Aprender a sobrevivir en la naturaleza, una curiosa propuesta para los que buscan probarse a sí mismos
Hay cursos que enseñan técnicas para arreglárselas en soledad en terrenos adversos con pocos recursos y poner a prueba la resistencia y fuerza de voluntad.
Muchos recordarán la increíble historia de Shoichi Yokoi, el soldado japonés que se ocultó en la selva 27 años sin saber que la Segunda Guerra había terminado. Cuando los estadounidenses desembarcaron en Guam, Yokoi decidió internarse en la selva, donde viviría casi tres décadas escondido para no romper su juramento de lealtad al ejército imperial. Logró sobrevivir cavando un refugio subterráneo, tejiendo ropa con fibras de cáscaras de coco y siguiendo una dieta a base de nueces, mangos, papaya, camarones, ratas y ranas. Fue encontrado en 1972 por dos cazadores cuando se disponía a revisar sus trampas fabricadas con juncos para cazar anguilas y camarones.
Otros recordarán a los 16 supervivientes del avión uruguayo estrellado el 13 de octubre de 1972 en la cordillera de los Andes, a 4500 metros de altitud y 15 grados bajo cero. Aquel día comenzó una lucha por la supervivencia que se prolongó durante 72 interminables jornadas. El accidente pasó a la historia como “el Milagro de los Andes”, uno de los episodios de supervivencia más impactantes que llevó a sus protagonistas al límite de comer a sus compañeros muertos.
Dos claros ejemplos de supervivencia. Pero sin llegar a estos casos extremos, se puede aprender a sobrevivir en condiciones difíciles y con pocos recursos, aquí nomás, en Ezeiza. Una experiencia diferente, pero al alcance de todos los que quieran probar algo diferente.
“Supervivencia es la acción de sobrevivir a las circunstancias adversas propias de un terreno hostil desconocido, con los medios disponibles al alcance y con el objetivo de salir con éxito de esa situación lo antes posible”, explica Gabriel Esquivel, militar retirado de la Fuerza Aérea, fundador y director del Centro Argentino de Capacitación y Entrenamiento Northlatitude (CACEN), que desde 2005 se dedica a dictar cursos y organizar salidas prácticas de supervivencia en diferentes terrenos como montañas, sierras, selvas, montes, desiertos y glaciares. También fue elegido en Argentina por Discovery Channel como instructor de pruebas de supervivencia.
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Desde siempre el hombre desarrolló naturalmente herramientas para sobrevivir. Primero para adaptarse al medio y superar sus amenazas, y más tarde para subsistir en situaciones extraordinarias como misiones militares, tragedias o extravíos. Ese es el origen de la rama de la supervivencia denominada deportiva o recreativa, cuando voluntariamente y con fines de capacitación los participantes salen a la naturaleza para someterse a ciertas privaciones y desafíos físicos y mentales en condiciones adversas.
El estudio técnico y la capacitación formal en supervivencia, rastreo y orientación comenzó en las Fuerzas Armadas a fines del siglo XIX, y se perfeccionó durante el XX, con las guerras mundiales, para luego dar a luz como actividad con fines recreativos a partir de seis conceptos o prioridades básicas para conservar la vida: refugio o abrigo; agua; alimentos; señalamiento o pedido de auxilio; primeros auxilios y el fuego. El fuego tiene especial importancia, ya que tiene relación con todos los demás aspectos: abriga, permite hervir agua para potabilizarla, cocinar los alimentos, hacer señales y esterilizar elementos para las curaciones.
Los cursos comienzan con una reunión para que los participantes se conozcan y reciban información teórica. Los contenidos son vivenciales y pueden extenderse varios días. Básicamente, se brindan nociones de vital importancia para que el “superviviente” ponga a prueba su resistencia y fuerza de voluntad sin requerir elementos tecnológicos complejos, desde primeros auxilios; orientación con el sol y las estrellas; señalamiento; construcción de refugios valiéndose del entono natural; obtención de alimentos de origen silvestre, agua potable, así como encender una fogata sin fósforos ni encendedor.
“El señalamiento consiste en hacer señales codificadas de tierra/aire, tanto diurnas como nocturnas, como la señal internacional SOS. Cuando uno se pierde en la naturaleza hay que romper formas y colores que llamen la atención al ojo humano. Luego hay una señal de emergencia que se llama triángulo de fuego, y consiste en encender fogatas en los vértices de un triángulo equilátero, separados a 30 metros. De día se hace humo con vegetación verde, y de noche se encienden las fogatas para ser visibles en la oscuridad”, precisa Esquivel.
Organización, psicología en supervivencia, liderazgo, trabajo en equipo, orientación y travesía; trampas, nudos, vestimenta y mochila de emergencia, camillas improvisadas, construcción de arcos, flechas y lanzas; balsas de supervivencia, estudio de terrenos y climas son algunas de las nociones que se abordan en este tipo de cursos, que pueden desarrollarse muy cerca de la ciudad de Buenos Aires en los bosques de Ezeiza, en el monte del Paraná de las Palmas (Escobar) o San Pedro, hasta distintas provincias.
