En la Argentina se pierden más de US$1300 millones por el jabalí
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) concluyeron un proyecto sobre diversas especies invasoras que afectan a la producción; apuntan al manejo.
Por año, en la Argentina las cifras económicas por daños de Especies Exóticas Invasoras (EEI) son preocupantes. En rigor, el jabalí causa una pérdida económica de US$1380 millones; el estornino pinto supera los US$130 millones de perjuicio, impactando fuertemente sobre la producción frutícola; el castor ocasiona un costo de US$66,5 millones y; el mosquito tigre, como vector del dengue, zika y chikungunya, conlleva un menoscabo económico anual de más de US$23 millones.
Las EEI son animales, plantas y microorganismos transportados por las personas por fuera de sus límites naturales de distribución que, una vez en un nuevo territorio, se expanden y se vuelven dominantes. En este sentido, condicionan todo un ecosistema y el funcionamiento de especies nativas, lo que trae consecuencias negativas y económicas, así como enfermedades e impactos sobre valores culturales.
Según los listados de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las EEI son “responsables de la retracción de una de cada tres especies de animales amenazados de la Argentina”. Agregó: “Son el principal desafío de conservación en nuestros parques nacionales y reservas provinciales, municipales y privadas”.
En este contexto y en pos de gestionar de manera efectiva, la amenaza y el impacto que las invasiones biológicas generan sobre la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, la salud, los valores culturales y la economía nacional y regionales, el país puso en marcha su primera “Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras (Eneei)”.
Fue así que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MAyDS) junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como agencia de Implementación, con el apoyo del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés) y aportes de contraparte de organismos nacionales y provinciales, concluyó el proyecto “Fortalecimiento de la Gobernanza para la Protección de la Biodiversidad mediante la Formulación e Implementación de la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras”.
En esta línea, Sergio Zalba, consultor FAO para la elaboración de la Estrategia Nacional sobre Eneei, se refirió a ese impacto económico que conllevan las EEI.
“De norte a sur tenemos EEI; empezando por el ligustro en Jujuy que empobrece la selva, quitándole recursos a los pueblos indígenas, en especial a los ocloyas; pasando por Mendoza con el flagelo que traen las poblaciones de tamarindos a la zona de Llancanelo; bajando a Río Negro con la problemática del jabalí; y llegando a Tierra del Fuego, donde nos encontramos con la problemática ambiental y económica del castor”, describió.
“Contar con una estrategia nacional de manejo de EEI era un paso fundamental y lo logramos. Lo que falta ahora es implementarla e involucrar de modo más fuerte al personal de Salud. Los diagnósticos cambian, por ende, es clave la construcción permanente de conocimiento para lograr el fin último que nos trazamos, que es la conservación efectiva de la biodiversidad”, remarcó Zalba.
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Para Jessica Casaza, integrante de la Oficina Regional de la FAO y consultora técnica líder del proyecto, este trabajo “permitió generar conciencia sobre la importancia de la biodiversidad de los ecosistemas, donde las EEI constituyen una de las principales amenazas de la pérdida de esa biodiversidad”.
“Por lo tanto, el proyecto generó gran cantidad de herramientas para construir y mejorar normativas, para educar y capacitar; y ahora sumamos el poder contar con una estrategia nacional como resolución ministerial, lo cual es algo fundamental”, destacó.
“Para la FAO este proyecto también fue un proceso de lecciones aprendidas, incluso en el proceso de implementación. Desde la organización estaremos siempre a disposición del gobierno argentino para seguir acompañando y facilitando acciones, incluso con otros países a nivel regional”, agregó.
Para Hivy Ortíz Chour, oficial principal del programa de campo de la Oficina Regional de la FAO, fue un trabajo de muchos años. “Las EEI afectan los sectores agrícolas productivos, la biodiversidad, el ambiente, y con ello, al bienestar de las personas. La prevención, control y gestión depende de todos los sectores, desde educadores para comprender los riesgos, profesionales de la salud para controlar los efectos de enfermedades, y técnicos agrícolas y ambientales para gestionar y evitar la propagación de estas especies. Esta estrategia de EEI logró unificar las diferentes perspectivas y proponer soluciones”, resumió .
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Por su parte, Natalia Raissa Huykman, responsable de proyectos de Ambiente en FAO Argentina, precisó que “el proyecto ha aportado una gran cantidad de herramientas de prevención de introducción de EEI y manejo de aquellas especies presentes”.
“Se generaron y fortalecieron capacidades técnicas, comunicacionales y educativas a más de 4000 personas, tanto de instituciones públicas nacionales como provinciales, diversas ONG, asociaciones y miembros del sector privado. Termina el proyecto, pero continúan los desafíos del tema y se inicia una nueva etapa de implementación de la estrategia, en la que la articulación y complementariedad entre jurisdicciones resultará clave para el éxito de las medidas y la conservación de los ecosistemas”, detalló Huykman.
En tanto, Beatriz Domingorena, secretaria de Política Ambiental en Recursos Naturales del MAyDS, manifestó que el mismo significa “una oportunidad de apertura, de redireccionamiento de políticas públicas y de puesta en valor de todos los conocimientos y saberes que se fueron gestando durante este tiempo”.
Según comentaron, son cinco los ejes estratégicos transversales y complementarios: implementación de una estrategia de comunicación, sensibilización y educación; el fortalecimiento del conocimiento sobre las EEI; la gestión integrada y coordinada entre los distintos sectores, instituciones y actores involucrados; la asignación efectiva y oportuna de los recursos humanos y económicos relacionados con la gestión y manejo de las EEI; y la implementación en el marco de un apropiado enfoque de género y de pueblos indígenas.
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