Hallazgo científico frente a las costas de Río de Janeiro
The New York Times
29 de julio de 2024. Como si la posibilidad de que los tiburones acechen frente a la playa no resultara ya bastante aterradora, ahora unos investigadores de Brasil han descubierto una nueva razón para inquietarse: algunos de estos escualos tienen cocaína en su organismo.
En un estudio publicado la semana pasada, los investigadores analizaron 13 tiburones de la costa de Río de Janeiro y descubrieron que todos tenían restos de cocaína en el hígado y los tejidos musculares. Los niveles de cocaína encontrados en estos tiburones eran hasta 100 veces superiores a los observados anteriormente en la vida marina.
“Nos quedamos estupefactos”, dijo Rachel Ann Hauser Davis, coautora del estudio y bióloga de la Fundación Oswaldo Cruz de Brasil. “Estábamos emocionados en el mal sentido, pero es un informe novedoso. Es la primera vez que se encuentran estos datos en cualquier depredador superior”.
Se trata del primer estudio que analiza la presencia de cocaína en tiburones, tras varios realizados en especies más pequeñas, como moluscos, crustáceos e incluso anguilas. Se descubrió que los 13 tiburones examinados tenían cocaína sin filtrar en concentraciones mucho más altas que en estudios anteriores sobre otros animales, lo que indica una exposición crónica a la droga.
Sin embargo, el estudio examinó solo una pequeña muestra, lo que deja muchas preguntas sobre si la exposición perjudica a los tiburones o a los humanos que los comen.
“Me pareció bastante notable que lo publicaran incluso con solo 13 animales”, señaló Daniel Snow, director del Laboratorio de Ciencias Acuáticas de la Universidad de Nebraska, que no participó en la investigación.
Hace más de una década, Snow fue uno de los primeros investigadores en medir la presencia de una droga ilícita, la metanfetamina, en las aguas residuales de Nebraska. “No es demasiado exagerado imaginar que esas sustancias químicas que acaban en los mantos acuíferos puedan afectar a los organismos acuáticos que viven en ellos”, dijo.
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El estudio de Brasil se concibió a principios de año, después de que los investigadores descubrieron altos niveles de cocaína en los ríos que forman la cuenca de Río de Janeiro. Otros expertos marinos habían investigado si los tiburones del golfo de México estaban ingiriendo cocaína de los numerosos paquetes perdidos o arrojados a las aguas en un documental de 2023 titulado Cocaine Sharks, que sirvió de inspiración para el título del estudio de la semana pasada.
El equipo de biólogos de la Fundación Oswaldo Cruz —una organización afiliada al Ministerio de Salud de Brasil— estaba especialmente interesado en realizar pruebas con los principales depredadores que habitan esas cuencas.
Habiendo analizado tiburones en busca de otros contaminantes, enviaron a un laboratorio muestras del cazón picudo brasileño, una especie relativamente pequeña de tiburón de las aguas costeras de Río de Janeiro que suele consumir la población local.
Hipótesis sobre su llegada a los océanos
Hauser Davis dijo que existen varias hipótesis sobre la forma en que la cocaína ha llegado a las criaturas marinas, como los laboratorios ilegales que refinan la cocaína o los paquetes de cocaína perdidos o tirados por los traficantes. Pero cree que solo representan una pequeña parte de la droga encontrada en el océano.
“Creemos que la principal fuente es la excreción a través de la orina y las heces de las personas que consumen cocaína”, explicó. La mayoría de las plantas de tratamiento de aguas residuales del mundo no pueden filtrar eficazmente estas sustancias, lo que provoca su vertido al océano.
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João Matias, analista científico de la Agencia de la Unión Europea sobre Drogas (EUDA, por su sigla en inglés), formó parte de un equipo que analizó los niveles de cocaína en las aguas residuales de más de 100 ciudades, entre ellas Brasil. Sus conclusiones revelaron que los niveles de cocaína en las aguas residuales de Brasil eran similares a los de las ciudades europeas con los niveles más altos.
Sin embargo, subrayó que las concentraciones de cocaína no eran muy elevadas. Refiriéndose al estudio de la semana pasada, aseguró: “Es muy importante subrayar que estoy 100 por ciento seguro de que las concentraciones que encontraron son muy bajas”.
Tracy Fanara, ingeniera medioambiental de Florida que dirigió el equipo de investigación del documental Cocaine Sharks, señaló que la cocaína seguía siendo una pequeña parte del gran problema de los contaminantes en los hábitats naturales.
“La cocaína despierta el interés de la gente”, afirmó. “Pero hay antibióticos, antidepresivos, productos farmacéuticos, protectores solares, insecticidas, fertilizantes. Todas estas sustancias químicas entran en nuestro ecosistema”.
Hauser Davis expresó preocupaciones similares. “¿Por qué nadie se sorprende cuando se encuentran metales, pesticidas y PFAS?”, preguntó, refiriéndose a las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas por su sigla en inglés.
No obstante, espera que su investigación abra nuevas puertas a las pruebas de cocaína en otros animales.
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