Una campeona en el agua.
La misma constancia, observación, disciplina y esfuerzo que le dieron a Paula Pareto sus medallas olímpicas y múltiples títulos, entre ellos un mundial, la convierten en una gran pescadora. Una pasión que abrazó de chica y comparte en familia. Por Wilmar Merino para Revista Aire Libre.
Judo significa “camino de la suavidad”. Y esa serenidad parece hacerse carne en la mirada clara, las palabras sin estridencias y la sonrisa dulce de Paula Pareto… hasta que entra a un tatami. Entonces se convierte en lo que es “una chica superpoderosa”, una rival temible para sus oponentes, una competidora inteligente y eficaz que a fuerza de una disciplina espartana ha logrado las máximas aspiraciones deportivas –es nuestra primera medalla dorada en Judo y logró ser campeona en el Mundial- y personales, pues también es médica traumatóloga en el Hospital de San Isidro.
Pero la historia menos conocida es que en sus escasos tiempos libres, Paula, nacida en San Fernando, adora vincularse con el río a través de la pesca deportiva. Y entonces, caña en mano, vuelve a transitar ese “camino de la suavidad” en el agua, donde disfruta y se relaja en compañía de su compinche de toda la vida: su hermano Marcos.
Aire Libre la invitó a compartir una jornada de pesca de pejerreyes largamente anhelada, porque entre compromisos deportivos o laborales, malas condiciones climáticas y un torneo de fútbol que “la Peque” juega los sábados, las opciones de salida se fueron postergando. Pero, como decía Cerati, “Tarda en llegar/ y al final / al final hay recompensa”: el invierno fue pasando y llegó el tiempo de los gigantes del Plata, los grandes pejerreyes que quitan el sueño a todo pescador amante de las flechas de plata. Y con la guía de los amigos Simón Pescador y Sergio Gordusenko, logramos que Paula Pareto se diera el gusto con los pejerreyes de su vida.
Pero antes de ir al agua, charlamos con esta pequeña gigante, que a fuerza de triunfos le ha dado un enorme impulso a su deporte amateur, con miles de pequeñas yudocas que aspiran a ser como ella.
-¿Como empieza tu historia con el Judo?
– A los 9 años nos hicimos socios del Club San Fernando, y en ese ambiente deportivo, como mi papá había hecho judo, le propuso ese deporte a mi hermano y él empezó a hacer. Al tiempo me pareció divertido y empecé yo. Además, estaba mi hermano y eso ayudó, porque al tener un conocido, me gustó. Lo demás, fue entrenar y competir.
-¿Te gustaba ya de niña la competencia?
-No la verdad no… a decir verdad hoy en día tampoco, jaja
-¿En serio?. ¡Sos la gran campeona y me decís eso!
-Disfrutar lo disfrutás cuando estás arriba del podio. Pero antes de eso hubo un trabajo mental, de entrenamientos, midiendo riesgos y beneficios, todo eso no es algo que no disfruto, tal vez otro lo disfrutan más. Pero igual yo creo que vale la pena pasar por eso para obtener resultados.
-Tus resultados fueron únicos para la historia del Judo de este país. Sos la única campeona olímpica cuando ningún hombre llegó a la medalla dorada, y también campeona del mundo.
-Gané en 2016 en los juegos olímpicos de Río, y salí campeona mundial en 2015. Fueron dos años inolvidables. Ya en 2014 fui subcampeona del mundo, así que podemos decir que entre 2014 y 2016 tuve mi mejor etapa, aunque ya había estado en los Olímpicos de Beijing donde fui Bronce.
-¿Cómo se sigue uno planteando objetivos después de tocar la cima de su deporte?
– La motivación la encuentro cada día en algo esencial: hago lo que me gusta. Creo que la clave, lo importante, es hacer lo que uno hace todos los días sin detenerse a pensar tanto en eso. Siempre el que importa es el torneo que viene, así que seguís entrenando y pensando en lo que va a venir. Ahora tengo los Panamericanos y el año que viene el mundial de Japón.
