Un negocio brillante para los habitantes de la Amazonia
¿Transportar peces por todo el mundo para que adornen acuarios de Europa, Estados Unidos y Japón? Las protectoras de animales lo consideran una locura. En la cuenca amazónica brasileña las cosas se ven de otra forma. Según los científicos locales, este tipo de pesca protege la selva.
En el estado de Amazonas, en el noroeste de Brasil, en el río Negro, se pescan a diario peces que irán a parar a acuarios de todo el mundo. Según los cálculos, hay más de 100 millones de acuarios en las salas de estar del planeta. Los ornamentales son, por número, los animales de compañía más populares del mundo, en especial en Europa, Estados Unidos y Japón. Se calcula que el volumen total del comercio de estos animales alcanza los 10.000 millones de dólares al año.
Se conocen más de 10.000 especies de peces de agua dulce, de las cuales se comercializan 5.300. La mayoría de los que pueden comprarse en las tiendas de animales proceden de criaderos, y una proporción menor corresponde a los capturados en ríos tropicales.
Pero el negocio está sometido a presión. El hecho de que los peces se capturen en aguas tropicales y se trasladen en avión a todo el mundo para que algunas personas puedan relajarse viéndolos es objeto de críticas desde hace años, en especial por parte de las organizaciones protectoras de animales. Señalan las prácticas más malignas, el hecho de que a veces los aturden con veneno para capturarlos. Que a menudo intermediarios poco escrupulosos los tratan con descuido y los trasladan por todo el mundo en bolsas de plástico llenas de agua.
“Muchos mueren por los daños sufridos durante la captura y el transporte, o por enfermedades que afectan a su organismo, debilitado por el cambio constante en las condiciones del agua”, afirma Tierschutzbund, una asociación alemana para el bienestar animal que anima a los amantes de los peces ornamentales a limitarse a especies criadas en la zona. La organización internacional para la protección de los animales PETA, insta a dejar de tener acuarios. En algunos lugares se están aprobando leyes para dificultar esta clase de comercio. En enero de 2021, Hawái, una de las fuentes más importantes de ejemplares ornamentales, prohibió por completo su captura con fines comerciales.
¿Qué pasará, entonces, con las personas que viven de esta actividad? Solo en el río Negro, afectaría a 40.000 hombres y mujeres. Allí, al comienzo de la cadena de suministro, se tiene una perspectiva distinta de la pesca ornamental.
En principio, la pesca ornamental en el río Negro no es nada difícil: hay que conocer los lugares adecuados, y el resto casi va solo.Las estimaciones sobre las especies de peces que viven en los ramales del río que rodean Barcelos son muy variadas. Los cálculos más conservadores cuentan 4.000, pero otros elevan la cifra hasta 6.000 e, incluso, 8.000. Según una teoría, el hecho de que la mayor parte de ellos brillen y presenten tantos colores se debe a la oscuridad del agua: los peces reconocen por la apariencia a sus congéneres, con los que se reproducen, y por eso, desde el punto de vista de la evolución, los que perviven son los más llamativos.
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A partir de la década de los ochenta empezaron a llegar cada vez más turistas y pescadores deportivos estadounidenses, japoneses y europeos al curso alto del río Negro, atraídos por los enormes cíclidos que habitan allí. Algunos de ellos tenían también acuarios y se entusiasmaban al ver estos bancos de neones nadando junto a sus barcas. La demanda de peces ornamentales de la región aumentó extremadamente, y gente de todo el estado se instaló en Barcelos. El negocio aportó empleo en el sector pesquero, el comercio y la hostelería.
La próspera ciudad alcanzó la fama de capital mundial de la pesca ornamental. Actualmente, se ven tiendas y carteles al respecto por todas partes, con fotos de ejemplares del río Negro como los tetras neones y los peces ángel, con sus grandes aletas dorsales. Las cabinas de teléfono tienen forma de peces disco. Todos los años, en febrero, se celebra el Festival del Pez Ornamental, en el que los habitantes se dividen y compiten unos con otros disfrazados de neones y discos.
Largas rutas de transporte, mala remuneración, descenso de la demanda… Poco se puede decir a favor de la pesca de peces ornamentales salvajes en el Amazonas. Hasta que se conoce a Joely-Anna Mota, que reside en una comunidad vallada a las afueras de la ciudad de Manaos. La bióloga, mujer cordial de unos 45 años, es consciente de las críticas procedentes de las organizaciones defensoras del bienestar animal, pero considera que el sector ofrece oportunidades, sobre todo para los pescadores y para la naturaleza. “Puede convertirse en un negocio muy limpio y justo y, además, proteger la selva”.
Actualmente, en muchos lugares de la selva amazónica están drenando las áreas aluviales, y la soja y el ganado vacuno suponen las exportaciones más importantes del país. El comercio de maderas tropicales y la minería de oro también tienen gran importancia. La quinta parte de la selva ha sido talada para explotaciones de estos sectores en los últimos 40 años. “El comercio de peces ornamentales puede mitigar esta evolución dramática”, asegura Mota.
A finales de la década de 1980, el biólogo taiwanés Ning Labbish Chao estudió las consecuencias de esta industria. Su trabajo demostró que este tipo de pesca no solo es una manera clave de ganarse la vida en el curso alto del río Negro, sino también que es sostenible. Su razonamiento era este: en la temporada seca, muchos bancos quedan atrapados en pequeñas charcas. Muchos mueren de hambre o son devorados por enemigos naturales. “Solo una proporción muy pequeña de la población sobrevive a la estación seca”, afirma Mota. Dado este fenómeno natural, explica, la captura con fines ornamentales no afecta a las reservas.
Chao fundó en 1991 el Projeto Piaba (Proyecto de Peces Ornamentales), una iniciativa para promover la pesca ornamental, promocionada con el lema “Compra un pez, salva un árbol”. Lo respaldan varios socios: la organización internacional para la protección de la naturaleza y el medioambiente WWF, la asociación para la defensa de la salud animal World Pet Association, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, el INPA, y la Asociación Internacional de Comercio de Peces Ornamentales (OATA).
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