El Doctor que pesca.
De profesión médico, ha sido dos veces presidente de Uruguay. Quienes lo conocen dicen que ha sido gracias a una mezcla de habilidad política y suerte. Su afición primero por la caza y ahora por la pesca quedan reflejadas en esta nota publicada en la Revista Gatopardo
Habían pasado unos minutos de la una de la mañana del lunes cuando decidió que ya era hora de irse a la cama. El domingo había sido un día muy agitado. Tenía puesta la pijama, pero antes tomó su agenda telefónica, buscó los números de dos de sus amigos, y los llamó para decirles más o menos lo mismo: “No va a cambiar nada. Vamos a seguir yendo de pesca como toda la vida”.
Al otro lado del teléfono, los amigos que lo acompañaban desde hacía años a pescar en Mercedes, departamento de Soriano, Uruguay, tenían un motivo más para celebrar.
Habían comenzado horas antes con asado y brindis por el compañero que atravesaba su mejor hora. Ahora no sólo festejaban el logro de que el hombre hubiera llegado a ser el primer presidente de izquierda en la historia del país, quebrando la hegemonía de los 175 años en la que se alternaban los partidos Blanco y Colorado, sino la alegría de saber que seguiría saliendo a pescar con ellos.
Recién después de esas llamadas, Tabaré Ramón Vázquez Rosas se fue a dormir en compañía de su mujer, María Auxiliadora Delgado. Eran las primeras horas del 1° de noviembre de 2004.
Vázquez no sólo se convirtió en el primer presidente de izquierda en la historia de Uruguay al asumir en 2005, sino que fue el primer dirigente de izquierda en resultar electo dos veces, ya que volvió a ganar la presidencia en 2014 (en segunda vuelta, con 53% de los votos, a Luis Lacalle Pou, hijo del expresidente Luis Lacalle Herrera), para asumir el 1° de marzo de 2015. Y, antes de eso, había sido el primer candidato de izquierda en ganar la Intendencia de Montevideo por el Frente Amplio en 1989. Todo sin tener ningún cargo en el Parlamento, el camino usual que hacen los presidentes.
Mario Zelarayan, cardiólogo y médico intensivista, se hizo amigo de Tabaré por intermedio del hermano de éste, Jorge Vázquez, de oficio nurse y pasado guerrillero, que ahora es viceministro del Interior del segundo gobierno de su hermano. Mario Zelarayan iba con Jorge y Tabaré a cazar carpinchos —un roedor de gran tamaño también conocido como capibara, que habita cerca del río— hasta que estos ejemplares fueron declarados de caza prohibida.
Por unos meses más salieron a cazar jabalíes, hasta que el hobby pasó a ser la pesca. Jorge Vázquez, más conocido como “El Perro”, se aburrió de pescar y eso hizo que Mario afianzara su amistad con Tabaré, un oncólogo reconocido que por esos días de 1991 era el intendente de Montevideo.
Ambos han compartido centenares de horas juntos en las costas del Río Uruguay y el Río Negro. Empezaron con esos rituales a principios de los noventa y todavía los repiten. Hablan de futbol, de medicina, de libros, de carnaval. Pero hay una regla tácita que Mario Zelarayan respeta: no se habla de política.
—La gente me dice: “Vos que ves a Tabaré decile que…”, y yo les digo que no; que Tabaré, cuando salimos a pescar, casi nunca quiere hablar de política —cuenta, en su despacho de la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, un organismo estatal que dirige desde 2005, año en el que asumió Vázquez por primera vez.
Rara vez Vázquez quiere hablar de política con sus amigos pero, cuando lo hace, usualmente es sólo para anunciar lo que ya ha decidido. Álvaro, el hijo mayor de Tabaré, de 49 años, es el menos aficionado a la pesca de la familia. Sus hermanos Javier e Ignacio (Nacho) son amantes del pasatiempo preferido de su padre.
—Mi viejo puede estar 10 horas pescando. Me acuerdo una vez que terminamos comiendo milanesas de surubí durante una semana entera —dice en su consultorio médico del policlínico privado Asociación Española, ataviado con túnica blanca, de trato cordial, gafas de aumento y la sonrisa heredada de su padre.
—Cuando pesca está totalmente callado. Y que no zumbe ni una mosca. De política no habla. Él va a pescar para imaginarse lo que va a venir después. Hace algunas semanas las encuestas lo mataron. Él se la había visto venir. Cuando arrancó y daban altísimas, me dijo: “Mmmm… esto pinta mal. Esperá seis meses y vas a ver”.
Una encuesta de Opción Consultores publicada el 9 de noviembre de 2015 le dio sólo 29% de aprobación. Un porcentaje magro, considerando que en el primer año de su primer mandato (en 2005) las simpatías sumaban 62%, porcentaje idéntico al primer año de José Mujica, quien asumió en 2010. Y a fines de 2009, la empresa Factum había publicado que Vázquez dejaba su primer mandato con un impresionante 80% de popularidad.
Pero Vázquez no necesita de la política. Dos semanas antes de las elecciones por la intendencia viajó a París para asistir a un congreso de medicina. En plena campaña para los comicios nacionales de octubre de 2014, suspendió todas sus actividades para irse a pescar al balneario La Paloma por unos cuantos días. Lo que necesita Tabaré Vázquez es el poder.
—Cuando termine su actual mandato, se va a ir para su casa y a pescar. No es un ‘bicho político’ como (Luis Alberto) Lacalle, (Jorge) Batlle, (Julio María) Sanguinetti o el propio (José) Mujica —dice el politólogo Adolfo Garcé en su despacho de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, mientras convida con café de máquina en vasitos de plástico.
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