Una tradición indígena de Canadá que se ve amenazada por un frío que no llega
El sur de Quebec se encuentra casi en uno de los cinco inviernos más cálidos de su historia, algo que pone en riesgo el legado cultural de los nativos.
El sur de la región de Quebec está cerca de experimentar uno de sus cinco inviernos más cálidos registrados de su historia. Las actividades que dependen del frío, como las celebraciones estivales o la pesca, están a mínimos. “Deberíamos haber conseguido lo que tenemos ahora hace más de un mes”, explica el pescador Mike Diabo en declaraciones a Reuters.
Diabo y su familia forman parte de una de las primeras comunidades de Canadá. Viven al sur de la provincia de Quebec, en la región de Outaouais, y forman parte del pueblo de los algonquinos, que está asentado en la reserva Kitigan Zibi Anishinabeg. El suyo es uno de los más de 650 pueblos aborígenes en Canadá y una de las primeras culturas en entrar en contacto con los europeos.
Relacionado: Gonzalo Rodriguez pescando en el hielo
La pesca sobre hielo forma parte de las tradiciones ancestrales de las Naciones Originarias de Canadá. Este año, la escasez de hielo ha privado a su familia de una parte importante de su dieta y de una práctica muy arraigada en su patrimonio cultural y sus tierras. Estas comunidades indígenas dependen de la caza, la pesca y la recolección de alimentos para subsistir o complementar sus dietas.
Las cálidas temperaturas están poniendo en jaque a esta comunidad y al resto del país. En la capital del país, Ottawa, por ejemplo, es la primera vez en mucho tiempo que el Rideau Canal Skateway, la pista natural de patinaje sobre hielo más grande del mundo, no ha podido abrir.
¿El fin de la pesca sobre hielo?
La mayoría de los inviernos, al menos una vez por semana, Diabo se desplaza con su moto de nieve a la orilla de uno de sus lagos locales preferidos. Para pescar a través de la superficie helada, el padre de familia hace un agujero para revelar el agua oscura que hay debajo.
“No estamos teniendo un número suficiente y constante de días bajo cero para que el lago se congele“, declaró Diabo, que está de baja por paternidad de su trabajo como profesor de secundaria, a la agencia de noticias Reuters. El hielo es demasiado fino, señala, para poder plantarse encima y ponerse a pescar.
Diabo, de 46 años, solo ha salido a pescar cuatro veces en lo que va de año. Normalmente, empezaba, como tarde, a principios de enero. Y el pronóstico no es alentador. Se teme que la temporada de pesca sobre hielo continúe acortándose en los próximos años.
“Deberíamos haber tenido lo que tenemos ahora hace más de un mes. Todo se ha retrasado: poder salir ahí fuera y pescar con seguridad o viajar por las superficies acuáticas y cazar”, añade.
De sus lagos preferidos Bitobi y Cedar Lakes, Diabo suele conseguir lucios del norte, lubinas, truchas y pescados blancos, que emplea para complementar la dieta de su familia. Es una manera de continuar el legado de sus antepasados anishinaabe, colectivo del que forman parte los algonquinos.
Legado y alimento
Las comunidades indígenas —inuit, métis y Primeras Naciones— son las que mayor inseguridad alimentaria sufren en el país norteamericano. Esta es una de las conclusiones de un informe publicado en 2021 que analiza la situación de estas poblaciones.
Estas cifras empeoran si hablamos de los indígenas que viven en reservas. Según el mismo documento, la inseguridad alimentaria en este sector de la población es cuatro veces superior a la media canadiense.
Relacionada: La increíble aventura sobre un río congelado
Aunque la comida tradicional constituye solo una pequeña parte de la dieta de los indígenas, suele ser su principal fuente de nutrientes clave, como el hierro y el zinc, según explica el nutricionista y profesor de la Universidad de Montreal, Malek Batal, a Reuters.
“La gente nos dice en general que le gustaría tener más comida tradicional, pero hay barreras, y una de ellas es el cambio climático”, dijo Batal. Las estaciones están siendo más cortas y se está reduciendo el número de animales y peces en el medio natural. Un ejemplo son los alces, que están en declive debido a la explotación de los árboles y la actividad minera.
Estas circunstancias provocan que las comunidades indígenas recurran cada vez más a la comida de supermercado para complementar sus dietas. De acuerdo con un informe de Human Rights Watch, el cambio climático amenaza con diezmar los sistemas alimentarios de las Primeras Naciones. Y la fuente de inseguridad, según estas poblaciones, se encuentra en la reducción de recursos cosechables y en la dificultad y peligro asociados a la recolección.
Las poblaciones entrevistadas en la investigación de la ONG apuntaron a que las causas de estos problemas se relacionaban, en parte, a los cambios en el hábitat de la vida silvestre como resultado del cambio climático. En esta categoría se incluyeron fenómenos como los cambios en el hielo y el permafrost, los incendios forestales, el calentamiento de las temperaturas del agua, los cambios en las precipitaciones y los niveles de agua, o el clima impredecible.
Además de suponer un riesgo para la seguridad alimentaria de estas comunidades, el cambio climático también está diezmando la preservación del conocimiento indígena. Cada vez es más difícil preservar las tradiciones culturales que transmiten a las nuevas generaciones, como por ejemplo enseñarles a leer caminos o a comprender cómo reaccionan las diferentes especies a los cambios meteorológicos.
Esto es, “las oportunidades de transmitir cosas como el legado y la tradición y habilidades realmente importantes que son clave para nuestra identidad“, concluyó Diabo a la agencia de noticias Reuters.
Impactos: 35