El poder curativo de la fotografía
Por el Dr. Anastasius Moumtzoglou . Traducción y edición Karl Ness
La dinámica terapéutica y transformadora de las artes y su valor para apoyar el bienestar mental han sido reconocidos desde hace mucho tiempo. Existe un conjunto de pruebas cada vez más amplio para respaldar las afirmaciones sobre el impacto de las artes en nuestra salud mental.
Pero, ¿cómo puede la fotografía ayudar a la salud, especialmente durante la pandemia?
Bueno, esa es una pregunta intrigante, cuya respuesta se puede inferir y analizar en la siguiente secuencia de pensamientos:
- ¿Qué es una foto?
- ¿Cuáles son las características y propiedades del “proceso fotográfico”?
- ¿Cómo podemos incorporar las teorías de la salud mental al aficionado a la fotografía?
- ¿Cuál es mi opinión como profesional vinculado al cuidado de la salud?
¿Qué es una foto?
Por lo general, pensamos en la fotografía de vacaciones o de noticias, sin imaginar su poder curativo ni dimensión terapéutica. Pero si la imagináramos como fragmentos de nuestra vida y la relacionamos con los recuerdos de nuestras vivencias, con nuestra percepción de nosotros mismos y la interacción humana en general, entonces las cosas serían diferentes. Eso es así, porque resulta posible darse cuenta de su enorme dinámica, tanto como herramienta de registro así como instrumento creativo. Una poderosa interfaz para plasmar y luego descifrar el entorno; una ayuda indispensable para capturar un momento y luego contextualizarlo a través del análisis y la reflexión.
Antes de ver el “poder curativo de la fotografía en el fotógrafo”, debemos ampliar primero, nuestra comprensión de lo que implica esta técnica, a la que llamamos fotografía.
Existe la creencia de que la fotografía suele tratar de capturar un “momento decisivo”. Sin embargo, eso es solo una pequeña parte de los “procesos fotográficos”. El poder curativo de la fotografía se expresa en su capacidad para permitir el diálogo y la comunicación con nosotros mismos y los demás.
Eso incluye al conjunto de “procesos fotográficos” que incorpora y define a través de las siguientes etapas:
- Toma.
- Observación de la captura.
- Análisis de sus elementos y del sentido que expresan.
- Elección de un título o epígrafe que la complemente.
- Descarte y Edición de las elegidas.
- Posible presentación y debate con grupos de afinidad.
- Presentación de la imagen en las redes sociales.
Y en ciertos casos…
- Creación un álbum de fotos/ Creación de un blog/ Redacción de libros basados en la fotografía.
Desde el encuadre mismo, la fotografía está asociada a un número importante de decisiones, que inexorablemente tomaremos, ya que debemos precisar:
- ¿Qué incluiremos?
- ¿Qué omitiremos?
- ¿Qué enfatizaremos?
- ¿Qué ignoraremos?
Este conjunto de acciones, ayuda a moldear nuestro sentido del yo, y también a comprender el significado del espacio.
Lee también: El encuadre en la fotografía, por Karl Ness
¿Cuáles son las propiedades del “proceso fotográfico”?
En general, es posible señalar varias propiedades de los “procesos fotográficos”, relacionadas con su conexión al campo de la salud mental:
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Exploración introspectiva, nuestros recuerdos y nuestra identidad.
Muchas de las causas que dan origen a ciertos problemas de salud mental están estrechamente vinculadas con una imagen negativa de uno mismo. En este contexto, la fotografía puede ayudar a explorar tanto el ego como la interacción humana. Las fotos personales, los álbumes familiares y nuestras fotos de viajes son nuestro “look” íntimo, ya que ofrecen oportunidades para explorar, experimentar y reflexionar sobre quiénes somos, qué hemos logrado y dónde queremos terminar.
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La distracción.
La fotografía puede ofrecer un descanso de los estímulos molestos y una oportunidad para distraerse de los problemas que afectan nuestra vida cotidiana. La salud mental gestiona a los individuos, como pacientes o usuarios de los servicios de salud, mientras que el trabajo fotográfico contribuye a su transformación en fotógrafos y ofrece la posibilidad de crear cápsulas temporales de ocupación, para aislarse de las angustias a la que nos somete el entorno.
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El sentido del orden.
