En pandemia y por la columna vertebral argentina – Parte 2
Por Charly Centineo para Revista Aire Libre 49
Amo viajar, cosa que heredé de mis padres. De chico empecé a viajar por mi territorio cercano, en bici, con salidas en un radio de 200 km alrededor de Tandil, mi lugar en el mundo. A los 25 llegó la primera moto y los límites se corrieron definitivamente para conocer Argentina y los países cercanos. Afortunadamente también tuve la suerte de poder subirme a algún avión y conocer territorios más lejanos.
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Tras una primera etapa que narramos en el número anterior, ahora con frío, en el mes de mayo decidí ir hacia el norte. La idea fue subir rápido para bajar lento. De Tandil a Rosario para tomar la clásica RN34 y cruzar Santiago del Estero para buscar los cerros tucumanos. Por la quebrada de Los Sosa se sube a Tafí del Valle y es parada obligada en la búsqueda de los valles calchaquíes.
Hay bastante para andar por ahí, El Mollar, la estancia jesuítica Las Carreras que se dedicaba a la cría de mulas eran, junto a las estancias de Córdoba los estratégicos asentamientos de esta orden religiosa, todas en relativa cercanía al Camino Real hacia el Alto Perú. Al avanzar hacia el oeste se sube al Abra el Infiernillo para bajar hacia Amaicha del Valle y poco más adelante encontrar la RN40 a muy pocos kilómetros de las ruinas de los Quilmes. Se respiran historias de lucha y resistencia a la colonización española, en todo el valle. En esa zona limitan Catamarca, Tucumán y Salta.
Al ir arrimando a Cafayate los viñedos van invadiendo el terreno y en suelo tucumano ya hay buenas bodegas como Arcas de Tolombón (7 Vacas), Altos la Ciénaga y Faustino del Pozo. Hay que ir despacio, mirando, parando, conversando… y buscando vinos! Todo esto es terreno que he recorrido muchas veces, pero todo cambia, y cómo cambia. Cafayate ya no es pueblo, creció en todo sentido pero la esencia está intacta.
Viajar no es sólo moverse por la ruta, es intentar generar en nuestra mente un esquema del espacio que recorremos, es tener conciencia de dónde estamos y a dónde vamos. Hoy todos tenemos un gps satelital o como mínimo el maps en el celular. Es una gran herramienta si la utilizamos como ayuda, pero de ninguna manera reemplaza la cartografía. Los mapas. Nada más lindo que observarlos en detalle. Cuando hay opciones de ruta generalmente la más linda es la de ripio. Se va más lento, claro, pero el paisaje es más virgen.
De Cafayate hacia el norte se abren dos opciones. Elegí “subir” por la quebrada del Río de las Conchas (asfalto) dejando la RN40 para hacer el regreso por ahí. Entonces se pasa por formaciones muy bonitas como la garganta del diablo o el anfiteatro que nos recuerda al Parque Nacional Talampaya en un trazado que nos lleva a Salta Capital. Salta la linda, si no la visitaste nunca, hay mucho para ver. Pasé rapidito pero recorrí sus calles y sus cerros cercanos como el San Bernardo y el de las Apariciones.
Siguiendo el rumbo a San Salvador de Jujuy es obligatorio hacer el viaje por la antigua RN9 o “la cornisa” y a la pasada, por el Dique La Ciénaga comer pejerrey en el Club de Pescadores. Este dato lo tenía una antigua guía del ACA y desde que lo leí no dejo de parar y cumplir el ritual de comer el pescado casi como si fuese una cábala viajera.
Apareció la lluvia en la tarde y me acordé que pasar por Termas de Reyes era una buena manera de aprovechar el mal tiempo. De ahí a San Salvador son pocos kms y llegué para cenar en Viracocha, un restaurante que combina ingredientes autóctonos de la región, en una cocina con toques gourmet, interesante carta de vinos y precios razonables.
Jujuy es una provincia mágica, tan pequeña como diversa. Los cambios de altitud generan cambios de clima, suelos y paisajes que mutan en pocos kilómetros. De Humahuaca bien vale la pena entrar hasta la serranía de Hornocal 4760 msnm (horno cal, ya que hubo explotación de esa formación calcárea). Allí se llega previo ingreso por un pórtico de una comunidad a la majestuosa vista del cerro de los 14 colores.
Volví a San Isidro. Se llega desde Iruya caminando por el lecho de un río. El pueblo no tiene calles sino senderos y está clavado en la montaña. Esa fue la única noche que no dormí en la Fiorino, hay donde pasar la noche con buen servicio incluyendo wifi. Algo impensado hace poco. Un golpe de suerte fue haber llegado justamente el día del santo, el día de San Isidro Labrador. El norte tiene una cultura muy fuerte respecto de sus fiestas patronales y vale la pena coincidir y vivir con su gente una celebración donde se mezclan rituales. (Vale destacar que Iruya y San Isidro están en Salta, pero se acceden desde RN9 en Jujuy).
