Detectaron la creación de un nuevo ecosistema
Científicos del Reino Unido y EEUU navegaron durante 80 días la gran mancha de basura del Pacífico y descubrieron una sorprendente abundancia de criaturas marinas
Mayo, 2023. El “parche de basura” del Pacífico Norte (NPGP, por sus siglas en inglés) es el hábitat de una gran cantidad de criaturas marinas flotantes, así como de los desechos plásticos por los que se ha vuelto famoso. Esto sucede debido a las corrientes de agua arremolinadas que los reúnen allí. Sin embargo, no es solo la basura la que queda atrapada, un nuevo estudio científico encontró que algunas especies pueden haber convertido parte de los desechos en un ecosistema completamente nuevo.
Investigadores de la Universidad de Hull y Liverpool (Reino Unido), de la Universidad de Georgetown y de Hawai (EEUU) acaban de publicar un estudio en PLOS Biology, en el que describrieron que muchas criaturas marinas como medusas, caracoles y percebes también viven allí, además del neuston marino que representa la componente planctónica que habita en el primer metro de profundidad de todos los océanos. Su ubicación espacial es clave ya que integra los cambios experimentados por la atmósfera y los océanos en forma simultánea.
Los científicos se tomaron 80 días en 2019 para nadar entre ese parche y aprender más sobre estas criaturas marinas. Le pidieron a una tripulación de una nave a vela que los ayudara a recolectar muestras de los animales y los desechos plásticos. Usando computadoras, planearon la mejor ruta para encontrar áreas con mucha basura y vida marina.
Sus hallagos señalaron que los giros subtropicales y otras áreas de alta concentración de plástico pueden ser más que simples parches de basura, y que estas regiones pueden cumplir importantes funciones ecosistémicas como mares de neuston, que están presentes en la dieta de una variedad de especies, incluidas aquellas que se sabe que ingieren plástico, como las tortugas marinas y el albatros de Laysan
Un mundo inesperado
Para su sorpresa, los investigadores descubrieron que había más criaturas marinas dentro del “parche de basura” del Pacífico Norte que alrededor de sus bordes. La cantidad de desechos plásticos también se relacionó con el volumen de ciertos tipos de criaturas marinas, como balsas marinas (Velella sp ), botones marinos azules (Porpita sp) y caracoles marinos violetas (Janthina sp).
Los científicos sugirieron que las mismas corrientes de agua que juntan la basura también podrían ser importantes para estos animales. Las corrientes les ayudan a encontrar comida y pareja. Sin embargo, las actividades humanas, como contaminar el océano con plástico, podrían dañar estos lugares de encuentro del océano y los animales que dependen de ellos.
“El parche de basura es más que eso. Es un ecosistema, no por el plástico, sino a pesar de él”, dijo Rebecca Helm, investigadora de Georgetown y una de las autoras del documento.
“Grandes cantidades de escombros flotantes se transportan y se concentran en ‘parches de basura’ identificados en los cinco giros subtropicales principales , incluido el Atlántico Norte (el Mar de los Sargazos), el Atlántico Sur, el Océano Índico, el Pacífico Norte y el Pacífico Sur”, señaló Helm.
En el Mar de los Sargazos del Atlántico Norte es otro ecosistema de alimentación, cría y hábitat. “Al igual que allí, nuestros resultados sugieren que el NPGP central tiene altas densidades de vida en la superficie en relación con las aguas circundantes, pero aún se desconoce mucho sobre la ecología de estos organismos. Los estudios sobre las redes alimentarias y la historia de vida de las especies neustónicas nos permitirán comprender mejor sus ciclos temporales y su conectividad. Luego de este descubrimiento, ese es nuestro siguiente paso”, aportó Helm.
Según revelaron los científicos, también es importante que las industrias de altamar y las actividades emergentes de alta mar consideren sus impactos en el ecosistema de la superficie del océano. “Nuestro estudio destaca el valor de la ciencia comunitaria y su importancia en el estudio de la vida en la interfaz aire-mar”, concluyó la especialista.
El trabajo también contó con la participación de Fiona Chong, Matthew Spencer, Nikolái Maximenko, Jan Hafner y Andrew C. McWhirte.
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