Recomendaciones para su limpieza
- Un mantenimiento periódico de nuestras armas después de prácticas en el polígono o de una salida de caza, permitirán extender su vida útil.
Por Pedro Grossi
10 de abril de 2024. Antes que nada, bueno es recordar que si no está capacitado para desarmar y volver a armar en forma exhaustiva su arma, se dirija a su armería de confianza, donde seguramente le indicarán un armero matriculado que hará el trabajo por y para usted; recuerde que un arma mal armada, en el mejor de los casos, puede no funcionar, pero en el peor, las consecuencias son imprevisibles.
Ahora bien, en caso de estar capacitado para desarmar su arma, verifique que esté descargada, que no haya presencia de personas a su alrededor, y manos a la obra.
Lo primero que hay que señalar es que la limpieza de nuestras armas después de sesiones de tiro o de guardarlas durante períodos prolongados, sin limpiarlas atentan contra la vida sana de las mismas. En consecuencia es necesario realizarles un “service” de mantenimiento.
Antes de entrar de lleno en el tema haremos algunas consideraciones previas.
Los fulminantes modernos no utilizan como antes, fulminato de mercurio (de ahí su denominación) ni clorato de potasio, con lo que se aleja el problema de la erosión interna del tubo cañón, sobretodo en su primer tramo. Las nuevas mezclas iniciadoras son a base de compuestos de plomo (ácido de plomo, trinitroresorcinato de plomo, estifnato de plomo, u otras conteniendo Tetrazane o ciclonite) que neutralizan la eventual acidez de la combustión de la pólvora. Con esto se ha eliminado la urgencia de la inmediata limpieza del arma.
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Detallaremos a continuación los elementos básicos necesarios para efectuar una limpieza del arma cuando se estime necesario. Más vale pecar por una “sobre limpieza” que dejarse estar (algo así como el cambio del aceite del auto cada determinados kilómetros).
La baqueta debe ser de bronce, aluminio o acero revestido en plástico (nunca desnudo). El paso de las mismas pueden ser milimétricos o en pulgadas.
Los cepillos para efectuar una primera pasada deberán ser de bronce confeccionados con hilos de este material, también pueden contener hilos de cobre, bronce fosforoso, etc. Los de acero inoxidable son muy útiles para desemplomar, pero pueden rayar los cañones (por la dureza) cromados si se abusa de ellos. Los de cerda se utilizan para limpiezas superficiales o para engrasar. Los de lana son para aceitar. La limpieza primaria conviene hacerla con estopa o trapitos limpios.
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Los líquidos a utilizar pueden ser disolventes, lubricantes o protectores. Al primer grupo pertenece una serie de productos comerciales no específicos como el Penetrit o WD-40 y específicos como el Hoppe´s 9 y Lubrilina que contienen sustancias solventes de los productos metálicos (residuos de plomo, latón, cobre) que se alojan en las paredes del cañón a consecuencia de la combustión de la pólvora y de la corrosión. Algunos son tóxicos por contener cianuro o sales de mercurio que arrastran los residuos de plomo o cobre.
Al segundo y tercer grupo pertenecen los aceites más o menos puros, densos o fluidos, con reacción neutra o ligeramente básica para neutralizar eventuales ácidos liberados por la combustión. Otros aceites contienen sustancias protectoras y preventivas contra la corrosión (boratos, fosfatos, siliconas y metales coloidales).
Es de gran utilidad práctica un aceite extra denso y que contenga sulfuro de molibdeno coloidal (Molykote) rebajado en aceite puro de vaselina neutro hasta alcanzar la densidad óptima. La capa molecular que forma, impide el desgaste, la corrosión, la emplomadura y el cobreado o “fouling”. Es suficiente pasar después de usado (el aceite) con una estopa o paño para retirar restos de combustión que no puede adherirse al cañón por impedírselo el velo metálico antedicho.
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Existen grasas sólidas lubricantes y protectoras. En Inglaterra se fabrica(ba) el aceite Young’s 303 (de Parker Hale) mezclable con agua (3 a 1) que contiene sustancias para una perfecta limpieza y neutralización interna del cañón, mientras que la presencia del agua es importante para disolver los productos hidrosolubles que no siempre se quitan con otros métodos.
Pasado luego puro, actúa como lubricante y protector, salvo en climas muy húmedos o con abundante lluvia.
EMPLOMADURA O COBREADO DE ESTRIAS
De no contar con un producto comercial adecuado, utilizar una pasta abrasiva con base menos densa que el acero, pero más que el plomo que puede confeccionarse con aceite de vaselina neutro y creta pulverizada y en el caso de cobreados muy duros, incorporar Molykote rebajado con aceite puro de vaselina.
Sustancias protectoras disueltas en solventes muy volátiles, los cuales al evaporarse dejan una capa sobre las superficies expuestas. De no tener el producto comercial utilizar Poliesterol del tipo de las cápsulas de birome disueltos en benzol. Con esto se pintan las partes más expuestas. Otra fórmula es vaselina líquida, solución de goma elástica (tipo cámara de aire) bálsamo copaive, aceite de lino cocido y esencia de trementina natural. También pueden usarse grasas pesadas con siliconas.
MADERAS
En el caso de desear limpiar y/o embellecer las partes de madera de las armas (en especial las armas largas) se debe quitar todo residuo de aceite, grasa, barro, sangre, etc., mediante solvente o con un producto que no dañe el lustre, si lo posee.
Aplicar luego cera de muebles (Suiza) mezclada con aceite de lino, lo que la hace impermeable y previene ralladuras.
Según el maestro Elmer Keith, el mejor solvente en caso de utilizar cordita era el Rice´s X F10 Solvent, ya que elimina la necesidad de utilizar agua cuando se emplea este tipo de pólvora o fulminantes del tipo militar.
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LAS ARMAS NUEVAS Y SIN USAR
En un arma no disparada no van a encontrar residuos de pólvora por lo que el riesgo de picadura producto de los residuos no existe. Para aquellos usuarios que compran un arma -en especial un arma corta- no es recomendable que la guarden en fundas de cuero o similares ya que ahí se acumula humedad y puede comer el pavón. Si pasa mucho tiempo sin usarlo es conveniente envolverlo en un papel que no absorba la humedad y darle un baño suave de WD-40 o similar. En el caso de las armas largas es conveniente rociar el interior de los caños y luego tapar la boca de de los mismos con un trapito embebido en el mismo producto.
Y hablando de guardado, en cuanto a los cartuchos, además de las medidas de seguridad reglamentarias que indica ANMAC, los guardaremos en cajas de cartón, separándolos de acuerdo a su marca, calibre y munición; rotularlos es una buena opción, incluyendo datos tales como cuáles son los más recientemente comprados (esto nos permitirá saber cuál munición es más fresca y por ende más confiable).
Estas líneas no pretenden ser una guía, pero a muchos novatos cazadores y/o tiradores quizá, con una única arma en su poder, les sean útiles para el manejo que deben tener de ella. Y aún así, si después de leer estas sugerencias cree que es muy complicado dele el arma a un amigo que le guste limpiarlas o a un armero, como señalábamos al principio de la nota. Pero lo lindo es hacerlo uno. Porrr lo menos así lo veo yo.
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