¿Cómo hubiese sido el accidente de ‘La Sociedad de la Nieve’ si hubiese ocurrido este año?
- A partir de esta pregunta, dos estudiantes han lanzado una campaña que pretende crear conciencia sobre la afectación del cambio climático en los Andes.
- Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago de Chile, cuenta cuál es la situación de la nieve en la cordillera.
Por Paula Mateu – NATGEO
14 de marzo de 2024. El 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en la cordillera de los Andes. Al impacto sobrevivieron veintinueve personas (de las cuarenta y cinco que viajaban en el avión), aunque eso nadie lo supo hasta 72 días después.
Los supervivientes se refugiaron en el fuselaje, bebieron de la nieve derretida y se alimentaron de los cuerpos de los que habían perdido la vida; pero tampoco esto nadie lo supo hasta 72 días después.
El 23 de diciembre, finalmente, fueron rescatados. El total de supervivientes fue de dieciséis, y a la Tragedia de los Andes se la empezó a conocer como el Milagro de los Andes: aquellos chicos habían sobrevivido a lo imposible.
Desde que ocurrió, la historia ha inspirado libros y películas. La más reciente ha sido el filme “La Sociedad de la Nieve”, de J. A. Bayona. Su estreno, sin embargo, ha hecho nacer una pregunta: si el accidente ocurriera este año, ¿Cómo sería?
La respuesta es que, probablemente, no habría ningún superviviente. A la tragedia no le hubiese sucedido el milagro; y uno de los motivos podría ser el cambio climático.
Sin Nieve no hay sociedad
Carmen Puche y Victoria Alenda son dos estudiantes de creatividad publicitaria en Madrid que, a partir de esta pregunta y aprovechando la atención que está recibiendo la película, lanzaron la campaña “Sin nieve no hay sociedad”, una advertencia sobre la situación crítica que vive el planeta por el cambio climático.
Las dos jóvenes, a partir de un trabajo de documentación, concluyeron que si el accidente de los Andes ocurriera este año no habría ningún superviviente por la falta de nieve.
Argumentan que la escasez de lluvias y las altas temperaturas que estamos viviendo hubiesen hecho imposible que la historia del accidente de los Andes se desarrollase como la hemos conocido.
“La nieve amortiguó la caída e hizo que la parte delantera del avión se deslizara como en un tobogán, justo después de partirse“, explican las jóvenes y añaden que sin la nieve, lo más probable es que el avión hubiese explotado al chocar directamente contra las rocas y que en consecuencia, no habrían supervivientes.
Asimismo, Carmen y Victoria postulan que, aunque la aeronave no hubiese estallado, la falta de nieve habría dificultado a los rugbiers el acceso al agua, así como mantener los cuerpos de sus compañeros fallecidos en buen estado.
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Tras concluir esto, las dos jóvenes se pusieron manos a la obra con la campaña. Tomaron los carteles de la película de Bayona e hicieron una nueva versión “sin nieve, sin accidente y sin personas”.
Más allá de la dificultad de pronosticar cómo sería el accidente este 2024 (debido a que la precipitación de nieve es incierta cada año), esta campaña sirve para ilustrar lo mismo que advierten los estudios científicos: que los Andes que dividen Chile y Argentina están perdiendo nieve, y que está es una tendencia sostenida durante las últimas décadas.
National Geographic ha entrevistado respecto a esta situación a Raúl Cordero, climatólogo y académico de la Universidad de Santiago (Chile).
Si el accidente ocurriera ahora, no estaría marcado por la nieve
Raúl Cordero, quien se ha dedicado a la investigación de la climatología de la cordillera, no sabe cómo hubiese sido el accidente, ni si hubiesen habido supervivientes. Pero hay algo que tiene claro: si el accidente tuviera lugar en esta época, el panorama que hubiesen enfrentado los supervivientes sería muy diferente, al menos, no estaría marcado por la nieve.
“Cuando los sobrevivientes fueron rescatados, en el mes de diciembre (al comienzo del verano austral), aún había nieve presente en el sitio del suceso. Hoy la cobertura de nieve en ese mismo sitio es inexistente en diciembre. Debido a las altas temperaturas, la poca nieve que cae en el invierno se derrite mucho antes de la llegada del verano“, introduce el investigador antes de adentrarse de pleno en el análisis de la situación de la nieve en la cordillera.
Los Andes pierden aproximadamente un 12% de su manto de nieve por década
Recientemente, un estudio de la Universidad de Santiago (USACH) publicado en la revista Nature, en 2019, concluyó que los Andes pierden aproximadamente un 12% de su cobertura nival por década en la zona de la cordillera estudiada (2.500 kilómetros en los que se incluyen el sur de Perú, Chile y Argentina).
Aunque este porcentaje varía ligeramente según la latitud de la cordillera estudiada, la investigación constata la tendencia negativa generalizada. En la región extratropical de los Andes (sur de Perú) la pérdida registrada ha sido algo menor -un 10% por década-, mientras que en la región tropical (Chile central) esta ha sido mayor, de un 16%.
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“La nieve de los andes que dividen Chile y Argentina está desapareciendo aceleradamente“, introduce Raúl Cordero, que participó como investigador en el estudio, y continúa: “En promedio, la nieve estacional en la zona donde ocurrió el accidente ha retrocedido al menos un 30 % en las últimas décadas“.
La pérdida del manto de nieve no solo repercute en los ecosistemas, sino también en las sociedades: Cordero explica que el manto de nieve andino es la principal fuente de agua para muchas comunidades de América del Sur.
“El retroceso acelerado de la nieve estacional en los andes es particularmente preocupante para los habitantes de la zona central de Chile. Durante el verano, la provisión de agua para consumo humano y agrícola depende directamente del derretimiento de nieve estacional“, especifica el investigador. Pero…
¿Qué está impulsando la pérdida de nieve?
El estudio identifica, principalmente, dos impulsores, ambos relacionados con el decrecimiento de las precipitaciones. El primero de ellos, que parece afectar en mayor medida a latitudes inferiores de la cordillera, es el fenómeno El Niño; el segundo, que afecta a latitudes mayores, es otro fenómeno quizás menos conocido, el SAM.
Aunque este trabajo no apunta directamente al cambio climático como causa, Raúl Cordero explica que vale la pena recordar que probablemente, “los cambios en las precipitaciones asociadas a El Niño están también influidos por el cambio climático”, y que la previsión futura es de pérdidas mayores.
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El investigador presenta un dato más: el acelerado derretimiento de la nieve estacional hace prever que, en la segunda mitad de este siglo, la nieve esté confinada solo a puntos de gran altitud en la cordillera.
El anuncio está en línea con el pronóstico del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) sobre las zonas de alta montaña: habrá un retroceso todavía mayor de la nieve y los glaciares, a causa del descenso de las precipitaciones.
Las propias observaciones del IPCC constatan una disminución general de la capa de nieve a baja altura, de los glaciares y del permafrost, debido al cambio climático en las últimas décadas, así como una reducción en la duración, profundidad y extensión de la capa de nieve… Y no es solo en los Andes.
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