Una joven cazadora de Mongolia atrapa lobos y se toma selfis con su águila.
Usar águilas entrenadas para cazar zorros, liebres e incluso lobos es una tradición para los kazajos del Altái en Mongolia, quienes consideran el vínculo entre el ave y el humano tan fuerte como el de padres e hijos. Zamanbol es una de las jóvenes cazadoras que le dan nuevo brío a la tradición. Nota de Hannah Reyes Morales para The New York Times.
Cuando sale de la escuela los viernes, Zamanbol regresa a casa, termina su tarea y hace sus quehaceres como cualquier otra adolescente. Los sábados ensilla a su caballo, se adentra en las montañas cubiertas de nieve y caza bestias salvajes con un compañero confiable: su ave rapaz entrenada.
Zamanbol, de 14 años, se dedica a la caza con águilas, es nómada kazaja de la región del Altái de Mongolia y forma parte de una generación de jóvenes nómadas que están adoptando costumbres centenarias mientras buscan una conexión con sus raíces y la naturaleza en un mundo transformado por la tecnología.
La joven cazadora —que va a la escuela en la ciudad entre semana y regresa a la ger, o yurta, de su familia los fines de semana— ha vivido entre águilas toda su vida.
Matei, su abuelo, le enseñó el exigente arte de cazar con la ayuda de un águila. Con él a su lado, ella y su águila incluso han cazado lobos.
Su abuelo le enseñó todo lo que sabía sobre cazar con águilas, cómo llamar al ave cuando está en vuelo y cómo susurrarle para tranquilizarla cuando se posa sobre su brazo. Cuando murió, ella heredó a su valiosa ave.
“Después de la muerte de mi abuelo, quería continuar con sus costumbres”, comentó Zamanbol.
Así como Zamanbol comenzó a aprender el arte desde una edad temprana, el entrenamiento de las aves comienza poco después de capturar a un aguilucho de su nido, a menudo luego de que un cazador escala un acantilado escarpado. La relación resultante entre el cazador y el águila es cercana y dura años; algunas viven más de una década, y ciertos cazadores incluso hablan de su águila como si fuera un hijo.
Los cazadores a menudo les cantan para que se acostumbren a su voz.
Las águilas hembra, más grandes y más fuertes que los machos, se usan casi exclusivamente para cazar. En cuanto pesan casi 7 kilos, las águilas van a caballo con sus cazadores hacia las montañas, donde las liberan para que busquen presas entre el paisaje, generalmente zorros y liebres.
Sin embargo, los lobos son la verdadera recompensa, aunque los cazadores teman por la seguridad de sus aves cuando se arriesgan a emprender esa caza peligrosa y brutal.
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