Descubriendo la Suecia salvaje (y gratuita) de las cabañas forestales
Una red informal de cabañas y literas para excursionistas ofrece una forma poco convencional y al aire libre de explorar la nación nórdica.
Quienes visitan Suecia, al contrario de lo que ocurre en muchos lugares del mundo, tienen derecho a caminar, andar en bicicleta, esquiar y acampar en cualquier lugar, a excepción de los jardines privados, los patios o las tierras de cultivo. Conocido como allemansrätten, o derecho de acceso público, es una parte integral de la cultura del país.
Además de esta invitación abierta a armar una carpa, en muchos espacios naturales y parques también hay cabañas en las que puede alojarse cualquiera. Algunas son antiguas cabañas de caza o de pesca, otras son antiguas casas de campo donadas a Gobiernos y municipios.
Hay más de 250, desde las más primitivas hasta las más lujosas. La fotógrafa sueca Moa Karlberg capturó docenas de ellas en el libro Stuglandet (“El país de las cabañas”), que coprodujo con el escritor Kjell Vowles.
“Pude conocer la cultura y la historia de lugares de Suecia que no eran lugares turísticos”, dice Karlberg. “Vimos muchos bosques y muchos lagos”. Sus fotos y textos muestran viviendas y paisajes de ensueño en regiones como la bellísima Laponia y Gävleborg, en el mar Báltico.
Hay una cabaña del siglo XIX con papel pintado de pavo real azul y blanco y alfombras de lana en Gotaland, y pequeñas cabañas rojas, con interiores cálidos de madera y acogedoras literas, repartidas por toda la campiña. “Me gusta estar en la naturaleza, pero no soy un campista salvaje empedernido”, dice Karlberg. “En estas cabañas puedes disfrutar de la vida sencilla, pero es mucho más cómodo que una tienda de campaña. Puedes estar dentro si llueve”.
Muchas de sus fotos retratan la magia de pasar tiempo con otros vagabundos en la naturaleza: familias con niños envueltos en vellón haciendo senderismo en el bosque, amigos reunidos alrededor de una mesa rústica tomando café. “Conocés a mucha gente cuando visitás estas cabañas, ya que no se pueden reservar y están abiertas a cualquiera”, dice Karlberg.
Vowles inició el proyecto con la esperanza de revelar tanto regiones menos conocidas de Suecia como de dar a conocer estas cabañas gratuitas, que no están bien documentadas. Él y Karlberg publicaron la guía por primera vez en 2017; se actualizó y amplió en 2021.
“Algunas personas en Suecia tienen antiguas cabañas familiares, pero no todo el mundo conoce estos otros lugares para alojarse”, dice Vowles. El libro (sólo en sueco) ofrece información detallada y mapas sobre dónde están las viviendas; los viajeros también pueden encontrar muchas de las cabañas a través del sitio web Naturkartan.
El libro, y el impulso pandémico de explorar el aire libre, han hecho que algunas de las cabañas sean más conocidas. Incluso hay viajeros que peregrinan a varias propiedades en un año, acumulando numerosas noches en literas y charlas junto al fuego con desconocidos.
Por ejemplo, Erika Åhlund y su pareja, Christer Moberg, que compraron la guía Stuglandet en 2017. “Desde entonces, nos hemos alojado en 48 de estas cabañas abiertas”, dice Åhlund. “Las cabañas nos permiten relajarnos de la vida cotidiana en la ciudad y en nuestro apartamento”.
Todas las cabañas tienen estufas de leña, lo que significa que los coleccionistas de cabañas como ellos pueden visitarlas en primavera para hacer kayak y buscar bayas o en invierno para hacer esquí de fondo. Sólo hay que llevar comida y un saco de dormir antes de registrarse.
“Los suecos tienen una conexión muy estrecha con el bosque, y ésta es otra forma de explorarlo”, dice Vowles.
National Geographic en Español
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