Lesiones deportivas de los miembros inferiores
Nota del Lic. Héctor A. Cirigliano (*) exclusiva para Revista Aire Libre
Los miembros inferiores, según trabajos estadísticos realizados en diferentes países son los más expuestos a sufrir algún tipo de lesión durante la práctica deportiva, estimándose en un 68% el nivel de incidencia.
Los músculos de los miembros inferiores, debido a la posición bípeda del ser humano se adaptaron para luchar contra la fuerza de gravedad, de manera fundamental el glúteo, que mantiene al tronco extendido y el cuádriceps que extiende la rodilla.
Además, de los miembros inferiores dependen muchas valencias deportivas como la velocidad, la agilidad, la coordinación de los movimientos en la marcha y los diferentes tipos de saltos, el correcto apoyo estático y dinámico del pie dado por la firmeza del talón y los dedos y la resistencia del miembro a las acciones dinámicas combinadas, con fuerzas que actúa en diferentes ángulos sobre las articulaciones.
Cadera y muslo
Según el tipo de deporte las lesiones son de diferentes grados. Comenzaremos con el muslo, donde las lesiones más frecuentes son las distensiones musculares y los desgarros. Los músculos que se desgarran en mayor proporción son los izquiotibiales en la parte posterior y el cuádriceps en la anterior. Otro grupo muscular que se distiende con facilidad es el compuesto por los aductores, ubicados en la cara interna del muslo.
Las lesiones en estos grupos musculares se producen en fútbol, rugby, hockey, gimnasia deportiva, atletismo, etc.
Para la recuperación de éstas lesiones es necesario el reposo deportivo por tres semanas y tratamiento kinésico- fisiátrico con magnetoterapia, ultrasonidos y elongación muscular progresiva y suave para mantener la elasticidad del músculo sin dañarlo.
Fracturas
Las fracturas de fémur se producen en deportes de alto riego por un fuerte impacto en forma directa o indirecta (por ejemplo el choque de las rodillas contra el tablero del auto), que puede fracturar al cuello femoral.
Los deportes donde se da este tipo de fracturas son el montañismo, esquí, automovilismo, motociclismo, equitación, etc. Las fracturas pueden ser simples, con un solo trazo, conminutas cuando se astilla el hueso en muchos fragmentos pequeños, en espiral y compuestas cuando un fragmento perfora la piel. Son todas de urgente tratamiento y debe tenerse en cuenta la proximidad de la arteria femoral. La mayoría de estas fracturas son de carácter quirúrgico y comprometen en gran medida la continuidad de la práctica deportiva de alta competencia.
Rodilla
La rodilla es la articulación que está expuesta al mayor número de lesiones deportivas debido a su complejidad y a los esfuerzos que debe realizar. Las patologías más frecuentes son las meniscopatías y las lesiones ligamentarias.
Lesiones meniscales:
El menisco que se daña con mayor frecuencia es el interno, debido a su forma de “C”, con dos cuernos, el anterior y el posterior que suelen romperse en forma transversal y en ciertos casos la lesión es longitudinal. También se producen desprendimientos y desgarros meniscales. Por lo general las rupturas se tratan con cirugía y luego rehabilitación kinésica para recuperar la movilidad articular y el trofismo muscular, con fisioterapia y ejercicios.
La forma más común de romperse es cuando un pie queda fijo en el piso y el fémur gira sobre el platillo tibial rompiendo o desprendiendo al menisco arrastrado por el movimiento.
Se produce en futbol, como también en todos los deportes donde hay una gran exigencia sobre la articulación. En el gimnasio es recomendable no realizar “sentadillas” que superen los 90° de flexión de rodillas.
Una patología bastante frecuente en el hueco poplíteo, (parte posterior de la rodilla) es el quiste de Baker, que produce dolor y se palpa con facilidad entre los tendones. En un proceso inflamatorio por problemas meniscales, distensión de ligamentos o enfermedades del cartílago se produce un exceso de líquido sinovial en el interior de la rodilla y la cápsula que recubre la articulación cede en la parte posterior formando el quiste de Baker. Se visualiza por medio de la ecografía. En algunos casos más rebeldes se recurre a la cirugía pero en la actualidad se trata con reposo deportivo, hielo y fisioterapia.
Ligamentos laterales
Son dos, el ligamento lateral interno y el ligamento lateral externo.