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Al llegar al lugar establecido se organiza un campamento (sólo se brinda una ración mínima de agua y comida, pero no se llevan carpas ni bolsas de dormir, la idea es arreglarse con lo puesto) y se practican las diferentes técnicas y procedimientos de supervivencia. También se realizan travesías en el terreno para poner a prueba los métodos de orientación y navegación terrestre básicos, con brújula y carta topográfica.
Actitud mental positiva
Otros de los conceptos clave son la actitud mental positiva (AMP), organización y liderazgo. “Líder se nace y jefe se hace. El liderazgo es propio del espíritu de algunas personas, una capacidad que frente a una situación límite puede aflorar de manera natural. Liderazgo y trabajo en equipo van de la mano. En una situación de emergencia hay que dejar todas las diferencias de lado para organizarse y distribuir tareas”, asegura Esquivel, que dicta clases como instructor internacional de instructores de la Escuela Internacional Dragones del Golfo de Colombia.
El perfil de las personas que se acercan a realizar este tipo de prácticas es muy variado, y abarca hombres y mujeres de distintas edades y diversas profesiones. “No hay un perfil común más que el desafío de probarse a sí mismo. Tantos mujeres como hombres pueden hacerlo, y los menores a partir de los 12 años, acompañados por sus padres. Con fuerza de voluntad y ganas cualquiera puede hacer esta capacitación”, explica Esquivel, que obtuvo su entrenamiento en técnicas de supervivencia y orientación durante su paso por la Fuerza Aérea Argentina.
Y concluye: “Sin dudas, se trata de una experiencia que brinda la posibilidad de ponernos a prueba y experimentar sensaciones que nunca antes habíamos sentido. Atravesar una situación de supervivencia es una experiencia inolvidable, y te puede cambiar la manera de ver la vida para siempre”.
Para deleite de sus fans, existen muchos films de aventura y suspenso que reflejan fielmente algunas de estas técnicas de supervivencia, como Al filo del Peligro (1997), de Lee Tamahori, con Anthony Hopkins y Alec Baldwin; Rescate al amanecer (2006), de Werner Herzog, con Christiane Bale o Infierno Blanco (2012), de Joe Carnahan, con Liam Neeson.
Manual de Supervivencia
“Encontrarse imprevistamente en el límite de toda resistencia física y psíquica normal en un medio ambiente hostil, y sobrevivir esa circunstancia, empleando un mínimo de medios y sin estar acostumbrado a ello”, define Walter Martínez, uno de los principales referentes de la actividad en Argentina que escribió el único Manual de Supervivencia profesional publicado en el país.
Como gendarme, Martínez vivió muchos años en diferentes fronteras del país, zonas muy agrestes donde empezó a investigar y llevar registro de cómo los nativos conservaban los alimentos sin electricidad; cómo detectaban y combatían a los insectos dañinos, cómo construían sus refugios y otros tantos conocimientos de los que llevó apuntes y poco a poco comenzó a tomar forma la primera edición de su Manual del Supervivencia (1975), un auténtico libro de culto.
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Como para tomar dimensión de su obra y el vasto campo de la supervivencia basta repasar algunos puntos de su índice, desde Prioridades para un sobreviviente; Los peligros de la selva; Campamentos; Maneras de hacer fuego; Normas para pescar; Trampas de caza; Supervivencia y salud. Los peligros del desierto, Efectos del aumento de la temperatura corporal en zonas cálidas; Porcentaje de deshidratación respecto al peso corporal; Límite fisiológico del consumo de agua en el desierto; Búsqueda de agua; Forma de obtener agua de vegetales; El desierto y la salud y Los peligros en montaña, entre otros;
“Una persona sana puede sobrevivir en cualquier zona inhóspita si sigue una serie de simples reglas y hace buen empleo de su sentido común. Los conocimientos necesarios son: captación de las particularidades naturales de la zona, formas de obtener agua y alimentos, métodos para conservar la salud, y maneras de hallar auxilio. Asimismo el conocimiento de las técnicas de supervivencia reducirá las posibilidades de verse sometido a presiones psicológicas y de cometer errores peligrosos”, señala Martínez.
Y concluye: “Curiosamente, algunas personas han perecido por no saber orientarse o efectuar señales pidiendo auxilio, a corta distancia de una aldea o al alcance visual de quienes los buscaban. La recomendación básica a todos aquellos que se aprestan a realizar un camping o adentrarse en zonas agreste es dejarle por escrito a una autoridad el itinerario planeado, los nombres de los integrantes, la marca, color y número de la patente del vehículo y la fecha de regreso. Todos ellos son factores clave para facilitar un eventual rescate”.
Alejandro Rapetti PARA LA NACION
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