En Bolivia se analiza la posibilidad de suspender la pesca comercial por tres años
- La pesca indiscriminada, las obras de canalización en Paraguay y Argentina, la minería en la cuenca alta y la disminución de las lluvias están provocando la desaparición del sábalo, la especie pesquera más importante del río Pilcomayo en Bolivia.
- Atención Argentina: Habrá más presión sobre la pesca comercial en el Paraná.
12 de junio de 2023. La pesca comercial se realiza normalmente entre mayo y agosto, e incluso hubo años que se extendía hasta septiembre, lo que permitiría a los originarios hacer un buen presupuesto económico para sobrevivir el resto del año.
Pero no solo los indígenas aprovechan este recurso. En el último tiempo se instalaron otros pueblos que en las riberas del Pilcomayo se dedican a capturar sábalos para su comercialización.
Primeras señales
De acuerdo con datos de la División de Peces del Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia, las primeras señales de la reducción de este pez viajero datan del año 2010.
Son varias las causas que han llevado a la disminución de esta especie y casi todas fueron provocadas por la mano del hombre, como la pesca indiscriminada, la canalización del río Pilcomayo en Paraguay y Argentina y la minería en la cuenca alta de Bolivia.
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“En el territorio paraguayo y argentino han hecho obras civiles, han desviado aguas de su cauce natural, lo cual también afecta”, dijo a CORREO DEL SUR el director de la Unidad de Biodiversidad, Conservación y Desarrollo de la Fauna (Codefauna) de la Gobernación de Tarija, Evelio Tellez Padilla.
A todo esto se debe sumar un factor climatológico: la disminución de las lluvias. “Este año, en esta época, tenemos un bajo caudal del Pilcomayo; estamos hablando como si estuviéramos en agosto, septiembre. Imagínese, ¿qué va a pasar cuando lleguemos a esos meses?”, cuestiona el técnico.
Para evitar la depredación del sábalo y permitir su reproducción y subsistencia, la Gobernación tarijeña activa cada año la “veda de pesca”, que es una herramienta de manejo que restringe la captura de una o más especies durante un tiempo o espacio determinado.
Este año la veda fue levantada el 16 de mayo, pero tres semanas después las concesiones pesqueras ya empezaban a retirar sus campamentos donde reciben a los transportistas que llevan el producto a los mercados.
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“Lamentablemente este año ha sido muy triste, es triste la situación en estos momentos: no hay actividad pesquera, no hay movimiento económico, no hay transportistas… el río está (en) silencio”, comenta Tellez.
El funcionario señala también que, en una reciente visita, pudo apreciar la reducción del caudal de agua en la parte baja del Pilcomayo, lo que dificulta la llegada de cardúmenes que suben a la cuenca alta (en Bolivia) a reproducirse.
“Está desapareciendo”
Según Tellez, al no haber una migración del sábalo desde Argentina y Paraguay hacia Bolivia, esta especie simplemente “desaparece del río Pilcomayo”.
“Si hay, son algunos (peces) residentes que se han quedado en pozas y ‘madrejones’ (arroyos donde se junta agua de lluvia), que no cumplen la talla ni el peso mínimo de 35 centímetros para su pesca y comercialización. Los que ahora hay son pequeños de 15, 20 o 25 cm, no son aptos y están prohibidos de salir al mercado”, explica Tellez.
Esta realidad impide seguir con la pesca para fines comerciales, por lo que tanto concesionarios como transportistas tuvieron que dejar la actividad. “No existe migración (de peces), es lamentablemente lo que está pasando, nunca se ha visto eso. No hay sábalo ni en la parte baja ni en la parte intermedia ni en la parte alta de la cuenca”, insiste el servidor público.
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“Ya lo han dicho biólogos: no hay otro remedio que el río Pilcomayo entre en una pausa pesquera de comercialización. Desde el punto de vista técnico, la veda debería ser, mínimo, de tres años, para que garanticemos el ciclo reproductivo en aguas tranquilas”, sentencia Tellez.
Cifras en picada
Jaime Sarmiento, investigador de la División de Peces del Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia, reveló hace un tiempo que en la década de los 80 se pescaba entre 2.000 y 2.500 toneladas de sábalos al año. Para 2018 la reducción fue de alrededor de 500 toneladas, según se informó en ese entonces desde el Centro de Estudios Regionales de Tarija (Cerdet).
Cinco años después, entre mayo y junio de 2023, “deben ser unas 3 a 4 toneladas que ha entrado de sábalo y nada más”, compara Tellez. En temporadas normales la actividad pesquera movía, según economistas citados por Tellez, 500 millones de bolivianos. “Ahora creo que no hemos llegado ni al millón”, añade él.
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Antes, salían camiones con 5.000 o 6.000 pescados; ahora, solo llevan entre 300 y 400. Los que iban a La Paz sacaban entre 15.000 y 20.000 sábalos; ahora, van con 1.500.
Además, cada transportista hacía hasta diez viajes en temporada de pesca. Este año, hay quienes han podido realizar apenas un solo viaje y otros, ni siquiera eso.
“Del 100% que se pescaba antes, esta vez ni siquiera han llegado al 5 o 6 por ciento de la pesca”, resume Tellez.
El gobernador de Tarija, Oscar Montes, anunció en mayo que este iba a ser el último año que emita una resolución departamental para levantar la veda y aprovechamiento pesquero “Yo espero que esta sea la última vez que un gobernador tenga que firmar una resolución de este tipo….esta no debe ser nunca más una decisión de un político, esta decisión tiene que ser de un técnico”.
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