Una carrera que pone a prueba destreza y autosuficiencia
- Las competencias de orientación en la montaña, sin un recorrido predeterminado, invitan a hacer largos trekkings y ponen a prueba la capacidad de autoguiarse.
Por Alejandro Rapetti
8 de Mayo de 2024. Preparados, listos, fuera… Lejos de salir corriendo, una vez que se da la señal de largada, los participantes de un orientatlón despliegan el mapa que se les entrega y se sientan a un lado del camino para diseñar una estrategia de carrera. Es un desafío donde los competidores deben ser autosuficientes y saber orientarse. No hay un camino marcado y cada equipo debe diseñar su propio recorrido ayudándose de mapa y brújula.
“El orientatlón se diferencia del resto de las carreras de aventura porque no tiene un recorrido predeterminado, lo que hace que este tipo de competencia sea la mejor para el entrenamiento de trekking y de técnicas de orientación”, explica Pablo Bravo, amante del trekking y el montañismo de exploración y fundador de Azimutrek, su propia escuela de montaña. Las categorías de principiantes y las especiales, como las de padres e hijos, cubren distancias de entre 10 y 20 kilómetros, mientras que las categorías más avanzadas o de elite realizan recorridos de más de 50 kilómetros, en menos de 12 horas.
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En cualquier caso, la estrategia es clave en los orientatlones para optimizar tiempo, acortar distancias y evitar un mayor desgaste físico, ya que son competencias de largo aliento; los participantes deben reunir la mayor cantidad de puntos, que se consiguen al llegar a los puestos testigo estratégicamente distribuidos por la organización.
Claro que no todos los puntos testigos valen lo mismo, y su mayor o menor puntaje está relacionado con el grado de dificultad y distancia para acceder a cada uno; acá no hay un camino marcado de antemano y cada competidor deberá diseñar su propio recorrido, ayudándose del mapa y una brújula.
“Lo interesante de esta actividad para compartir en familia es que los chicos pueden desarrollar la visión espacial, la lectura de un mapa o un plano, el vínculo con sus padres y la vida en la naturaleza. El orientatlón es una especie de diamante en bruto, que aún no se logró explotar, pero sin dudas a un montón de familias le encantaría participar. Suelen ser salidas de un día o dos, con un campamento incluido”, sigue Bravo, con una vasta experiencia en la cordillera de los Andes y los Himalayas en Nepal, es referente como organizador de salidas formativas y carreras de montaña como el Orientatlón La Cumbrecita, Conquista tu Cumbre, y la extrema XK Race.
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Para los novatos, antes de la carrera se ofrece una charla introductoria sobre navegación terrestre, en la cual se brindan las primeras pistas para descifrar una maraña de líneas y referencias que enseguida cobrarán la forma de ríos y cumbres, filos, valles y pendientes; alambrados, molinos, bosques, canteras, depresiones, fábricas abandonadas, barrancos, arroyos, vías del ferrocarril, quebradas y zonas prohibidas. El mapa pasa a ser la guía y el mejor compañero.
Paisajes poco convencionales
El primero de los orientatlones se realizó en Potrero de Los Funes, y al año siguiente en Tandil y Uspallata. Desde 2002 (ya cuenta con más de 20 años en la Argentina), el Campeonato Nacional de Orientación y Aventura comprende un circuito de cinco a seis carreras en formato de expedición que se desarrollan en varios puntos del país; cada una con un organizador responsable.
Otra particularidad de estas competencias es que se adentran en paisajes mayormente desconocidos por el turismo convencional gracias a los permisos y relevamientos que se realizan en cada localidad: las antiguas sierras bonaerenses (Tandil, Balcarce, Sierra de los Padres y Sierra de la Ventana), las sierras Centrales o de los Comechingones, la Pampa de Achala, las montañas y lagos de San Juan y Mendoza, el cerro Catedral y las cumbres calchaquíes, en Tucumán.
Generalmente, los equipos de mayor experiencia y buen rendimiento físico son tentados con testigos de más puntajes, aunque estén más alejados y tengan un acceso más dificultoso. Por otro lado, las zonas más cercanas están pobladas de testigos de menor valor que, sin embargo, en su totalidad suman valiosos puntos.
“Tanto el orientatlón, como cualquiera de las competencias de los campeonatos provinciales son inclusivas, puede participar gente de cualquier edad, sexo y capacidades físicas; es solo una cuestión de actitud y decisión”, señala el mendocino Fernando Giannini, uno de los primeros corredores de expedición del país, que actualmente está al frente de Trans Sierras Expediciones y Aventuras, empresa dedicada al diseño y asesoramiento de actividades outdoors.
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El equipo obligatorio se compone de pechera oficial, silbato, linterna, navaja multiuso, encendedor, mochila, bolsa de dormir, saco de vivac, un envase de un litro, botiquín de primeros auxilios, brújula, equipo VHF, mapa y pasaporte (provistos por la organización), una bolsa de residuos y un destellador.
Vale aclarar que algunos de los orientalones como el de La Cumbrecita incluyen un campamento nocturno, y los despistados que no lleguen hasta allí deberán estar preparados para pasar la noche donde se encuentren, solos con su equipo de supervivencia, ya que la organización no sale a hacer rescates.
“Ser autosuficiente indica por un lado que debés llevar contigo todo el equipamiento necesario y por el otro estar dispuesto a afrontar situaciones que salen de la zona de confort, pero el premio es inimaginable: el competidor saldrá enriquecido física y mentalmente”, destaca Giannini.
“Lo más valioso que tienen los orientatlones es la calidad humana y el espíritu deportivo. Si bien participan atletas y principiantes, todos, absolutamente todos, están imbuidos en la filosofía orientatleta, que se caracteriza por competir, pero también compartir; aprender y enseñar”, sigue Giannini, de 59 años que desde hace 38 vive en San Luis.
Circuitos permanentes
Durante la pandemia, diseñó los Circuitos Permanentes de Orientación en Argentina (CPOA), como una herramienta para practicar caminata, trote y/o mountain bike pero con orientación; un proyecto con fines turísticos, deportivos y educativos. “Consiste en realizar un recorrido guiándose por mapas especialmente diseñados, donde figuran puntos en el terreno con marcas especificas acompañadas de un código QR; con el uso de una app diseñada para orientación (IOrienteering), al leer los códigos se certifica el paso por el punto. De esta forma los recorridos pueden hacerse cuando el deportista quiera y comparar su tiempo con el de otros que lo hayan hecho.
Comenzaron a instalar estos circuitos permanentes en 2020 en los lugares más turísticos de San Luis como El Trapiche, Los Molles, Merlo y Potrero de los Funes, donde ya existen más de 20. Pero el interés fue creciendo y municipios de diferentes puntos del país lo aceptaron como una alternativa a su oferta. Se pueden encontrar CPOA en Villa Gesell, Baradero, Olavarría, San Rafael y Mendoza capital. También en Pomán (Catamarca), Famatina y Aicuña (La Rioja), San Javier (Córdoba), entre otros destinos.
“En la orientación encontré una herramienta que me enseñó a manejar frustraciones, a ser resiliente, a cometer errores y tener que asumirlos (no poder echarle la culpa a terceros), a relacionarme con el entorno natural y ser empático con mis pares”, concluye Giannini.
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