, luego de pasar por Colombia, Perú, Chile y Bolivia. Hay, además, un grupo muy peculiar de campistas, por lo general alemanes, que llegan atraídos por los paisajes del sur. Cuando arriban al país, empalman con sus casas rodantes – que despachan desde Europa o alquilan aquí- y recorren los destinos que eligieron al programar sus vacaciones.
Acampar con comodidad
Con el correr de los años y la posibilidad de conocer (y adquirir), productos importados, se produjo una verdadera revolución en el mercado. Hoy, el equipamiento incluye casas rodantes con todas las variables conocidas: “Gotitas”, que se destacan en el mundo outdoor por la practicidad que brindan; los “campers” –mini casillas rodantes de plástico o aluminio- que se montan sobre camionetas; las casas rodantes convencionales y los conocidos motorhomes. En cada caso, evolucionaron hacia el confort del viajero, de modo que hoy tienen hasta paneles solares, entre múltiples opciones. La idea es sumar servicios para no resignar comodidad.
En los últimos años, llegó la tendencia del “glamping”, verdaderos acampes cinco estrellas, con los amenities de un hotel de lujo, que se combina con turismo de alta gama. El glamping –vocablo que combina “glamour” y “camping”- nació en África y se extendió rápidamente por los países desarrollados. A la Argentina llegó en los últimos años y se sumó al segmento de ecoturismo. Algunos señalan que nació en una estancia de San Antonio de Areco, con el emprendimiento de unos franceses que trajeron la novedad ya conocida por los europeos. Pero enseguida, hubo otras propuestas en la Patagonia, Córdoba, Mendoza y Pinamar donde, por ejemplo, se recicló una galería de arte diseñada por el arquitecto Clorindo Testa, en un conjunto de atelieres pensados para pintores, fotógrafos y artistas. En otros centros turísticos, existen los llamados “domos”, que son estructuras en forma de media esfera, y tiendas de campaña, con mobiliario, confort hotelero y hasta baño privado.
Mirar al futuro
Si de materiales se trata, no hay duda que los avances tecnológicos y el mundo digital, traerán muchas innovaciones y novedades en el rubro camping. Por ahora, todo está en una plano experimental. Basta imaginar las posibilidades que hay en el desarrollo de los paneles solares para diversos usos, incluído el doméstico. O las pantallas digitales y las imágenes. ¿Vendrán carpas con algún tipo de pantalla incorporada?
¿Sabías que el 10,1% de los argentinos se va de camping?
A causa de la alienación que provocan a sus habitantes las mega urbes, o tal vez gracias a ella, el futuro del tiempo libre y el esparcimiento están fuera de las mismas. Y ese futuro está servido en bandeja si el camping sabe cómo aprovecharlo.
El campismo como actividad continuará, pero sólo evolucionará con los más intuitivos y audaces del sector, que sepan cómo llevar adelante ese crecimiento y avizorar la demanda para dar respuestas.
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