El uso de la cámara requiere un control consciente que, por un lado, inevitablemente aleja la espontaneidad y, por otro, crea una forma estructurada de expresar ideas y sentimientos. Al tomar fotos, las personas deben pensar en lo que quieren fotografiar y por qué. De este modo, el “proceso fotográfico” proporciona un “contexto limitado”, que incita a crear una estructura y una correlación de cosas, personas, objetos y espacio. Así, la fotografía permite estructurar el “caos interno” y la sensación de inseguridad, al tiempo que ofrece una forma de control, creando de esta manera una tranquilizadora sensación de orden.
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Distancia y moderación
Por un lado, la fotografía se relaciona, con el concepto de “objetivación” y, por otro, con la sensación de espacio desde el sujeto. En este sentido, la fotografía puede ser una función protectora, ya que es posible enfocarse solo en la fotografía o la acción de la fotografía, ignorando las emociones inmediatas. Ese requerimiento permite aplicar el “aquí y ahora” pregonado por la magna disciplina zen y enfocarse en vivir en el presente sin los remordimientos del pasado ni las incertidumbres del futuro.
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El puente entre el consciente y el inconsciente.
Durante muchos años, las artes se han utilizado como herramientas terapéuticas basadas en el análisis freudiano y el descubrimiento inconsciente. La expresión creativa aumenta la autoconfianza y la motivación, permitiendo el acceso al inexplicable y cognitivo mundo emocional y espiritual. Además, la fotografía puede actuar como un puente entre el consciente y el inconsciente. La fotografía tiene sus raíces en el mundo exterior. Por lo tanto, puede ofrecer un “terreno” propicio dentro de la realidad para aquellas personas que experimentan confusión interna. Una gran oportunidad para acceder, explorar y comunicarse con sus sentimientos y recuerdos.
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Superar problemas verbales.
La fotografía puede compensar la falta de habilidad verbal o ayudar a comunicarse con personas que hablan un idioma diferente. Algunas personas, que experimentan malestar mental, tienen dificultades para expresar todo lo que enfrentan, solo con palabras. Por lo tanto, la fotografía proporciona una forma alternativa de expresión, actuando como “lenguaje visual”.
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La posibilidad del juego.
La fotografía permite pretender, jugar a ser diferente, posibilitando crear una ‘nueva realidad’. Por lo tanto, ofrece una potente sensación de libertad e ingenio, fomentando y cultivando la creatividad de las personas.
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Confianza y autoestima.
La participación en talleres de fotografía (u otras disciplinas artísticas) puede aumentar la autoestima de las personas. La fotografía permite a las personas convertirse en “dueñas del proceso creativo” y sentirse orgullosas de su trabajo. Muchas personas descubren una ‘nueva voz’ a través de la fotografía, ya que les facilita la comunicación sobre temas de su interés, temas que quizás no abordarían socialmente sino practicaran esta disciplina.
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La posibilidad de superar el aislamiento social.
La exclusión social debilita a las personas a la hora de superar los obstáculos resultantes. Sin embargo, la fotografía brinda la posibilidad de delimitar un objetivo y un motivo de socialización.
¿Cómo podemos incorporar las teorías de la salud mental al fotógrafo aficionado?
Veamos, cómo se benefician con esta práctica, quienes se ocupan de la fotografía sin experimentar ningún malestar mental.
Primero, consideremos que los profesionales de la salud mental definen “terapéutico” a todo aquello que mejora la percepción, promueve la conciencia y la expresión de sentimientos y direcciona la identidad hacia un nuevo significado. Podríamos distinguir entre las cualidades terapéuticas de capturar y procesar fotos, ver y reflexionar sobre imágenes, y distinguirlas de los atributos terapéuticos de compartir y discutir imágenes con otros.
Una fotografía puede ser una representación objetiva y externa de lo que somos y generar el miedo a exponernos, ya que ofrece una forma tangible de las experiencias internas. Pero también, al proporcionar una imagen identificable de la vida interior, una foto puede ayudar a dominar los aspectos problemáticos de la personalidad.
Basándonos en el libro de Judy Weiser titulado Técnicas de fototerapia, podríamos identificar cinco categorías diferentes de fotografías que se pueden analizar en fototerapia:
- Autorretratos.
- Fotos que nos hicieron otras personas.
- Fotos que uno mismo tomó o recopiló
- Nuestros álbumes de fotos o colecciones.
- Nuestra reacción a las fotos.
