Caza de perdices en la Provincia de Santa Fe
5 de agosto de 2023. Temporada complicada para el núcleo cazador de la provincia de Buenos Aires, razón por la cual este año nos dedicamos a recorrer lugares desconocidos para nosotros. Varias salidas nos llevaron a campos en la provincia de Santa Fe, y el último encuentro fue en la zona de San Guillermo, distante 700 kilómetros aproximadamente de la Ciudad de Buenos Aires.
El amigo Julio Escalada, uno de los mejores y más eficientes criadores de la raza Deutsche Drathaar, nos cursó la invitación a mí y a mi amigo José María Lorenzo, para ver su criadero y cazar algunas perdicitas por su barrio. Y eso de su barrio resultó casi literal, resulta que Julio vive en un barrio relativamente nuevo de la comuna y el campo donde teníamos permiso para cazar está literalmente a 10 calles de su casa.
Me dejo pensando solo una cosa, como no va a tener buenos perros si los adiestra casi en el fondo de la casa y los puede sacar todos los días literalmente. Siempre supe, al igual que todos, que un perro aprende a cazar con salidas, y muy distinto es lo que nos toca a nosotros, que para escuchar el silbido de perdiz necesitamos hacer 100 kilómetros de ida y otros 100 de vuelta, que tenerlas a la vuelta de casa.
Llegamos a San Guillermo alrededor de las 17 hs. Y luego de los saludos de rigor y unos mates, fuimos al hotel donde teníamos las reservas hechas, dejamos el equipaje y volvimos a la casa de Julio, donde nos anticipó que tenía un cabrito en la parrilla y helado en el freezer.
Alrededor de la mesa, Julio nos va informando varios detalles, ya que nuestra inquietud radicaba fundamentalmente en los efectos de la sequía en la población de tinámidos. Aparentemente en la zona la sequía no impacto de la misma manera que en otras zonas y los campos son fundamentalmente tambos y cultivos de alfalfa y avena, lo que mostraba potreros bien empastados y algunos llenos de pasto puna, terreno perfecto para encontrar nuestros objetivos.
En la primera mañana hicimos los interminables mil metros hasta nuestro terreno de caza, aún no lo creo, paramos los vehículos a la sombra de unas plantas y bajamos a los perros. Una buena variedad, Julio trajo un cachorron DD de 8 meses, José una hermosa perra weimaraner de pelo largo, y yo mi bretona veterana. En principio creo que soltarlos a todos juntos no es conveniente, pero sorpresivamente dio la sensación de que se hubieran criado juntos. La mañana transcurre tranquila, y los vuelos de perdiz se van alternando con la carrera de algunas liebres, hace mucho que no veía tantas. A mediodía vamos regresando a los vehículos y todos tenemos el cupo de 5 piezas. Una picada y un vinito nos acompañan en un momento y volvemos a la city, ducha y cena, la charla certifica mi idea de la caza, se disfruta la salida, la reunión de amigos y las conversaciones disparatadas, mucho más que el abatir 2 o 20 perdices.
Una cosa que nos llamó la atención a José y a mí, fue la estructura del pueblo, grande, muy prolijo, casas muy bonitas y muy bien arregladas, gente muy educada y bares muy bonitos, allí nos dirigimos luego de la cena a tomar unos cafecitos.
Luego de un sueño reparador, Julio nos pasa a buscar por el hotel y nos lleva a otros campo, este si más alejado, debimos conducir casi 15 minutos desde el pueblo. Este campo se ve más prometedor que el del día anterior. Nos distribuimos y se comienza el recorrido.
Realmente toda una sorpresa, en una hora de marcha, de a poco íbamos regresando al vehículo, cada uno con su cupo completo. Un rato estuve caminando cerca de Julio y su perrito, y la verdad me llamó mucho la atención lo bien que se comportaba y el excelente trabajo que hacía, el tener las perdices cerca tiene sus ventajas. Almuerzo temprano, ducha y regreso a Buenos Aires es la consigna. En el viaje de regreso comentamos con José que es un magnífico lugar para agendar y repetir en la próxima temporada.
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