La Segunda Enmienda, en sus laberintos
Visión analítica desde Washington DC, la capital del país, donde el poder y sus efectos tienen otra perspectiva. Por SONIA SCHOTT para Diario de las Américas.
En 1975, el Consejo del Distrito de Columbia, órgano legislativo encargado de hacer leyes, aprobó una Regulación de Control de Armas de Fuego, en respuesta al aumento de la violencia armada, limitando el uso y la posesión de armas de fuego incluidas, escopetas recortadas, ametralladoras, rifles de cañón corto y pistolas y exigió que, las armas legales, fuesen registradas.
Además, se requería que las armas estuviesen guardadas, descargadas o aseguradas con un seguro de gatillo. Estas restricciones fueron consideradas por muchos como las más duras de la nación.
En 2006, seis residentes de D.C. impugnaron la ley, por violar la Segunda Enmienda. El Tribunal Federal de primera instancia falló a favor de D.C. sosteniendo que “la Segunda Enmienda no otorga ningún derecho a las personas excepto, cuando una persona sirve en una milicia organizada, como la Guardia Nacional”.
Los residentes apelaron
El tribunal de apelaciones desestimó a cinco de los demandantes, pero consideró la decisión del tribunal de primera instancia con respecto a Dick Anthony Heller, un oficial de policía de D.C, cuya solicitud de registro de armas de fuego fue denegada por la ciudad.
El Tribunal dictaminó que la Segunda Enmienda protege el derecho individual a poseer armas de fuego y que la prohibición de armas de fuego de D.C., junto con el requisito de que las armas de fuego en el hogar estuvieran desactivadas, violaba ese derecho.
D.C. apeló este fallo ante la Corte Suprema de Estados Unidos
En 2008, sobre el caso del Distrito de Columbia vs. Heller la Corte Suprema sostuvo que la Segunda Enmienda garantiza el derecho individual a poseer armas de fuego independientemente de servir en una milicia estatal y a usar armas de fuego para fines tradicionalmente lícitos, incluida la legítima defensa dentro del hogar.
En un momento dramático, la Corte Suprema declaró por primera vez que la Segunda Enmienda protege el derecho de un individuo a la autodefensa y posesión de armas.
“Durante la mayor parte del siglo pasado, la interpretación de la Segunda Enmienda fue que el derecho a portar armas es un derecho colectivo, como el servicio militar; el fallo del jueves dice que la posesión de armas también es un derecho individual”, según un artículo publicado por NPR el 26 de junio de 2008, por Renee Montagne y Ari Shapiro.
Mirá también: La prohibición de armas, la Segunda Enmienda, Hobbes y Rousseau. Por Priscila Guinovart (*) para PanAm Post.
La Segunda Enmienda, a menudo conocida como el derecho a portar armas, es una de las 10 enmiendas que forman la Declaración de Derechos, ratificada en 1791 por el Congreso de Estados Unidos.
Las diferentes interpretaciones de la enmienda han alimentado un largo debate sobre la legislación de control de armas y los derechos de los ciudadanos a comprar, poseer y portar armas de fuego. La reciente muerte de 19 escolares y dos maestros en Uvalde, Texas, ha vuelto a revivir el debate en todo el país.
Las preguntas son obvias
¿Puede acaso la Segunda Enmienda permanecer como uno de los estándares de la Constitución? O tal vez respondiendo a los numerosos y trágicos incidentes, ¿ha llegado la hora de una reevaluación sobre la tenencia de armas?
A juzgar por la opinión dividida en todo el país, parece que ninguna de estas preguntas tendrá respuestas.
Como declaró hace poco el senador republicano por Texas Ted Cruz nada cambiará por el mismo trillado argumento de que son las personas y no las armas las responsables de los fatales incidentes.
Obviamente, los políticos deben estar en sintonía con los deseos de sus electores y el derecho a portar armas está muy arraigado en la cultura popular.
El hecho mismo de que un adolescente pueda comprar armas letales es algo que seguramente debería agitar las conciencias de los políticos, pero también de la ciudadanía.
Sin embargo, después de la convención anual del fin de semana de la Asociación Nacional del Rifle en Houston, Texas, quedó claro luego de los discursos entusiastas del senador Cruz y el expresidente Donald Trump que cualquier intento de introducir restricciones al derecho a poseer armas fracasaría.
El presidente Joe Biden se pronunció recientemente sobre la masacre de Texas esperando que finalmente traiga un cambio, sin muchas esperanzas.
Y es que una nueva legislación, para introducir verificaciones de antecedentes o para prohibir los rifles de asalto semiautomáticos de estilo militar, nunca sería aprobada por un Senado que probablemente esté controlado por los republicanos, después de las elecciones de medio mandato en noviembre.
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