Determinaron el cupo final de exportaciones de sábalos para 2022
La baja del caudal del Paraná no fue obstáculo para suspender los envíos al exterior.
El pasado 29 de diciembre, mediante la Resolución 282/2022 de la Secretaría de Agricultura Ganadería y Pesca, se fijaron los cupos de exportación para las especies de pescado de río que periódicamente se analizan. Estas son fundamentalmente el sábalo, pero también las especies acompañantes, como ser tarariras, bogas, patíes y bagres de río, que periódicamente se suman al stock exportable.
También están bajo análisis, los surubíes, manguruyúes, dorados de río, armados y manduvíes todos los cuales están excluidos desde hace años de las autorizaciones de exportación, pero hasta tanto los estudios arrojen resultados que sugieran lo contrario.
En los considerandos de la resolución “se concluyó que el incremento de niveles hidrométricos de las últimas semanas es insuficiente, hasta el momento, para lograr un reclutamiento exitoso a la población en la temporada 2022-2023.” Está claro que entre la fecha del informe y estos días la situación ha cambiado. Todos los días leemos noticias que alertan de la bajante del Paraná.
Aún así y si bien no se volvió a los niveles del 2019, se autorizó la exportación de 6378 tn de sábalos, en lo que es una cifra parecida a la del 2021. Por otro lado no se autorizó la exportación de ninguna otra especie.
Los últimos 15 años
Con el tonelaje habilitado para el 2022 se habrán autorizado, en los últimos 15 años, exportaciones de sábalos por 168.106 toneladas que sumadas a las 19 mil de otras especies, totalizan extracciones de pescados enteros y fileteados, frescos, refrigerados o congelados por más de 187 mil toneladas.
Las cifras asustan. Son millones de ejemplares extraídos del río sin devolverle nada. Son millones de ejemplares que en manos de la industria de la pesca deportiva hubieran generado recursos tanto o más importantes que los producidos por la exportación.
“En el mercado colombiano el sábalo se vende con el nombre de bocachico, porque así se conocía a un pescado que en Colombia desapareció por las represas. En Bolivia lo venden como sábalo del Pilcomayo pero, en realidad, es lo que extraen del Paraná los capturadores entrerrianos y santafesinos, y luego constituye el 70 por ciento del mercado boliviano”, afirmaba el director general de Proteger en el 2006. Según el dirigente de la ONG, en Brasil la pesca del sábalo está prohibida, pero no el consumo. ¿La solución? Sencilla: se saca del Paraná. Muchos años después nada cambió.
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Sin ninguna iniciativa de piscicultura que tienda a favorecer el desarrollo de especies tanto nativas como introducidas, demandadas a escala nacional e internacional y con crecimientos aceptables para ser una producción rentable, como ser el pacú, el sábalo o la boga, sin obligaciones específicas a los principales beneficiarios como lo son los frigoríficos y sin leyes que protejan al río, nada parece que vaya a cambiar. Ni siquiera el crecimiento del río, pues a más caudal de agua los organismos técnicos seguramente autorizarán más capturas. El cuadro anterior así lo demuestra.
Todas las regulaciones en esta materia pueden consultarse en la página de AICACYP
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