Durante el reciente Mundial de Fútbol, las casas rodantes fueron noticia ya que miles de argentinos viajaron a Brasil en ellas.
Pero más allá de ese hecho puntual, los motorhomes no son aún tan populares en nuestro país, como sí lo son, por ejemplo, en Estados Unidos. -Por Luis Faraoni
Es una rama de la actividad turística que tiene mucho espacio para desarrollarse todavía, sobre todo en materia de infraestructura. Sin embargo, para algunos destinos de pesca y de caza, el motorhome es un gran aliado. Aire Libre entrevistó a fabricantes y aficionados, que todavía entran en la categoría de fanáticos de culto de este tipo de vehículos, con la intención de revelar los secretos y encontrar los puntos que le aportan comodidad y disfrute a otras actividades deportivas y de esparcimiento.
Los expertos
No son necesariamente pescadores ni cazadores. Se definen como “entusiastas del aire libre y del turismo alternativo”. Los integrantes del Ranchomóvil Club Argentino son propietarios de motorhomes o casillas autoportantes y suelen decir que esta actividad es, más que un hobby, “una forma de vida”. Fin de semana por medio, los miembros de la seccional Buenos Aires de Ranchomóvil se encuentran en algún punto de la provincia de Buenos Aires, a unos 100 o 150 kilómetros de la capital para vivir los descansos semanales lejos de la ciudad. Y dos veces al año se van de caravana entre dos y tres semanas.
Eso –y la pasión que demuestran- los convierte en expertos del uso de los RV, como se los llama en Estados Unidos, por “Vehiculo Recreacional”, según sus siglas en inglés. Son los más indicados para compartir las posibilidades que brindan los autoportantes a la hora de instalarse a vivir en la naturaleza. El nombre de esta organización sin fines de lucro que este año cumple 40 años, revela un espíritu humorístico que aparece una y otra vez en los comentarios del grupo que un domingo cualquiera recibe a Aire Libre en Jáuregui, cerca de Luján.
El lugar es el campo de deportes de un colegio privado que el grupo alquila con bastante frecuencia. Hay unos 30 motorhomes de todo tipo, tamaño y sofisticación estacionados bajo unos eucaliptus. Los chicos corren de un lado a otro en manadas, con la sensación de libertad que brinda el hecho de saber que no hay ningún tipo de peligro cerca y que los padres están igual de libres que ellos. La charla se realiza alrededor de una mesita plegable –como casi todo en este mundo del campamentismo, donde las mesas cumplen dos o tres funciones simultáneamente- y varias veces las decenas de perros que también corren sueltos por el parque ensayan un coro de ladridos que obligan a repetir las preguntas o las respuestas.
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Oscar es contador, y uno de los socios con más años en el club. Cuenta que hace 38 años estaba mirando un programa de trasnoche de una señal local de Castelar y vio a dos tipos hablando de manera muy entusiasta sobre esta actividad de la vida al aire libre con las casas rodantes y que convocaban a los demás a sumarse. Después supo que ese personaje se llamaba David Capasso y que era el socio número uno de la agrupación. “Fui a la dirección que daban: en seguida me hicieron lugar en la charla para que entendiera de qué se trataba y en el medio de esa primer reunión a la que fui dijeron ‘tenemos que prepararnos para el fin de semana’. Y el primer tema a organizar era la comida. ‘Esto es para mi’, me dije, y acá estoy, todavía”.
Además de las salidas domesticas de los fines de semana, el grupo organiza una caravana en invierno y otra en verano. En estas últimas vacaciones de julio anduvieron por Córdoba. “Aprovechamos las vacaciones porque esta es una actividad familiar”, dijo Claudio Marco, actual presidente del Ranchomovil Club.
“La idea es que siempre sea un grupo de gente con ganas de pasarla bien al aire libre, no importa si llueve o hay sol, si hace frío o calor”, dice Marco. Probablemente para preservar el espíritu alegre y descontracturado, los estatutos de la organización -que prácticamente no tuvieron modificaciones desde la fundación- prohíben las discusiones de religión y de política en los viajes.