El que sufre el mayor número de lesiones es el ligamento lateral interno que puede distenderse o directamente romperse, provocando inestabilidad en la articulación. Clínicamente se comprueba mediante la maniobra del bostezo articular, apoyando una mano en la pate externa de la rodilla y empujando el tobillo interno hacia afuera. Cuando el ligamento está roto se separan el cóndilo interno del fémur del platillo tibial y en la radiografía se ve como un bostezo.
Se lesiona en futbol, esquí, tenis, rugby, hockey sobre patines, pero ninguna actividad deportiva donde trabajan los miembros inferiores está exenta de sufrir este tipo de lesión.
Las lesiones del ligamento lateral externo son menos frecuentes. En los casos más graves, cuando se arranca de la cabeza del peroné o cuando produce sintomatología en el nervio ciático poplíteo externo se trata con cirugía.
Ligamentos cruzados
Se encuentran en el interior de la articulación, dentro de la cápsula articular. Son dos fuertes ligamentos, el cruzado anterior que se rompe con mayor frecuencia y el cruzado posterior. Ambos forman una especie de X dentro de la rodilla, de ahí su denominación. Se rompen por un choque violento sobre un lateral o por torsión exagerada de la rodilla, en futbol, rugby y con bastante frecuencia en esquiadores novatos. El tratamiento es de carácter quirúrgico con la posterior rehabilitación kinésica para recuperar el ángulo de movimiento y la masa muscular del muslo. Los músculos que se deben trabajar son el cuádriceps, los izquiotibiales y los gemelos para dar estabilidad a la rodilla y recuperar la movilidad de la articulación. La mejor protección para la rodilla la brinda un grupo muscular bien desarrollado en muslo y pierna, lo que impide movimientos laterales y le da firmeza a la articulación.
Pie
Esguince de tobillo
Es la lesión más común en el pie de los deportistas. El mecanismo de producción es la torsión violenta de la articulación con la planta del pie hacia adentro. Como lo indica la figura los esguinces pueden ser leves, cuando se distiende el ligamento y se inflama la región externa del tobillo, de segundo grado cuando se produce la ruptura parcial de uno o más ligamentos y de tercer grado cuando se rompe completamente el ligamento lateral externo y el anterior.
Los dos primeros pueden ser tratados con reposo deportivo y una bota de marcha más rehabilitación para fortalecer la musculatura propia del pie.
El último es un caso más grave y necesita un tratamiento más prolongado con inmovilización con bota de marcha y en los casos recidivantes puede requerir tratamiento quirúrgico.
Ruptura del tendón de Aquiles
El tendón de Aquiles es muy resistente a la tracción, pudiendo soportar más de 400 kg., pero en casos de fatiga intensa, stress o cuando pierde elasticidad y se reseca se rompe con mayor facilidad. El deportista siente como si le hubiesen dado un golpe en la parte baja de la pantorrilla o como si hubiera recibido un piedrazo.
Se comprueba fácilmente porque el accidentado no puede ponerse en puntas de pie porque los gemelos quedan anulados al perder su inserción.
Cuando la ruptura es total es de carácter quirúrgico y se debe proceder a unir ambos cabos dejando al pie inmovilizado en flexión plantar leve para evitar la tensión sobre el tendón suturado. Luego poco a poco se va llevando el pie a su posición normal. Se inmoviliza con yeso y luego con bota de marcha. La rehabilitación es lenta y lleva alrededor de 6 meses con ejercicios de fortalecimiento de los gemelos y del miembro inferior en general, agregando elongación suave hasta lograr la marcha normal.
Fascitis plantar
La fascia plantar es una aponeurosis fibrosa que se inserta en la parte inferior interna del talón y se dirige a su inserción distal en el primer metatarsiano y el hallus, (dedo gordo del pie).
Debido a varios factores, como la fatiga, sobrecarga de trabajo físico, exceso de peso, etc. se produce inflamación y contractura originando dolor agudo durante la marcha.
El tratamiento más adecuado es la aplicación de crioterapia (hielo) que puede ser mediante una botella de ½ litro de agua congelada que se amasa con la planta del pie. Se suma a ello el tratamiento kinésico con fisioterapia mediante magnetoterapia y ultrasonidos y elongación profunda.
Es muy importante el calzado deportivo que se utiliza y se debe consultar al médico ortopedista en caso de pie plano o pie cavo (con mucho arco). En esos casos, el uso de plantillas y el tratamiento de fisioterapia contribuyen a solucionar el problema.
Héctor A. Cirigliano
Lic. en Kinesiología y Fisiatría UBA- MN 14097
Kinesiólogo y Entrenador de FATARCO
Kine41@fibertel.com.ar
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