La marca de bicicletas eléctricas que es furor en Europa y Estados Unidos y quiere revolucionar las ciudades
VanMoof, la compañía holandesa de bicicletas eléctricas se impuso en medio de la pandemia y mostró una tendencia en la movilidad urbana; “Las personas van a poder viajar por la ciudad sin esfuerzo”, resaltan
Ties y Taco Carlier son dos hermanos que se criaron en Holanda, en un paisaje con caminos llanos y leyes de tránsito bici-friendly. Al transporte de las dos ruedas lo probaron por primera vez a los cuatro años con sus padres. En el país, casos de familias sin auto son la regla y no la excepción.
Cuando empezaron a viajar y a conocer ciudades como Nueva York, se toparon con algo que no se esperaban: las personas no usaban la bicicleta de la misma forma en la que lo hacían en su país natal. Quizá por el caos urbano, quizá por la inclinación del terreno, quizá por el clima. Y quizá por el conjunto de todas estas cosas. Fue esta experiencia comparativa la que plantó la semilla del proyecto que se convertiría en una de las marcas de bicicletas eléctricas más populares a nivel internacional: VanMoof.
Con la pandemia, el mundo de la movilidad se reconfiguró. Muchos abandonaron el transporte público por miedo al contagio y las calles se llenaron de ciclistas. Berlín, por ejemplo, está construyendo un camino urbano exclusivo para bicicletas.
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En definitiva, las ventas de bicicletas eléctricas se dispararon y VanMoof, fundada en 2009 por la dupla, fue un foco de atención para varios inversores. En cuestión de meses, la compañía recaudó US$150 millones de empresas que apostaron por el negocio de la movilidad sostenible. “Queríamos cambiar la forma en la que funcionan las bicicletas desde una perspectiva tecnológica”, dijo Ties Carlier en una entrevista.
En un mercado con multitudes de personas queriendo salir a rodar y hacer ejercicio en general, la compañía atrajo una gran clientela de profesionales urbanos alrededor de Europa y Estados Unidos. “Ámsterdam es chica y plana, pero gran parte de las ciudades del mundo están construidas en terrenos montañosos, y con el calor veraniego las distancias se hacen más largas y tediosas”, explicó Carlier y agregó: “Estas limitaciones se relativizan absolutamente cuando tenés una bici eléctrica”.
Con diseños simplificados, nuevas políticas de incentivos corporativos y gubernamentales en varias ciudades, y una mayor conciencia social sobre los beneficios ambientales de reemplazar al auto por este medio de transporte, la firma holandesa calcula que sus ventas van a alcanzar US$4600 millones para 2026, el doble de las predicciones previas a la pandemia. “Tenés a todas las grandes ciudades del mundo invirtiendo en infraestructura para bicicletas, los resultados van a ser inevitablemente positivos”, aseguró Carlier.
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Horace Dediu, un analista de tecnología especializado en el estudio de la movilidad urbana explicó que, aunque las bicicletas eléctricas siguen siendo un producto de nicho, su popularidad creció significativamente en los últimos dos años, y que seguirá creciendo exponencialmente. “El negocio me hace acordar a los primeros días del mercado de los teléfonos celulares, antes de que fuera revolucionado por el iPhone y cuando había muchas más marcas fabricando miles de modelos distintos entre sí”, contó a modo de comparación y concluyó: “Alguien se va a imponer, eventualmente”.
Para Dediu las bicicletas eléctricas tienen el potencial revolucionar el transporte urbano. “Las personas van a poder viajar por la ciudad sin necesitar un gran esfuerzo físico para subir una colina empinada o apurarse para llegar a tiempo a una reunión”, dijo.
Así y todo, el hecho de que hayan cada vez más alternativas a los motores de combustión interna -que además no demandan un estado físico impecable- no es suficiente para que las ciudades concreten cambios drásticos en las dinámicas urbanas. Siempre es fundamental que los gobiernos y las corporaciones ofrezcan incentivos para ayudar a compensar los costos de inversión iniciales, y para promover la incorporación de estos nuevos medios de transporte.
The New York Times – La Nación
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