Visitada por próceres argentinos, se reorientó al turismo hace apenas 20 años
Una estancia de 230 hectáreas para conocer y disfrutar las clásicas actividades del campo argentino, ubicada en San Miguel del Monte.
La historia con hache mayúscula, esa que la mayoría de las personas sólo conocemos por los libros, es cosa de todos los días en la estancia Los Patos, situada a pocos kilómetros de San Miguel del Monte. Cuando decidió abrir el establecimiento al turismo, hace ya más de 20 años, su propietario Ángel de Estrada acuñó un lema: “Hay que usar todas las cosas sin miedo, la vajilla, la cristalería, los manteles, por más antiguos que sean”. Y lo cumple a rajatabla.
En el espacioso comedor, presidido por retratos de sus antepasados más ilustres, los comensales se sientan en las mismas sillas donde solía sentarse Santiago de Liniers antes de las Invasiones Inglesas y comen en los mismos platos que utilizaba el fundador de Editorial Estrada allá por 1870. Y es que Los Patos –totalmente aggiornada en lo que atañe a confort, servicios y atención– viene de lejos.
A comienzos del siglo XIX sus tierras formaban parte de una icónica estancia llamada El Rosario, que supo tener 130.000 hectáreas adquiridas entre 1806 y 1821 por Antonio Dorna, ancestro que arribó a estas pampas contratado como noveno contador del virrey Rafael de Sobremonte. Dorna –que fue vecino de Juan Manuel de Rosas cuando el Restaurador tenía su famosa estancia Los Cerrillos del otro lado del río Salado– había trabajado anteriormente como pilotín en la costa de Guinea y, según cuenta la leyenda, se enamoró de Monte porque cuando él llegó aún no había árboles y el campo tenía “la inmensidad del océano”.
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Con el correr del tiempo e invirtiendo los salarios atrasados de su epopeya africana, que iban llegando a cuentagotas, se convirtió en el principal proveedor de ganado vacuno de la ciudad de Buenos Aires y hasta tuvo el honor de criar caballos para el ejército de San Martín. “Rosas se llevaba bastante bien con Dorna, pero no así con su yerno, José Zenón Videla”, comenta Estrada al pasar, como quien habla de un viejo conocido.
“Por eso, cuando don Antonio muere, el caudillo confisca parte de la estancia. De modo que, en algún momento de la historia argentina, esto que hoy se llama Los Patos le perteneció a Rosas”. Más tarde, los Videla Dorna recuperaron por vía judicial las hectáreas confiscadas. Y, particiones mediante, El Rosario –que abarcaba ni más ni menos que el sistema de lagunas Encadenadas de Monte– fue dando paso a propiedades menos extensas.
Hoy Los Patos cuenta con 230 hectáreas y continúa con sus actividades tradicionales, que los huéspedes pueden realizar según el calendario: desde recolectar duraznos en temporada y atender las tareas de la huerta hasta bañar y cepillar a los caballos o acompañar a los peones en el arreo de los animales apenas despunta el sol. Los paseos en carro o en volanta son imperdibles. Francisco Meyer Ayala y Victoria Gahan, actuales anfitriones de la estancia, acompañan y guían las cabalgatas que bordean campos arados y potreros donde pastan vacas y ovejas.
Desde hace más de 10 años, en Los Patos no se agregan sustancias químicas a la tierra; así han logrado que vuelvan las lombrices y los escarabajos y que prosperen muchas especies de pastos que hace tiempo no se veían. Eso se nota, y se valora, en las comidas caseras.
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Francisco, que también está a cargo de la cocina, combina platos tradicionales criollos con otros de viejo cuño familiar. Nunca faltan las ensaladas frescas ni las pastas o las milanesas con papas fritas crocantes, y se destacan las delicias elaboradas según recetas secretas “de la abuela”, como el flan, el soufflé de queso y las infaltables sopas de remolachas, puerro o espinacas cosechadas en la huerta.
Y, por supuesto, el asado generosamente servido en la flamante matera, un espacio inaugurado este año en el área de los corrales, donde también hay juegos criollos y de mesa y se puede disfrutar de un exquisito té con masas cuando cae la tarde.
En la casa principal, construida en 1969 por el propio Ángel, la gran protagonista es la biblioteca. Hay libros del bisabuelo de Estrada, que no sólo fundó la editorial homónima en 1869 –la primera en publicar libros de texto en nuestro país–, sino también la primera fábrica de papel. Llama la atención, entre otros tesoros, una antigua silla de lectura con un dispositivo especial para “libros voluminosos y pesados” típicos de otros siglos.
La biblioteca es el lugar que elige Ángel para agasajar a sus huéspedes con un picante “venenito”, copetín de su autoría que ya tiene club de fans y cuya clave radica no sólo en los ingredientes (por supuesto secretos), sino en la manera de servirlo: hay que verter el líquido con suavidad y pulso firme sobre una prolija montañita de cubos de hielo. Los Patos tiene cinco amplias habitaciones para dos personas –tres en la casa principal y dos externas–, cuya decoración conjuga lo señorial con detalles autóctonos.
También se organizan visitas guiadas al Rancho de Rosas, hoy emplazado en San Miguel del Monte. Declarado reliquia histórica en 1987, fue donado por Otto Bemberg, entonces propietario de Los Cerrillos, cansado de los turistas que llegaban a visitarlo. Es un rancho de cinco habitaciones en chorizo, con paredes de adobe que el Restaurador mandaba pintar mezclando sangre de vaca para obtener el color rosa que tanto le gustaba.
Cada habitación tiene su salida independiente y el rancho no tiene cocina ni baño, como era común en la época. Las dos primeras conservan los techos trenzados por indios pampas con pasto, caña tacuara y troncos de palmera. “El traslado fue una apoteosis”, se entusiasma Ángel. “Tuvieron que montarlo en un carretón de 120 ruedas hidráulicas y tardó varios días en recorrer los 60 kilómetros desde su emplazamiento original hasta su ubicación actual”.
DATOS ÚTILES
Pensión completa + actividades (incluye alojamiento, las cuatro comidas, bebidas sin alcohol y vino de la casa en almuerzo y cena, cabalgatas, paseos en carruaje, uso de la pileta). Aceptan mascotas pequeñas.
Consultar por el día de campo y también por el coaching con caballos, a cargo de Nadine Bell, actividad que propone un encuentro espiritual con los animales, basado en la apertura a las emociones, el respeto a los tiempos de cada uno y la observación.
Ruta 41, San Miguel del Monte. A 118 km de Buenos Aires.
T: (11) 2659-1677. www.estancialospatos.com.ar
Teresa Arijón – PARA LA NACION
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