Un Viaje inolvidable
Por Juan Dumas para Revista Aire Libre
La vuelta…… Nos genera una nostalgia que combina el ya no tener este viaje por delante con los recuerdos de una experiencia inolvidable.
La investigación previa, los preparativos, los recorridos alternativos para llegar a un destino tan exótico como alejado, llevó tiempo y esfuerzo. Pero, como veremos, fueron trajines más que justificados.
Éramos catorce, por lo que fue necesario que nos dividiésemos en dos grupos que iríamos en semanas sucesivas.
A que íbamos? Y adonde?.
La excusa del viaje, para un Club de Pesca, era encontrarnos con el mítico taimen. Llamado también salmón siberiano que se encuentra en pocos ríos del mundo. Pero, en paralelo, a todos nos atraía el conocer lugar tan exótico, tan lejano y tan distinto. Y así fue: exótico, lejano y distinto.
Debíamos llegar a Ulaan Bataar, capital de Mongolia. Siendo que estaba en el polo opuesto del planeta las opciones aéreas eran muchas. Algunos hicimos un descanso de un par de días en Pekin que tenía el interés de ver cómo había evolucionado esta ciudad tras todos estos años de crecimiento explosivo.
De allí era un solo paso a Ulaan Bataar. Ciudad singularmente poco atractiva tal como nos habían anticipado. Arquitectura rusa de los años 50 y 60.
Nos alojamos en un hotel aceptable y fuimos a recorrer un centro comercial donde pudimos hacernos de algunas compras que harían de recuerdos materiales del viaje.
Prendas de cashmere y lana de yak (un extraño vacuno de pelo largo) fueron lo más atractivo. Una visita a un muy buen museo histórico bien valió la pena.
La figura del gran Gengis Khan está vigente cómo el prócer y héroe de la patria.
En veinticinco años conquistó una extensión igual al doble de lo que conquistaron los romanos en cuatro siglos. No fue poco.
Al día siguiente partimos en vuelo de línea al pueblo de Murun donde nos esperaban varias camionetas que nos habrían de transportar a nuestro camp sobre el río Eg.
Así emprendimos un recorrido por camino pavimentado, luego de tierra, luego huella y finalmente campo traviesa durante unas cinco horas. Esto nos dio la oportunidad de conocer la zona cosa que no hubiera ocurrido si aterrizábamos en helicóptero tal como estaba inicialmente previsto. Creo que todos coincidirán que fueron inolvidables los paisajes de las últimas dos horas de esta travesía. Las mejores fotos no dan verdadero testimonio de la realidad.
Lo que más nos llamó la atención a todos era la completa ausencia de alambrados, cercos o cualquier elemento que dividiese las tierras. Estas no tienen dueño. Se veían cada tanto las características carpas blancas (ger) de los pobladores nómades con sus rebaños de ovejas, caballos, vacunos o yak.
Estos permanecen unos tres meses en un lugar y luego se mudan en busca de nuevos pastos para sus animales. No existen conflictos entre ellos. Se respetan derechos ancestrales de distintas familias a través de los tiempos.
Llegamos al camp. Una belleza. Nuestros ger a metros del río. Amplios y confortables con estufa a leña que la convertía en un horno en pocos minutos.
Todo el personal, excepto el jefe de guías, era mongol lo cual nos alegró ya que nos daría la posibilidad de interactuar con ellos, en particular los guías, y tener así un atisbo de sus características y costumbres. Y así resultó.
Los horarios eran bastante relajados ya que tomábamos desayuno (opíparo!) a las 8hs y salíamos a pescar a las 9 hs llevando picnic. Volvíamos a la tarde a las 6.30 hs con tiempo para darnos una buena ducha y estar listos para la comida de las 9 hs.
El taimen es un pescado sumamente agresivo y la manera característica de pescarlo es trayendo a los saltitos sobre la superficie una mosca que se asemeja a una laucha. De modo que lo más atractivo y desafiante de esta pesca es el momento del pique. Es explosivo y el pescador debe clavarlo con la línea y luego levantar la caña. Si no se hace eso, las chances de que no se pierda son mínimas.
Fueron muchos los pescados perdidos y bastante los sacados. Algunos de muy buen tamaño como podrán apreciar en las fotos. El grupo de la primera semana tuvo condiciones adversas en el río ya que se ensució prácticamente al llegar y recién se normalizó sobre el final de la estadía. Los primeros días fueron duros en cuanto al pique pero así y todo no hubo quien no se fuese con la foto de su taimen.
Los guías mongoles resultaron excelentes en todo sentido. Muy conocedores, respetuosos y entusiastas. Y el jefe de guías, americano, inmejorable.
Una mañana, en el que el río aún estaba sucio, aprovechamos para visitar una familia típica mongol en su ger. Fue bien interesante porque pudimos apreciar la manera que conservan todas sus antiguas costumbres pero que, al mismo tiempo, están bien instalados en el siglo XXI. Junto al ger había una buena pantalla solar y un plato de antena de televisión y un lavarropas. Los teléfonos celulares abundaban. El jefe de familia había preparado caballos e hicimos una maravillosa cabalgata entre las montañas y bosques de la zona. Otra vez gozamos de paisajes inolvidables.
Y así llegó el final de la semana del primer grupo. Partimos en las camionetas hacia una pista de aterrizaje cercana a un pueblo a un par de horas del camp. Un rato antes del aterrizaje del avión que traía al segundo grupo del Club Norysur y en el que retornaríamos los primeros, aparecieron un par de camionetas que tenían la función de despejar la pista de animales
Llegó el avión y se produjo el insólito encuentro de dos grupos de socios de Norysur en medio de la campiña de Mongolia. Intercambiamos saludos, hicimos recomendaciones, contamos experiencias y nos fuimos……
Cada uno traía consigo distintos recuerdos y sensaciones vividas. Y todos gozábamos de la agradecida satisfacción de haber participado de un viaje excepcional que perdurará para siempre en nuestro recuerdo.
El segundo grupo disfrutó tanto como nosotros y más ya que tuvieron la suerte de que el río los recibiese en perfectas condiciones. Esto permitió que tuviesen mucho más actividad en cuanto al pique de los taimen y, como también lo atestiguan las fotos, sacaron ejemplares envidiables.
Mención aparte para Susy Valdez. La única valerosa mujer de la expedición. Desbordante de entusiasmo pescó hasta el cansancio. Un ejemplo a seguir.
Mientras se disipa este viaje, empiezan a tomar forma otros. Las aguas en el planeta son muchas…….
Algunos Tips del viaje
- La organización de un viaje de esta complejidad implicó la recepción y envío de más de 2,300 correos electrónicos.
- El Gengis Khan (o Chinggis Kahaan) es el prócer nacional. En veinticinco años conquistó una extensión igual al doble de lo que conquistaron los romanos en cuatro siglos. No fue poco.
- Los guías manejaban el inglés con fluidez.
- La capital de Mongolia, Ulan Bataar, es realmente poco atractiva
- La zona de pesca donde permanecimos una semana tenía semejanzas a la campiña suiza
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Eugenio Rivademar
Muy buena reseña de una excursión -supongo- inolvidable.
Siempre tuve la fantasía de conocer Mongolia, la cuna de Genghis Khan.
Amén de tener la posibilidad de ir a pescar Taimen, que en algunas fotos he visto que tienen hasta 100 lbs de peso (45 kgs). Tremendo pez si los hay. Y con ese entorno… para no olvidar.
Gracias por la anécdota !!