Animalistas vs Cazadores
Esta nota comentada surge a partir de una publicación del Diario español ABC, que plantea el enojo de los cazadores frente a los planteos intempestivos de una sociedad urbana que desconoce todo acerca del campo. Una situación que podría extrapolarse a nuestro país no sólo con los cazadores sino con todos los legítimos usuarios.
Según la nota, hay allí 725.000 licencias de caza, es decir 725.000 personas cazando con mayor o menor frecuencia; que además tienen sus familias, lo que conforma un grupo social heterogéneo de unos tres millones de personas con nada en común excepto el enojo y su ‘hobby’. Es decir, la caza.
En España y tal vez en muchos sitios del universo los cazadores no comparten ideología, origen ni estatus socioeconómico y, si lo hicieran, mostrarían un sesgo hacia las clases bajas, hacia lo más humilde de la sociedad, agricultores y ganaderos que, desde los pueblos, se encargan de pasar frío, calor y esclavizarse sin apenas derechos laborales para poder llenar las despensas de sociedades urbanas que, como agradecimiento, los llaman asesinos, ultras y fachistas.
Pasa algo muy similar en Argentina, donde, con total desconocimiento, diferentes agrupaciones reclaman medidas impracticables que en la mayoría de los casos, dejaría sin la posibilidad de sustento a miles de trabajadores rurales e indefensas a aquellas familias que viven alejadas de las grandes ciudades donde la palabra seguridad, parece pronunciarse en otro idioma.
Mirá también: La corrección política no salva animales.
Y es que, en realidad, el cazador está muy alejado del cliché con el que el ‘lobby’ animalista y sus intereses pretenden ridiculizarlos. La realidad es diferente y, en España (y también en Argentina), lo normal es un cazador de los de escopeta y perro, que vive en su pueblo o que lo visita con frecuencia por ser el origen de sus padres o abuelos, que conoce y respeta el campo mejor que nadie y que practica la caza -sobre todo menor- como una actividad más de las derivadas del campo, de lo rural, de su modo de vida, de su amor hacia lo natural y hacia el ecologismo bien entendido, ese ecologismo de Delibes y de la sabiduría popular que tanto dista de la demagogia capitalina.
Delitos de odio
Estos cazadores no solo están muy enojados, sino hartos de los ataques, del odio y del desprecio que reciben por parte de la sociedad. Y no solo de la sociedad civil, sino también del Gobierno, que ha decidido unirse al aquelarre a través de la propuesta de un anteproyecto de ley de bienestar animal muy polémico que marca, sin duda, una desconexión definitiva entre campo y ciudad.
Los cazadores se sienten criminalizados desde hace tiempo, porque mantener contenta a la sociedad urbana y a algunas minorías beligerantes implica necesariamente machacarlos a ellos.
La caza en el centro de las miradas. Una nota del Libro del 80° Aniversario de AICACYP que no deberías dejar de leer.
¿A quién contenta realmente la prohibición de la caza del lobo? Desde luego no a la gente del campo, que ve cómo el lobo se come al ganado. Reciben amenazas de muerte constantes, ataques directos e incluso han reclamado que el Código Penal catalogue dichos ataques como delitos de odio. Pero parece que los cazadores dan igual, no son personas, solo asesinos. Hasta las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos suelen negarse a que los cazadores puedan ir a los colegios a explicar a los niños conceptos básicos del campo y de los animales. Pareciera darles asco.
‘Mascoterismo’
Como afirma Felipe Vegue, presidente de la Oficina Nacional de la Caza y de Arrecal: “El ‘mascoterismo’ está invadiéndolo todo. Y eso es una perversión que intenta que los animales sientan lo que nosotros queremos sentir. Pero los animales son productos generados por el hombre, un producto más de la tierra, con todo el bienestar animal que queramos, pero un producto a nuestro servicio. Nosotros no podemos estar nunca al servicio de los animales, esto es una aberración intelectual y moral. Y si esto está sucediendo, si estamos humanizando a los animales, es como consecuencia del modo de vida que tenemos en las ciudades, cada vez más solos, cada vez con menos amigos y menos afecto. El animal sirve para paliar esto y está muy bien. Pero otra cosa es humanizarlos. Los animales no son personitas: son animales. Lo que quieren es volver al origen del tótem, un tótem al que adorar, que son las mascotas, y esto va a suponer la ruptura del mundo rural con el mundo urbano, porque el mundo urbano necesita las mascotas para una forma de vida y no ve a los animales como animales, pero el campo necesita a los animales para otra cosa, no como mascotas sino como animales de producción, de trabajo”.
“Negar la caza es negar al ser humano, porque para moldearte como persona has de conocer cómo se ha moldeado nuestra raza, que ha sido también a través de la caza y del dominio de la naturaleza. El hombre es hombre por naturaleza, el animal es animal por la misma naturaleza y el animal doméstico lo es por el servicio que da al hombre. Ese servicio, mientras sea de utilidad, asegura su existencia. Pero una especie que no sea útil al ser humano es cuestión de tiempo que desaparezca”, remata el presidente de la Oficina Nacional de Caza.
La nota completa publicada en ABC puede leerse en el siguiente link https://www.abc.es/sociedad/abci-cazadores-gobierno-enf-202112011936_noticia.html
Los comentarios, las comparaciones con nuestro país, y la extensión del planteo a los legítimos usuarios, corre por cuenta nuestra. No de aire Libre sino de todas las partes involucradas. Y lo que suceda a futuro, sin dudas también.
Impactos: 259