Damián Jajarabilla, el primer representante olímpico de la Argentina en tiro con arco en 36 años
- El recorrido personal y deportivo, entre lo medieval y lo fantasioso, del marplatense que competirá en París 2024
Por Sebastián Torok para LA NACION
2 de Julio de 2024. Damián Jajarabilla (25 años) conecta dos mundos: el del mismísimo desarrollo de la civilización humana con el de la modernidad y los avances tecnológicos. El origen del tiro con arco, el deporte olímpico que llevará al atleta marplatense a París 2024, desciende de la cacería y el combate desde fines del período Paleolítico o principios del Mesolítico. Con el tiempo, evolucionó y mutó en una actividad recreativa y muy competitiva. Surgió por primera vez en los Juegos Olímpicos de París 1900; siguió en Saint Louis 1904, Londres 1908 y Amberes 1920, antes de un paréntesis de 52 años en el programa olímpico. En 1931, en Ucrania, se fundó la federación internacional (World Archery); el deporte se reintrodujo en los Juegos de 1972, en Múnich, y permanece desde entonces.
Jajarabilla logró algo histórico. Será, apenas, el tercer arquero argentino en los Juegos Olímpicos; el primero en 36 años, desde que lo hicieran Ángel Bello y Claudio Pafundi (en Seúl 1988). Obtuvo su boleto para París en abril pasado, en un torneo clasificatorio en Medellín. “Descubrí el tiro con arco por los juegos de computadora, empecé a tirar años 13-14 años y no paré nunca más”, le cuenta a LA NACION.
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Y añade, con los ojos iluminados: “Me gusta mucho lo que es medieval y fantasioso, entonces, siempre que estoy tirando me imagino que estoy en un mundo de fantasía. Trato de llevarlo por ese lado para motivarme, para que sea más divertido. La mayor parte de mi entrenamiento estoy solo, entonces, si estoy todo el tiempo pensando en competir, competir y competir… me come la cabeza. En cambio, así busco creatividad. Me gusta leer todo lo que es el género de animé; las novelas medievales y fantasiosas me encantan. El tiempo que tengo libre lo ocupo leyendo y viendo películas sobre el tema”.
Concentrado. Taciturno. Observador. Tímido. Así luce Jajarabilla en un primer golpe de vista. Pero “el fuego va por dentro”, describe el técnico de la selección argentina de tiro con arco, Mauro De Mattia. “Damián transmite paz, pero por dentro tiene mucha pasión, es un loco del tiro con arco, es gran parte de su vida. Como deportista de elite que es, le dedica muchas horas a perfeccionarse. Es una emoción enorme que esté en París. No encuentro muchas palabras… No dimensiono todavía lo que logró”, apunta De Mattia.
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El tiro con arco requiere de atención y habilidad, demanda fortaleza física y también psicológica para sostener la visión en momentos de tensión. “Cuando estás tirando, si bien el tiempo es muy cortito, porque son tres minutos para seis flechas, parece que pasa súper lento. Cuando tirás se te pasa cualquier pensamiento por la cabeza, entonces hacemos trabajos de concentración, visualización… Todo el proceso mental hasta hacer el tiro se trabaja mucho”, explica Jajarabilla, que entre su equipamiento tiene enganchados distintos amuletos y muñequitos (en su espalda lleva a Chimuelo, de la película ‘Cómo entrenar a tu dragón’).
El peso del arco (aproximadamente tres kilos y medio) y de los distintos instrumentos que cargan los arqueros llevan a que el trabajo de kinesiología y de prevención de lesiones sea fundamental. “El cuello y el hombro son muy importantes y hay que cuidarlos. El manguito rotador, específicamente, es lo que más se lesiona. Tenés que estar todo el tiempo haciendo ejercicios de elongación y calentamiento para poder prevenir las lesiones. A principio de año tuve tendinitis, ya estoy tratándome, pero me dolía un montón”, relata Jajarabilla sobre una de las particularidades de un deporte que es dominado por Corea del Sur: es el país más exitoso en los Juegos Olímpicos, con 27 medallas doradas, nueve plateadas y siete de bronce.
“Los otros países fuertes son Estados Unidos, Italia y Francia -agrega-. Ellos pueden vivir del tiro con arco, pero no específicamente por las becas deportivas, sino por los sponsors privados. Cada uno tiene su patrocinador, hay mucha ayuda para los arqueros. En mi caso, por ahora, tengo la beca del Enard y de la Secretaría de Deportes; y también de Mar del Plata tengo el respaldo del Emder (Ente Municipal de Deportes)”.
