A la caza de una de las arañas más venenosas del mundo
El especialista australiano Scott Johnson sabe que debe tomar una serie de precauciones antes de realizar cualquier maniobra para atrapar cada ejemplar.
Tan solo un poco de plástico separa al australiano Scott Johnson de una de las arañas más venenosas del mundo. Sobre una mesa en su casa se acumulan varios recipientes transparentes en los que numerosas arañas de tela de embudo se desplazan sobre la turba de musgo.
A simple vista, los arácnidos de patas largas no parecen tan amenazantes. Sin embargo, las temidas arañas de Sídney, como se las llama en su país de origen, Australia, pueden matar a un humano en menos de una hora.
Johnson vive en Engadine, un suburbio en el sur de Sídney, en el estado de Gales del Sur. En sus horas libres, el mecánico de autos se dedica a cazar arañas. Como se especializa sobre todo en esta especie tan temida, sabe que debe tomar una serie de precauciones antes de realizar cualquier maniobra.
La situación ya se pone peligrosa al intentar trasladar cuidadosamente un ejemplar de un recipiente a otro con una varilla metálica. De pronto, la araña se estira, trepa por el borde y se escapa. Sin embargo, aterriza en una bañera de plástico profunda que Johnson utiliza preventivamente para estas ocasiones.
“Las arañas de tela de embudo no pueden trepar por superficies lisas. Por eso los contenedores de vidrio o plástico son los mejores para el almacenamiento. Solamente tienen que ser lo suficientemente altos”, explica el “aracnólogo”, de 42 años.
Johnson destaca que lo más conveniente es utilizar un objeto largo, como una cuchara, para empujar cuidadosamente la araña dentro del recipiente. Luego, con un cartón se puede dar vuelta el receptáculo y cerrarlo con seguridad.
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Al australiano siempre le fascinaron los artrópodos y sabe casi todo sobre ellos. Ya de niño buscaba arañas de Sídney y las entregaba a las autoridades competentes.
Hace cuatro años, Johnson creó una página de Facebook en la que difunde información y ofrece a los habitantes de la zona atrapar arañas en sus propiedades. Además se dedica a buscar a esta especie de ocho patas en la selva australiana.
Hay 36 especies de arañas de tela de embudo. El macho de la especie de Sídney (Atrax robustus), que aparece en un radio de 160 kilómetros de la metrópoli australiana, es el más peligroso. Junto con la araña errante brasileña entró en el Libro Guinness de los Récords como la araña más venenosa del mundo.
Qué hacer si eres mordido
Las personas que son mordidas por esta araña lo notan rápidamente. En primer lugar se produce un hormigueo en la boca y se contrae la lengua y luego se siente una fuerte sudoración y calambres musculares.
Si no se administra inmediatamente un antídoto, la víctima puede morir en poco tiempo debido a una subida de la presión arterial y el ritmo cardíaco, y por la falta de aire.
Cada año, entre 30 y 40 personas sufren la picadura de una araña de Sídney. Sin embargo, hasta ahora solo se relacionaron 13 muertes con esta especie australiana, y desde que se desarrolló un antídoto en 1981 no se registró ninguna muerte.
Sin embargo, esta especie no es un huésped muy querido, según también constata Leanne Paull, de Heathcote, en el sur de Sídney.
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Paull relata que una mañana su hijo de 15 años la llama al trabajo y le cuenta que acaba de ver una araña de tela de embudo en la vivienda. Ella decide regresar de inmediato a su casa. Pero ninguno de los dos sabe qué hacer y entran en pánico.
“Intenté taparla con un recipiente, pero no lo logré y claramente la araña se enfadó. Finalmente logré que me ayudara una persona que pasaba por la calle”, cuenta. El hombre consigue atrapar a la araña y le habla del cazador de arañas Scott Johnson. Este recoge al animal a la mañana siguiente antes de ir al trabajo.
Casi a diario hay personas que lo escriben por Facebook, ya que el clima actual extremadamente lluvioso en la costa este de Australia obliga a muchos bichos a salir de sus escondites. La mayoría pide que el experto identifique a la araña en cuestión. En aproximadamente el 70 por ciento de los casos no se trata de la venenosa araña de tela de embudo.
A menudo, el experto puede reconocer la especie a partir de las fotos. “La mayoría de las arañas tienen ocho ojos y por su ubicación casi siempre se puede saber de qué especie se trata”, revela. Aproximadamente cada quince días el australiano recolecta entre cinco y diez ejemplares de la araña venenosa y las lleva al parque de reptiles “Reptile Park”, cerca de Somersby, al norte de Sídney.
Se necesitan sobre todo machos, que son cinco a seis veces más venenosos que las hembras. Su toxina es especialmente adecuada para la producción de un antídoto, ya que éste también es eficaz contra las picaduras de otras especies. “Dependemos mucho de que la gente traiga aquí las arañas”, declaró recientemente Tim Faulkner. El director del parque hizo hincapié en que sin esta ayuda de los ciudadanos sería imposible salvar vidas.
Cómo se extrae el veneno
El “Reptile Park” es el único lugar de Australia donde se extrae el veneno de los machos, una tarea sumamente delicada. “Los cuidadores necesitan una mano muy firme y la máxima concentración”, dijo a dpa una portavoz del parque australiano. “Utilizan un pequeño aspirador con una pipeta de vidrio para conseguir que la araña se ponga en posición de defensa y a continuación, se succiona cuidadosamente la toxina de los colmillos”, explica.
La secreción se envía luego al fabricante del antídoto, Seqirus, en la ciudad australiana de Melbourne. Para obtener una sola ampolla de antídoto hay que realizar este procedimiento a unas 150 arañas. Cada ejemplar macho puede someterse a este proceso como máximo durante un año, porque luego muere de forma natural. Por eso, la portavoz destaca que se necesitan urgentemente nuevos suministros.
El cazador de arañas se toma muy en serio su tarea. “Yo traigo personalmente todas las arañas al parque de reptiles”, resalta.
A menudo le preguntan si vende las arañas a particulares. Pero Johnson no solo se niega a entregarlas como “mascotas”, sino que enfatiza que su labor es ayudar a la comunidad y contribuir a que nadie tenga que morir por una picadura de la temida araña australiana.
DPA
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