Despejados esos dos temas habitualmente espinosos, las horas de ruta se pasan volando entre los chistes que unos y otros se hacen a través de las radios con que tienen equipados los vehículos. “Somos todos radioaficionados, es una de las cuestiones que aprendimos que había que hacer, porque en una caravana por camino de montaña, por ejemplo, cuando uno de nosotros se para en la banquina no sabés si es que tuvo un problema o quiere sacar una foto”, explica Marco.
Pero más allá de la cuestión práctica y de seguridad, la radio funciona como una verdadera asamblea rodante cuando los integrantes de este club andan por las rutas argentinas.
Los números
“Lo primero que le decimos a quienes nos preguntan cómo arrancar en esta actividad es que prueben primero si les gusta con una casilla rodante de arrastre, las que se tiran con un auto, que son más económicas. Que no hagan una inversión enorme si no están seguros de cómo es esta vida”, dice Oscar. Y, ciertamente, el valor de las unidades es el primer tema a tener en cuenta.
Por supuesto que las variables son enormes, porque el costo depende del motor, de la cantidad de plazas y –fundamentalmente- de la cantidad de comodidades que tendrá el motorhome. En este punto, dicen, el equipamiento es lo más caro: los acondicionadores de aire, las heladeras con freezer, los termotanques, en fin, toda la comodidad que llevan encima son artículos importados que tienen un costo muy alto y en dólares.
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Sin embargo, la mayoría de los autoportantes 0KM se ubican en un rango que va entre 500 mil y un millón de pesos. Por supuesto, en los portales de compra de la web se pueden encontrar oportunidades que arrancan desde los 100 mil pesos. “De todos modos, los pescadores y los cazadores no necesitan mucho confort: cuando salen, lo que más les gusta es estar afuera de la casilla”, dice, por experiencia, Mario, otro socio con más de 15 años en el grupo.
Las casas de arrastre, en cambio, son bastante más económicas. Se consiguen por cifras cercanas a los 40 mil pesos y tienen respecto del RV la ventaja de que se pueden desenganchar del auto para recorrer la zona. En esa línea se inscriben también las llamadas Gotitas Rodantes, más pequeñas y portables que las casas de arrastre, pero no por ello impiden disfrutar la experiencia y, claro, son mucho más económicas. Pueden verse todos los modelos y alternativas en www.gotitasrodantes.com.ar.
Pero para los fans del Motorhome como lo que más disfrutan es viajar, lo elijen por sobre otras opciones ya que según sus propias palabras, “los chicos duermen mientras viajamos, y es más cómodo todo”, dice Jaime, otro de los socios fundadores. “Una vez más, esto no es estático: se puede empezar con una casa de arrastre y después, si la cosa funciona, si le gusta a la familia, se hace una inversión mayor”, sentencia Jaime.
Hasta hace no demasiado tiempo, las casas rodantes necesitaban de autos potentes pero la industria fue buscándole la vuelta con el peso y hoy hay casas de arrastre tan livianas que se pueden usar con los autos más chicos.
Un dato a tener en cuenta: los 0KM no son necesariamente más caros que los usados. El hecho de que el usado está listo para andar logra que los ansiosos paguen por él cifras similares a las que cuesta un autoportante diseñado a medida y recién salido del taller. Claro, hay que esperarlo unos meses y es sabido que la impaciencia es enemiga del bolsillo. Si bien hay algunos vehículos estandarizados, lo recomendable –dicen- es que cada uno tenga una casa rodante única, modelada de acuerdo a las necesidades de quienes la van a usar con mayor frecuencia.