Cerquita está Yavi que fue el único marquesado que se creara en lo que hoy es territorio nacional. Se llega avanzando hacia el este luego de apreciar el cordón de los Ocho Hermanos, una bonita formación donde hay pinturas rupestres. Detenido en el tiempo, rebalsado de paz a 3500 msnm.
A Santa Victoria (no confundir con Sta Victoria Este en la misma pcia) se llega por un hermoso camino de ripio que sube desde Yavi para alcanzar 4600 msnm y luego baja para ir mostrando la transición de la puna al preámbulo de la yunga. Vicuñas y chinchillones mansos y acostumbrados a la soledad te miran pasar. Son nada más que 100 km, pero paseando son 4 horas inolvidables donde no te cruzás prácticamente con nadie.
Baja el sol y sigo avanzando para llegar a Cusi Cusi. Este pueblito de unos 300 habitantes está a 3800 msnm y tiene dos calles longitudinales y unas cuantas más que las cortan en forma perpendicular, con casas de adobones crudos. El nombre significa lugar alegre, y la calidez de la gente con la que conversé le aporta mucho a eso.
Siguiendo al sur se pasa por Orosmayo y aparece Minas Pirquitas. Este pueblito de unos 600 habitantes está estrechamente vinculado a la explotación minera. Esto explica como la ruta 40 en esa zona se convierte en un billar comparando con los tramos anteriores debido al mejoramiento y mantenimiento que realiza la mina por sus propios intereses.
La parada siguiente es Susques y se pasa por Sey rumbo a La Polvorilla, conocida por todos al menos en fotos, es el famoso viaducto del Tren de las Nubes, construido para conectar el norte de Chile y Argentina en los años 30.
Otro tramo picante fue llegar al punto máximo de altura en el Abra de Acay. El camino está feo y, si bien ya lo había recorrido en ambos sentidos en viajes anteriores, estuve a punto de desistir. Por suerte un lugareño me alentó a encararlo. De norte a sur es más fácil, porque lo más complicado es de la cima hacia La Poma. Se pasa por un punto máximo de 4895 msnm y la belleza es indescriptible. Todo viajero debería hacerlo al menos una vez.
A la pasada por Payogasta me encuentro con los secaderos de pimientos. Hermosas alfombras rojas de pimientos que sólo con sol y baja humedad se secan y esperan ser molidos. Por supuesto que cargué con 1 kg de pimentón recién molido que da un sabor único a las comidas.
Seclantás, Molinos, Angastaco, San Carlos, todos pueblitos con encanto. Artesanos que dejan horas y horas en su telar, silencio, buena comida. Hay que ir despacio porque es ruta, pero en tramos es un camino angosto y porque formaciones como la quebrada de Las Flechas son para verlas una y mil veces.
De vuelta en Cafayate me agarró el DNU donde todo el país volvió a cerrarse. No quería apurar demasiado la vuelta y pensé las rutas que me serían más tranquilas para regresar a casa. Elegí seguir por las cuarenta. Ya en provincia de La Rioja, una pasada para cargar aceitunas en Aimogasta y la pausa en Chilecito que siempre es lindo de visitar. Dejando a mi izquierda (al este) la sierra de Velasco que fuera el terreno de un trekking complicado que hicimos con Marcelo Palahi hace años y publicó Aire Libre.
Al llegar a San José de Jachal decidí dejar la 40, que rumbo a San Juan y Mendoza Capital se torna aburrida. Entonces tomé al oeste por la cuesta del Viento para llegar a Rodeo y de allí por Iglesia, desde donde se puede cruzar a Chile por el Po. Agua Negra, hacia Barreal.
El barreal blanco es parte del Parque Nacional El Leoncito (estamos en San Juan) y es un fenómeno muy curioso y digno de ver. Es el lecho de un lago seco que queda expuesto y muestra un barro cuarteado muy particular. Ahí cerca está el observatorio astronómico CASLEO donde tuve la suerte de realizar una visita guiada que vale la pena. Pasadita por Uspallata, Mendoza, donde recomiendo ir por Cruz de Paramillos rumbo a Villavicencio. Esta vez no hice esa vuelta y tomé la RN7 para desembocar entre viñedos al sur de Mendoza Capital.
Vuelo directo a Tandil con la escala gastronómica obligada de cada viaje en Don Ramón, General Alvear, donde las rutas 143 y 188 se cruzan. Siempre el plato del día, nunca falla.
#YoSiMeBaño
Mucha gente que sigue mis viajes en las redes me pregunta cómo se hace para viajar si ducha? Es simple. En la Fiorino llevo un kit que se vende por internet que consiste en una pequeña bomba que se conecta a la toma de 12v y que tiene una manguera con un duchador en el extremo. En verano es fácil. En invierno, hay que aprovechar las horas tibias del mediodía y calentar el agua. Por supuesto llevo garrafa y bidones. Darse una ducha rápida con agua caliente es gratificante y si esto ocurre en 4500 msnm en el medio de la soledad de un camino de ripio en la puna pasa a ser indescriptible. Hay que vivirlo.
Por Charly Centineo desde Tandil
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