Hice el programa del FBI contra tiradores activos. Y los policías en Uvalde no lo siguieron
Nota de Katherine Schweit para The New York Times. La autora es la agente especial del FBI, retirada en 2017, que creó y dirigió el programa de tiradores activos de la agencia después del ataque en la escuela primaria Sandy Hook en 2012.
Después de ver cómo se desarrollaba la tragedia en la escuela primaria Robb en Uvalde, Texas, tras tantos tiroteos en las últimas semanas, me pregunté qué era lo que no había logrado ver cuando, hace 10 años, me pidieron que iniciara el programa de tiradores activos del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés). ¿Hice que mi equipo se enfocara en los problemas equivocados? ¿Gasté el presupuesto adecuadamente para hallar maneras de salvar vidas?
Todos los tiroteos se analizan en tres partes: ¿cómo pudimos haberlo evitado? ¿Respondimos de manera efectiva para salvar vidas? ¿Cómo estamos ayudando a que la comunidad se recupere? El 23 de mayo, el FBI designó 61 tiroteos ocurridos en 2021 como ataques de tiradores activos, comparados con 40 en 2020 y 30 en 2019. No estamos evitando los tiroteos, me quedó claro. Pero quizás, pensé, estábamos respondiendo mejor a los ataques mientras se desarrollaban.
Pero si los 78 minutos que la policía de Uvalde esperó antes de encarar al atacante en la primaria Robb son un indicio, la respuesta es: no, no estamos respondiendo mejor. Aguardar tanto tiempo, dijo el director del Departamento de Seguridad Pública de Texas el viernes, “fue una decisión equivocada. Punto”.
Entonces, ¿por qué los líderes policiales tomaron esa decisión?
En los primeros años después de la masacre en la escuela primaria Sandy Hook, en diciembre de 2012, el FBI gastó más de 30 millones de dólares para enviar agentes a los departamentos de policía de todo Estados Unidos. El objetivo era capacitar a los policías locales sobre cómo manejar un caso de tiradores activos para que supieran cómo enfrentar con asertividad a un tirador y neutralizar la amenaza.
Un día después de que el FBI dio a conocer las cifras más recientes de tiradores activos, la primaria Robb fue atacada. En los últimos dos años, el distrito escolar de Uvalde había realizado al menos dos simulacros de tiradores activos, según informó el Times. Uno de ellos fue hace dos meses. El protocolo actual y el manual de mejores prácticas indican que los policías deben hacer esfuerzos de manera continua para neutralizar a un tirador cuando hay un tiroteo en proceso. Esto es así incluso si solo hay un agente presente. Sin duda, este es el enfoque correcto.
Necesitamos entender por qué ese protocolo no se siguió en Uvalde. Todavía creo que el enfoque del FBI de entrenar bajo este estándar es lo correcto, pero tengo menos confianza en su ejecución. Es posible que los policías que respondieron no estuvieran preparados para un ataque, lo que puede llevar a resultados fatales. Los agentes de la ley deben estar mentalmente preparados antes de llegar al lugar, para que puedan responder de inmediato.
Entrenar reiteradamente genera práctica y confianza. Los encuentros masivos para entrenar cada cierto número de años son más costosos y menos efectivos para activar la memoria muscular. En cambio, los departamentos deberían considerar hacer más ejercicios de simulación que se pueden hacer en una tarde. Que los oficiales recorran las escuelas y dialoguen entre ellos para discutir cómo responderían. Que los agentes revisen que su equipo esté en condiciones antes de comenzar su turno.
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El año pasado, los tiradores activos fueron responsables de la muerte de 103 personas e hirieron a otras 140 en 30 estados. Cinco de esos ataques fueron en Texas. La mayoría de los más de 800.000 agentes de la ley en Estados Unidos están en departamentos pequeños. Esta no es la primera vez que una agencia del orden ha fallado en la forma en la que responde. A veces, una capacitación puede convertirse en algo de rutina y tomarse con menos seriedad en cualquier industria, pero las agencias deben tener cuidado de evitar la autocomplacencia. ¿Están realizando la capacitación para cumplir con un requisito? Los líderes del departamento de policía deben decirles a sus agentes hoy lo que se espera de ellos y entender que los estadounidenses lo exigen.
También debemos reevaluar lo que les sugerimos a los estudiantes y maestros cuando un tirador activo ingresa a una escuela. Después de Sandy Hook, el gobierno federal adoptó el modelo de correr, esconderse, pelear, que aconseja a los estudiantes y profesores correr primero si pueden hacerlo, después esconderse si deben y, al final, luchar para sobrevivir.
Actualmente, las escuelas, en el mejor de los casos, están aplicando de dientes para afuera la primera parte de ese mantra, correr. La mayoría de las escuelas que tienen simulacros de un tiroteo instan a los estudiantes, maestros y otros miembros del personal a encerrarse o esconderse del tirador, pero casi nunca a, si pueden, correr para salvar sus vidas. Mi amigo Frank DeAngelis, director jubilado de la secundaria Columbine en Colorado, me dijo que le habría gustado que les hubieran enseñado a huir a sus estudiantes y profesores. En Sandy Hook, nueve alumnos de primer grado sobrevivieron cuando lograron escapar de su salón de clases, gracias a su valiente maestra, Victoria Leigh Soto, quien fue asesinada cuando se interpuso al asesino.
Todavía tengo pesadillas sobre los detalles de tiroteos en escuelas en los que sobrevivientes me contaron que se escondieron debajo de sus escritorios, esperando que, contra la lógica, el tirador no los viera. Es difícil olvidar las imágenes de los cuerpos de las víctimas que se son hallados acurrucados debajo de mesas de plástico, detrás de mamparas de tela o juntos, en un grupo, contra una pared.
Recuerdo haberles dicho a mis hijos que si alguien se les acercaba en un coche mientras caminaban, debían correr lo más rápido y lejos posible. Sin embargo, en muchos entornos escolares, hemos desalentado erróneamente a los estudiantes de hacer todo lo posible para solo mantenerse con vida.
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Ahora, mi hija menor es una maestra de secundaria cuya aula está cerca del final de un pasillo que tiene una puerta lateral al exterior. Los salones están llenos de pupitres. Ella sabe que los asesinos que atacan las escuelas aprovechan la oportunidad de encontrar más víctimas. No comparto el caso de mi hija para criticar las acciones de los educadores que responden a situaciones letales, sino para subrayar cuán vital es una capacitación adecuada para la supervivencia de los maestros y sus alumnos.
Nos dicen que la mejor manera de aprender es de los errores que cometemos. Según datos del FBI, en los últimos años, el número promedio de víctimas por ataque de tirador activo ha disminuido, incluso cuando el número de ataques ha aumentado. Creo que esto refleja una mejor vigilancia y una mayor conciencia pública.
Aun así, es probable que la policía no esté allí en los primeros minutos críticos de un ataque a una escuela. Tras la desgarradora tragedia de Uvalde, está claro que, casi 10 años después de Sandy Hook, debemos preguntarnos si la capacitación que diseñamos para protegernos contra los asesinos en nuestras escuelas está funcionando.
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