Y otros datos importantes a la hora de hacer números: según el modelo, los vehículos consumen entre 15 y 20 litros de gasoil cada 100 km. “Lo más caro es el combustible”, dicen una y otra vez. El seguro de los motorhomes es de Responsabilidad Civil y cuesta aproximadamente 300 pesos por mes: ninguna empresa asegura estos monstruos rodantes contra robo, aunque la verdad es que hay poquísimos, en virtud de lo difícil que es disimularlos en la ruta y las ciudades. En cuanto a patentes, los más nuevos pagan en 700 pesos.
Las alternativas
Indudablemente, aunque es poco usual encontrar motorhomes 4×4 con los cuales meterse en cualquier lado, este tipo de vehículos tiene grandes ventajas para aportar en el mundo de la pesca y la caza. Pero como dicen los miembros de Ranchomovil Club, antes de hacer una inversión de esas características, quizás sea necesario hacer algunas experiencias antes de decidirse.
Motorhome Time fue la primera empresa del país en alquilar estas máquinas. Su titular, Oscar Mirón, heredó el proyecto de su padre y está en pleno proceso de transmitirles el negocio a sus hijos. “A finales de los 70, mi padre se hizo un motorhome casero y un conocido le pidió uno igual, de modo que entendió que había ahí una oportunidad”, dice Mirón.
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Con el tiempo, la empresa (ubicada en la localidad de El Pato, en el sur bonaerense) fue abriendo su costado de servicios a los clientes y así, 30 años atrás comenzaron con el Club de Socios, que tiene distintos tipos de membresías pero que básicamente logra amortizar el costo de una flota de vehículos entre varios socios que tienen siempre un motorhome disponible cuando lo requieren.
“Comparado con el desarrollo que tiene esta actividad en Europa y EEUU, la Argentina está muy lejos, no sólo por una cuestión de nivel económico sino que se ha instalado en el ideario de nuestra sociedad que el camping es para quien no puede alquilar hotel o un departamento en la Costa, pero en realidad eso es un error –dice Mirón– la vida al aire libre puede tener todas las comodidades de algunos hoteles y más también”.
La empresa, según Mirón, se ha dedicado a un trabajo de docencia: además de los clubes de socios, ofrece paquetes promocionales en forma de Voucher que cuesta cerca de 20 mil pesos y habilita el uso de cualquiera de los modelos que la empresa tiene en alquiler entre 7 y 15 días para que los usuarios prueben en viajes cortos las ventajas y complicaciones de usar estos “bichos”. “Lo que más nos interesa es fomentar este tipo de vida –dice Mirón–, así que recomendamos campings y permitimos que fraccionen el voucher; quizás haciendo dos o tres viajes cortos ya están listos para encarar una travesía”.
Mirón cuenta que en muchas ocasiones lo visitaron pescadores que querían ir a los lagos del sur o a Chile usando motorhomes por primera vez. “En contra de nuestro interés comercial, les sugerimos el voucher porque es mucho más saludable para ellos y para nosotros que hagan la primera experiencia con contención”.
En esa sugerencia, Motorhome Time propone visitas a dos campings bonaerenses en los que los administradores saben mucho del tema: el Complejo de Agroturismo Esperanza en Gobernador Castro, San Pedro, y Ayres de Etcheverry, un Club de Casas Rodantes forestado y diseñado en función de esta actividad. “La gente de ahí está para cualquier cosita, desde la llave de gas para el calefactor hasta el uso del termotanque, los temas más habituales que la gente no sabe resolver”, informa Mirón.
“De tantos lugares que visitamos es imposible recordar el más lindo –dice Mario, de Ranchomóvil–. Me parece que el mejor es el que improvisás”. Reunidos bajo el toldo de la casilla de uno de los socios, el grupo trata de organizar un ranking de los sitios más recordados. Inevitablemente aparecen los lugares vinculados a lo que comieron. Hay quienes recuerdan una paella en las playas patagónicas o un cordero entre el viento y la arena del desierto. “A veces por la ruta vemos un hombre que tiene un rebaño de chivitos, por ejemplo, y le compramos a él, lo carnea y lo hacemos más tarde –dice Oscar-. El sentido de todo esto es la libertad”.