Los gastos no son únicamente para entrenarse y viajar (dentro y fuera del país). El equipamiento es muy costoso. “Es muy caro, sí. Un equipo de competencia completo te puede costar entre cinco mil y seis mil dólares -indica Jajarabilla-. Las flechas, que son de aluminio y carbono, son las que más desgaste tienen. Cada cuatro o cinco meses tenés que comprar una docena nueva y acá salen 800 dólares. A nosotros se nos complica un montón. Encima, en el país no se fabrica nada; es industria estadounidense o coreana”.
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El problema, “más allá del costo…”, aporta De Mattia, es “lograr la importación. Un juego de palas para un arco recurvo o el mango sale entre 800 y 1000 dólares. A esa cifra hay que sumarle el impuesto en la aduana y te sale el doble. Es muy costoso”. Según dice Jajarabilla, desde que comenzó a tirar con arco la tecnología no cambió tanto: “Más o menos entre 2005 y 2010 se produjo una modernización y desde ese momento el nivel del equipamiento es muy fino, muy perfecto”.
Entre la realidad y la ficción, el tiro con arco se vincula con el mentado flechazo a la manzana sobre la cabeza de una persona. “A un chico con manzanita en la cabeza no le tiré, jeje. Pero algunas veces sí jugamos sacando el blanco y poniendo otros objetos, como un globo, una manzana… pero nada que ponga en riesgo a una persona”, sonríe el marplatense. “Uno vincula este deporte a la ficción. Te dicen: ‘¡Qué hacés, Robin Hood!’. En apariencia se ve un deporte muy tranquilo, pero por dentro lleva mucha concentración, tensión, nervios.
Parece muy estático, pero estás todo el tiempo en movimiento, caminando hacia el objetivo para recoger las flechas, ida y vuelta. Se trabaja mucho desde lo mental y lo físico, con el kinesiólogo para proteger la parte superior pero también en el tren inferior, los pies, el uso de plantillas, la cadera estable para generar el esfuerzo, la respiración…”, expresa De Mattia, en el Cenard, durante un ensayo del seleccionado que, además de Jajarabilla, integran Iván Nikolajuk, Oriana González Vargas, Alma Pueyo, Bruno Nunzi, Ignacio Escalante y Valentín Walter.
Según De Mattia, se trata de un deporte “que lo puede practicar todo el mundo. En los clubes tenemos chicos de 7-8 años, hasta adultos de 65-70 años disparando en eventos nacionales. En el país tenemos unos 200 y pico de clubes federados a la Fatarco (Federación Argentina de Tiro con Arco); para nosotros es un montón. Calculamos unos 2500-3000 arqueros federados, de las distintas categorías. En la elite de la competencia, si hacés los ejercicios y el entrenamiento invisible, podés estar hasta los 35-40 años. Incluso hemos tenido campeones del mundo u olímpicos de unos 50 años”. El técnico, asimismo, entiende que una de las razones por las que Corea domina la arquería es porque está dentro de su cultura y, además, porque la incluyen en la estructura educativa desde la primaria, lo que facilita la “detección de talentos”.
En París 2024, la competencia de tiro con arco se desarrollará entre el 25 de julio y el 4 de agosto, en la arbolada sede de La Explanada de los Inválidos (Esplanade des Invalides), en el distrito 7. Los arqueros recurvos, como en cada competición internacional, disparan al blanco a distancias de 70 metros. La fase de clasificación consta de 72 disparos (flechas), así los arqueros obtienen la preclasificación y para las eliminatorias se reparten en grupos.
“Me gustaría que mi clasificación para París sea un impulso para que el deporte tenga cada vez más difusión, se profesionalice y haya más competencia a nivel nacional”, añora Jajarabilla. “Cuando salimos al exterior nos encontramos con un nivel diferente -agrega. Hasta el año pasado yo estaba 112-120 del mundo; ahora estoy en entre el 55 y el 65. Cada día que pasa y se acercan los Juegos es más loco y emocionante. Hasta hace poco estaba muy tranquilo, pero ahora tengo más nervios y expectativas sobre lo que va a pasar. Será un sueño”.
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