-Sabes que cuando un deportista, en este caso una mujer haciendo en un deporte más elegido por hombre, logra algo tan importante, marca un hito, se convierte en inspiradora, en un símbolo…
-En los últimos juegos olímpicos pasó algo que me gustó porque en yudo se dio una campeona olímpica mujer, en un deporte supuestamente de hombres como el judo. Dos de los oros los ganamos mujeres (la otra fue Cecilia Carranza, con Santiago Lange, en yachting). Y en el hockey, que es un deporte más vinculado a las mujeres, estuvieron los chicos como campeones. Eso creo que marca bien la idea de que no hay deportes para nenes y deportes para nenas. Hay deportes y punto. Además creo que hay mucho entrenamiento, mucho apoyo para los chicos, algo que cuando yo arranqué no existía.
-¿En algún momento viviste prejuicios por ser mujer y hacer judo?
– Si, muchas veces, pero ya estás acostumbrada, no creo igual que sea un prejuicio sino que les parece raro. De hecho, yo iba a entrenar y en los dojos de judo entrenaba como única nena, o a lo sumo con dos o tres más. Y hoy pasa algo raro, en el judo se ven más chicas que nenes
-¡Eso es culpa tuya!
-Bueno, sí ayuda a que todos sepan que en ambos sexos se puede practicar cualquier deporte, está bueno.
-Muchas chicas nuevas en el deporte seguro te tienen a vos como referente. ¿Vos, a quien tenías como faro?.
-Tenía a quienes en aquel momento eran los representantes de la Selección. Tenía a Lorena Briceño, que vive en Neuquén, que era una representante argentina que la teníamos como ídola, primero por sus logros deportivos y después porque es una excelente persona. Otros referentes que tuve fueron Cristian Schmidt y Carolina Mariani.
-¿Te planteas en el futuro hacer docencia en judo después de terminar la parte competitiva?
-Al quedar cerca del cuerpo técnico colaborás desde lo que podés, desde la parte de educación física, y ayudas en lo técnico con las nuevas camadas. Igual que hicieron los chicos que ya se retiraron y quedaron referenciándonos a nosotros. A algunos vamos a poder ayudar. Los propios chicos nos piden consejos.
-Ahora también sos médica traumatóloga. ¿Cómo cambiaron tus entrenamientos para armonizarlos con tu trabajo?
-Trabajar de médica me cambió el entrenamiento. Tengo dos entrenamientos que son desde las 4 de la tarde. En teoría del hospital salgo a las 3, pero eso puede variar porque uno nunca sabe lo que puede pasar: podés tener una operación o que llegue un paciente sobre la hora. Y ahí no podés cambiarte e irte. Por eso ahora me lo tomo diferente. Si llego a entrenar como estaba previsto, buenísimo. Si no, lo compenso yendo al gimnasio o con algo de físico. Después tengo tres entrenamientos a las 7 y media de la tarde, que a esos llego sin problemas. Además, aprovecho los fines de semana que no voy al hospital para entrenar un poco más fuerte. Con mi entrenadora, Laura Martinel, armo el calendario contemplando las horas dentro del hospital. Ella conoce cuando llego cansada de una postguardia que me mató y no dormí, y me entreno igual. Este año también me ayuda el psicólogo Gustavo Ruíz.
Esta larga introducción hablando de su faz deportiva es fundamental para entender a la Paula Pareto pescadora que nos acompañó en esta salida. Porque su temple, su paciencia, su trabajo serio para obtener resultados, son consecuencia de su formación deportiva. Esa que también la lleva a aprender rápido, competir y ganar a la hora de capturar a nuestros amigos subacuáticos. “¿Hay que pescar a línea suelta no?”, pregunta. Y ante la afirmativa obedece. Y cuando las boyas disparan, clava y trae pejerreyes con maestría.
-¿Practicas una actividad outdoor fuera de la pesca?
-No. El año pasado con mi compinche (N de R: se refiere así a su hermano Marcos) fuimos al Aconcagua y nos propusieron escalarlo. Era un proyecto con un grupo de bastante grande de gente, que no eran solo alpinistas. Pero yo tenía una competencia cerca. Y les propuse hacer una tramo nomás, llegar hasta la base, y después me volví. Fue una semana intensa de alpinismo.
-¿Cazaste alguna vez?
-No nunca.
-¿Soñás con algún destino de pesca especial?
-No la verdad que no, por acá, con el río a mano, estoy bien. Tal vez alguna vez me propongan algo diferente y si me llama la atención voy. Quizás en el mar, que es una pesca diferente.
-¿Pudiste pescar con señuelos?