Fotopaisajismo. Una nota de Daniel Rivademar para Revista Aire Libre
Además, algunas personas han acuñado y utilizan el término “fotografía terapéutica” para referirse al proceso de creación de fotografías que promueven el crecimiento. Otros se refieren a las prósperas comunidades de intercambio de fotografías en la web que, en algunos casos, es la manifestación más cercana al movimiento de grupos de apoyo que comenzó en la década de 1960.
Crear una imagen es un proceso de autoconocimiento y catarsis emocional. Hacer pública la foto puede mejorar ese proceso aprendiendo sobre nosotros mismos y ayudándonos unos a otros compartiendo nuestras fotos.
Además, la mayoría de los fotógrafos saben mucho sobre los aspectos técnicos del diseño de imágenes, pero no lo suficiente sobre las reacciones psicológicas y emocionales personales. Muchas personas, incluidos los fotógrafos, no saben cómo hablar sobre los significados, recuerdos, pensamientos y sentimientos que perciben en las fotos.
Aquí es donde el libro de Weiser ofrece un poderoso complemento a la educación convencional de los fotógrafos. Al mismo tiempo, ayuda a los psicoterapeutas a comprender cómo se puede utilizar la creación y visualización de imágenes para la comprensión y el crecimiento personal. Esa es información que cualquier fotógrafo necesita saber.
Al explorar los autorretratos y las fotos tomadas por otras personas o el fotógrafo, las imágenes recopiladas y los diversos tipos de álbumes creados, podemos comprendernos mejor a nosotros mismos y también al papel que juega la fotografía.
Entendemos que nuestros ojos reciben millones de imágenes procesadas y guardadas por la mente. Ese proceso se invierte de alguna manera durante la noche, y todas las fotos se vuelven a procesar y guardar. Eso crea fotografías enormes de nuestra vida diaria, sueños, fantasías e imaginación.
Por tanto, la pregunta es la siguiente:
¿Qué pasaría si todos compartiéramos una sección del inconsciente colectivo de Carl G. Jung?
Esa es una pregunta difícil de responder.
Sin embargo, comprender las reacciones conscientes e inconscientes a las imágenes ayuda a ser un mejor fotógrafo.
¿Cuál es mi opinión sobre el poder curativo de la fotografía?
Finalmente, mi argumento sobre el tema se relaciona con los aspectos curativos de la fotografía relacionados con la creatividad, la espiritualidad y la atención plena. La inspiración proviene del libro de Jan Phillips titulado “Dios está a la altura de los ojos: la fotografía como arte curativo”.
Creo firmemente que la fotografía enseña sobre la curación y la creación de espacios seguros, provoca empatía y empodera las voces inauditas, las voces del silencio.
En este contexto, tenemos que entender que todos estamos tan involucrados en nuestra vida diaria que nos olvidamos del mensaje vital sobre el arte: la creación es un proceso de curación, tan crítico para el cerebro como la comida para el cuerpo.
El trabajo creativo nos revela a nosotros mismos y nos permite convertir nuestra experiencia e imaginación en símbolos de quiénes somos, de amor o de miedo.
Esa es la alquimia de la creación, transformar una emoción o pensamiento en una forma artística. Según nuestra voz interior, se produce un cambio en nuestra conciencia a medida que nos enfocamos en el acto de creación. Nuestro enfoque ya no está en el tiempo, las demandas y las tareas, sino en transformar las cosas.
Igor Stravinsky escribió sobre este cambio en su libro “Memoir and Commentaries”:
“El conocimiento está entrelazado con la actividad. Lo descubro como trabajo y lo conozco, mientras lo descubro, pero solo de una manera muy diferente antes y después. No trato de pensar de antemano, solo puedo empezar a trabajar y dar un salto espiritual”.
El proceso creativo de muchos fotógrafos se desarrolla de la misma manera. Una vez que empiezan a trabajar con una foto, aparece la inspiración.
Así, la fotografía cambia al creador, al fotografiado y al espectador.
Como espectadores, identificamos partes de nosotros mismos reflejadas en los ojos de otros fotógrafos en las fotografías que vemos. En las tonalidades de gris, en la densidad de los negros y el brillo de los blancos de sus fotos, encontramos nuestros deseos, nuestras tristezas y nuestras alegrías.
Es un constante viaje a nuestro interior para encontrar lo que busca la “liberación”.
Así, transformamos objetos, convirtiendo tragedias y triunfos en imágenes impactantes, coloridos paisajes y retratos que ofrecemos a nuestras almas, como una “manta en el frío”.
De manera integral, la fotografía es un espejo personal y cultural que nos revela y aumenta nuestro nivel de conciencia.
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