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Fue utilizada por una unidad secreta británica para combatir a los nazis. Carga con el mito de que fue realizada con acero del Graf Spee.
10 de enero de 2025. Durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, primer ministro de Inglaterra, creó una fuerza de comandos especiales para realizar operativos secretos contra las fuerzas del Eje. Esta unidad se llamó Special Operations Executive, fue conocida como SOE y tuvo en su haber una serie de acciones altamente riesgosas, casi siempre realizadas en territorio ocupado por el enemigo.
Años después de finalizar la contienda mundial, Gran Bretaña dio a conocer la existencia de este grupo, que de este modo dejó de ser secreto. Pero existe un dato poco conocido respecto de esa fuerza que tiene que ver con nuestro país: muchos de los hombres del SOE utilizaron en sus misiones un arma diseñada y fabricada en la Argentina: la pistola Ballester Molina.
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La Ballester Molina en el SOE
Pero, sin dudas, el destino más relevante, por su contexto histórico, que tuvieron estas pistolas semiautomáticas originadas en Caballito fue el de la unidad secreta británica conocida como SOE, que tenía como objetivos básicos, a veces en misiones suicidas, generar actos de propaganda y sabotaje contra los nazis en los países que habían sido ocupados por los alemanes.
Los historiadores de armas de fuego como el estadounidense Ian McCollum estiman que un total de entre 8.000 y 10.000 Ballester Molina fueron destinadas a esta unidad secreta británica entre los años 1942 y 1944. Estas pistolas se reconocen aún hoy porque tienen grabada una letra B con un número de serie en el marco del arma, sobre el gatillo. Esta numeración es específica de los británicos, ya que el arma tiene de por sí número de serie original ubicado en el lateral izquierdo de la empuñadura.
Según un informe realizado por National Geographic, fueron 13.000 los agentes que llegaron a formar parte del SOE, que tenían un altísimo riesgo de vida, ya que si eran descubiertos, podían padecer torturas, detenciones en campos de concentración o una ejecución sumaria. Además, en esos casos, Inglaterra no respondía por ellos. En estos términos, donde además los agentes tenían que trabajar de incógnito, se entiende que estos hombres requirieran el uso de pistolas que no los identificaran como británicos. Y mucho mejor si se trataba de armas provenientes de un país neutral como la Argentina.
La leyenda del Graf Spee
Una cuestión en la que la mayoría de los especialistas en armas utilizadas en la conflagración bélica mundial coinciden es que, como parte de pago, Inglaterra entregó el acero para la hechura de las Ballester Molina. En relación con este hecho se generó una teoría, que es más bien parecida a una leyenda, que dice que el metal para realizar las armas fue extraído del blindaje del Graf Spee, el buque de guerra alemán que había sido hundido el 17 de diciembre de 1939 por su propio capitán, Hans Langsdorff, unos días después de haber enfrentado a naves inglesas en la llamada Batalla del Río de la Plata.
Uno de los que más ha gustado de propagar esta versión fue Samuel Cummings, un comerciante internacional de armas que creó la compañía Interarms. En su versión, una empresa uruguaya de desguace ofreció a la embajada alemana en Montevideo comprar los restos del Graf Spee para chatarra. Los alemanes accedieron, pensando que la nave estaba completamente destruida. Muchos años después, en 1977, se supo que la compañía uruguaya estaba en realidad conformada por agentes del servicio de inteligencia británico, que se encontraban interesados en los radares que todavía permanecían en buen estado en el acorazado hundido.
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El origen del acero
Como una cosa llevaba a la otra, se rumoreaba entonces que parte de las 12.000 toneladas de acero Krupp del buque fue cortado y enviado a Hafdasa. El relato supuestamente cierra en el hecho de que fueron los mismos británicos que proveyeron este acero los que encargarían y comprarían las armas.
Pero, al parecer, las historias de Cummings solían mezclar la realidad con algunas dosis de fantasía. Así lo advierte un artículo en la revista de expertos en armas American Rifleman, de febrero de 2014. Allí, el especialista Michael J. Parker indagó más en la historia del Admiral Graf Spee y las Ballester Molina. Para ello realizó, incluso, un análisis comparado de la metalurgia del acorazado y del arma.
Allí Parker descubrió que ambos aceros poseían algunos elementos en común -carbono, molibdeno, silicio, manganeso-, pero en distintas proporciones. Y también descubrió que el blindaje del barco poseía vanadio, níquel y cromo, metales que el acero de la pistola no contenía.
La conclusión ambigua que sacó el experto luego de este estudio metalográfico fue que el mismo “no demostró que el acero procediera del Graf Spee, pero tampoco demostró que no fuera así”.
Sin embargo, más allá de las vacilaciones planteadas por Parker, son muchos los investigadores que niegan de pleno la versión de la utilización del metal del Graf Spee para hacer estas pistolas. Entre ellos el especialista en armas argentino Alejandro Gherovici.
Más allá de las armas vendidas a los británicos la producción de la fábrica hasta 1953 ascendió a la cifra de 108 000 unidades en 3 series.
- N° 1 al 12.000 de 1938 a 1942.
- N° 12.000 al 23.000 de 1942 a 1944.
- N° 23.000 al 108.000 de 1944 a 1953.
Estas 108 mil armas que fueron oficialmente utilizadas por el Ejército Argentino hasta ser reemplazadas a finales de la década del 50 por la FN browning GP -35. ¿Estarán registradas en ANMAC? ¿Habrán sido entregadas al Programa de Entrega Voluntaria? o simplemente han desaparecido?.
Con textos de German Wille para La Nación
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