Estas palabras indudablemente resuenan en las aspiraciones y los oídos de los cazadores y pescadores. “Menos piedra, hemos cocinado de todo en todos lados: en caravana hicimos goulash, guiso de lentejas, polenta, pizza, bifes a la criolla, somos todos cocineros amateurs, aficionados a la buena comida”. Y por supuesto, mucho pescado, a veces pescado por los propios viajantes, a veces comprado a los pescadores. “En Pocitos, un lugar a mitad de camino entre Las Grutas y San Blas, comimos ostras recién sacadas”, recuerda Carlos. “¿Cómo íbamos a saber que existía Pocitos si no hubiéramos pasado por ahí y a alguno se le ocurrió que entráramos para conocer?¿Y de qué otra manera íbamos a comer ostras más frescas que recién sacadas por un tipo que vive al lado del mar?”, se pregunta.
La palabra “libertad” asoma una y otra vez en la charla del grupo. Aparecen varias anécdotas de cambios repentinos de destino (volantazos, sería una metáfora adecuada) en lugares que no cumplían con la promesa que habían hecho o con la idea que traían. Precisamente, esa libertad e improvisación que aseguran que brinda el autoportante vuelve a hablarle a pescadores y cazadores. “Son infinitos los lugares que descubrimos y que no están en ninguna guía, en ningún portal de turismo”, dice Claudio, y agrega: ”Cada vez querés conocer más, más en detalle, más pueblitos chiquitos. Hay lugares que son de paso obligado y ya los conocemos de memoria, por ejemplo, para ir a los lagos del sur tenés dos rutas, vas por una o vas por otra. Y a veces repetimos los destinos o porque nos gustó mucho o porque nos quedó algo en el tintero”.
Pero lo más lindo, aseguran, es cuando uno propone a través de la radio, y en plena caravana, el desvío hacia un pueblito, un accidente geográfico o un mirador desconocido. “Al sur ¿cuántas veces fuimos? Una veintena de veces y nunca terminás de conocer los lagos –insiste Oscar–. El Cardiel, por ejemplo un lago en medio de la Patagonia. Es un sitio al que no va casi nadie porque no es ni sobre la Cordillera ni sobre la costa. Pero si ves el color de ese lago no te querés volver nunca más”. Otro de los recuerdos en que se detienen fue cuando hicieron una caravana por la Ruta 40 de punta a punta antes de que la asfaltaran por tramos.
Pero más allá de estas improvisaciones y repentinos cambios de timón, la gente de Ranchomóvil tiene preparado con seis meses de anticipación el itinerario de cada caravana y de los viajes quincenales de fin de semana.
La Comisión Directiva se reúne cada dos lunes para programar recorridos y acordar los circuitos con los dueños de campings. “En muchos lugares tenemos horario de llegada al camping y programamos el viaje con precisión de minutos, y otras veces, nos gusta no tener muy claro el destino y por ahí para llegar a Cataratas tardamos diez días, porque nos vamos deteniendo en lugares insospechados”, se entusiasma Marco.
La última caravana por Córdoba, por ejemplo, duró 14 días y tuvo un costo de 3200 pesos por módulo (dos personas y la casa rodante), que incluye el pago de los campings, más cinco comidas comunitarias, la cena de despedida y los gastos de obsequios para los lugares en que fueron bien tratados. El combustible, los peajes y las demás comidas son gastos aparte de cada uno.
Esos niveles de sofisticación que se logran tras tantos años de actividad, también aportan enseñanzas a quienes buscan viajar ya no sólo por las ganas de conocer, sino para hacer caza o pesca deportivas. Pero nada se logra de un día para otro. Oscar Mirón, de Motorhome Time, lo explica con una metáfora bien apropiada. “Esta actividad del turismo en casa rodante es como la pesca, hay que ir de menor a mayor: hay que empezar con el mojarrero y hasta que te embarcás para pescar, tenés que hacer todo un recorrido de aprendizaje”.
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