La provincia quiere reconvertir algunos cotos de caza.
Así lo señaló el subsecretario de Turismo de la provincia, Lautaro Córdoba, en declaraciones a ANSALATINA. La provincia aspira a presentar un proyecto mixto para una primera fase: combinar la actividad cinegética de marzo a mayo con el turismo de avistaje el resto del año.
La provincia de La Pampa aspira a reconvertir los cotos de caza que forman gran parte de su oferta turística en reservas para hacer safaris de avistaje de fauna.
“Actualmente hay 43 cotos y más de 350 campos habilitados para la caza. La diferencia entre unos y otros radica en la infraestructura, pero en ambos tipos de predios se realiza la caza deportiva, comercial o privada”, explicó a ANSA el subsecretario de Turismo de la provincia, Lautaro Córdoba.
La caza deportiva es un importante ingreso de divisas para una provincia cuya economía es esencialmente rural y basada en la agricultura. El año pasado, el 78% de los cazadores eran norteamericanos (estadounidenses en un 91%), seguidos por los europeos. Las cifras se miden en cientos, pero los ingresos representan cifras mucho más altas.
“Evaluar el flujo de divisas -precisó Córdoba- “es un gran problema, ya que el precio que cada coto o campo pone a su trofeo es muy dispar; lo mismo que la estadía”. “No existe un valor de mercado de especies cinegéticas, ya que cada individuo trofeo es único; y su valor se adjudica de acuerdo con la calidad y al sitio donde se lo cace”, agregó.
Mirando hacia el modelo sudafricano, donde varios cotos fueron transformados en reservas privadas de fauna, Córdoba busca impulsar ahora el mismo cambio en La Pampa, iniciando un movimiento de turismo de avistaje. Por el momento, el principal atractivo de este tipo se produce durante el otoño austral (entre mediados de marzo y fines de abril) en la reserva provincial Parque Luro.
Aquí se encuentra uno de los últimos bosques de caldén, el árbol endémico de la región, que sirve de refugio a grandes manadas de ciervos colorados. En esa época del año, los machos salen del bosque antes del anochecer y se los puede ver y fotografiar mientras braman para atraer a las hembras.
Durante unas pocas semanas cada año, muchos turistas visitan la reserva y asisten a la brama. Pero el objetivo es extender esta experiencia al resto del año. “Trabajamos en este momento con una estancia piloto, La Caldenada, la única que dejó totalmente la actividad de la caza para dedicarse a la cría de especies cinegéticas, especialmente el ciervo colorado. A su vez es la única que comenzó a probar esta nueva alternativa del turismo no cinegético”.
Mientras tanto se está trabajando con otros tres establecimientos que mostraron interés pero todavía no formalizaron el paso de una actividad a la otra.
Para terminar de decidirlas, Córdoba aspira a presentar un proyecto mixto para una primera fase: combinar la actividad cinegética de marzo a mayo con el turismo de avistaje el resto del año. “Por un lado la temporada de caza es muy corta (fundamentalmente marzo y abril y en menor medida y con menos afluencia hasta el mes de agosto) por lo que las instalaciones permanecen ociosas la mayor parte del año y el personal queda desocupado”, explicó el subsecretario de Turismo.
“Por otra parte, muchos cotos fracasaron por fallas en sus estrategias de promoción. No asisten a ferias internacionales ni se vinculan a operadores con lo cual, al existir tanta competencia, fueron perdiendo terreno y clientes”.
“Vemos también el cazador ha cambiado. Requiere más ‘free range’ que caza en encierres o jaulas; esto ha hecho que los cotos de pequeña superficie queden fuera de juego. Finalmente, la prohibición de la caza de puma, autorizado solo en criaderos, ha hecho que muchos cazadores elijan estas pocas estancias para cazar”, concluyó.
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