-Poco y nada, solo dorados. En San Nicolás pescamos bien, con mi hermano agarramos 5 o 6 dorados de distintos tamaños. El más grande pesó unos cinco kilos. Era interesante pescar en el agua negra, ahí es como que el agua se volvía más cristalina y picaban los dorados cuando le pasábamos los señuelos.
-Tu papá le presentó el judo a tu hermano y vos te prendiste. ¿El fue también el que te presentó la pesca?.
-Mi mamá y mi papá. Cuando yo era chica teníamos un terrenito en el Paraná y mamá nos acompañaba y tirábamos siempre la caña. A ella le gusta la pesca. Y ahora mi mamá, cada tanto, nos acompaña a Marcos y a mí, incluso en pescas de embarcados. Papá nos llevaba después a pescar en el Club San Fernando. Primero yo iba con él y después empecé a ir sola con mi hermano. Ibamos todos los días que podíamos y, en vacaciones, siempre. Sola no me animo, siempre salgo con mi hermano, él es al que más le gusta la pesca y yo acompaño. Solo saben que soy tan pescadora mi familia y mis amigos más cercanos. El resto no sabe que pesco de chica.
-Sos una deportista de alta competencia en una actividad con mucha adrenalina, que implica prepararte para torneos, hacer dieta, entrenar duro, complementar el deporte con tu trabajo… en ese contexto ¿La pesca es un complemento para el judo?.
-Creo que es un buen complemento para limpiar un poco la mente, es como una terapia. Lo tomo así, como un espacio para compartir con mi hermano, que somos muy compinches, y pescar te saca un poco de todo, tanto del judo, del trabajo como de los problemas de la vida diaria. Aparte, cada vez que embarcás, perdés señal de celular y eso está buenísimo para desenchufarse. Igual, con mi hermano, estamos muy conectados entre nosotros siempre. Pero si, es algo terapéutico.
-Nuestra pasión por la pesca necesita de ambientes sanos. ¿Tenés preocupaciones medioambientales?
-Es algo en lo que todos deberíamos estar preocupados y ocupados. La pesca deportiva nos permite devolver las piezas, o llevar algunas para comer, pero tenemos la chance de devolver. Y el tema ecológico… es un tema grave. A veces no queremos llevar algún pescado por miedo a que este contaminado el río. Además, es feo ver el río sucio en algunas partes.
-¿Cuál fue tu mejor pesca?
-En San Nicolás pescamos lindos dorados y un patí de 14 kilos. Acá en el Río de la Plata fuimos a pescar enfrente a la isla Martín García y sacamos algunos dorados pero más chicos. Ahora… pejerreyes como los de hoy, nunca había pescado. Me encantó.
-¿Tuviste experiencias de pesca en el mar?
-Al mar fuimos pero fue una mala experiencia: navegamos dos horas y a los 15 minutos de llegar empezamos a descomponernos y no lo disfrutamos mucho. Fue la única vez que no queríamos que pique nada porque ninguno de los dos podíamos sacar el pescado, solo queríamos volver. Nuestros compañeros de viaje habían tomado una pastilla anti mareo y nos decían “¿Como que no la tomaron?”. La verdad, si lo volvemos a hacer, vamos a tomar esa pastillita antimareo. El mar no fue un buen recuerdo.
-¿Qué tipo de pesca preferís en cuanto a lo técnico?.
– En verdad me adapto a cualquier pesca. Lo que nunca hicimos fue mosca, es algo más específico. Soy más de tirar a fondo. Eso nos enseñaron y eso hicimos casi siempre. Y pescar con boyas también, hemos pescado bastante.
Con boyas estamos pescando. Y si bien el generoso Río de la Plata nos está dando algunas flechas, no nos estaba regalando sus mejores tesoros…. Hasta que se produce el milagro: este cronista clava un gran pejerrey y mientras lo estaba peleando la línea de Paula acusa otro pique. Se trata de otro gigante del Plata, un peje que pasa el kilo. Y el guía Simón, para no ser menos, mete otro tercer matungo de novela. Fueron 5 minutos mágicos que nos dieron el premio que fuimos a pescar, esos pejerreyes trofeo de más de un kilo que no se ven en ninguna otra parte. Paula está feliz.
-¿Habías pescado antes pejerrey?
-Alguna vez, pero no con mucha experiencia, y no tuve tanta suerte. Hoy sí que la pase genial con ustedes. ¡Gracias Aire Libre!.
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