Las únicas fronteras son las culturales.
De visita en Buenos Aires y entrevistado por Fernanda Sandez para la Revista Noticias, es famoso no solo por ser el bisnieto del gran escritor ruso León Tolstói, sino entre cosas, porque dedicado a la pesca deportiva, ha recorrido casi todo el mundo en búsqueda de los mejores lugares para pescar.
Viene caminando desde el fondo de quién sabe qué foto, porque algo hay en él más antiguo que él mismo. Y ruso, inocultablemente ruso, como si caminara seguido por espectros de samovares, de nevadas, de iglesias ortodoxas coronadas por esas cúpulas en forma de merengue.
El conde Alejandro “Sasha” Tolstoi (biznieto del célebre autor de “Ana Karenina” y de “La guerra y la paz”, escritor él mismo, viajero fervoroso) está, dice, extenuado. Vino de Montevideo para la inauguración de una muestra en honor a su antepasado –“León Tolstoi, el espejo del alma rusa”, en el Centro Cultural Borges y ya se cansó. Se desploma sobre un sofá como quien viene de una agotadora cacería de zorros y saca del bolsillo una pipa que no encenderá nunca. Los lentes oscuros le dan a este señor enorme, y canoso, el extraño aspecto de un oso de incógnito. “Vos, ¿qué sabés de mí? ¿Sabés algo?”, pregunta. Imposible no sonreírle. Un oso de incógnito.
Y de la KGB.
NOTICIAS: No suelo hacer entrevistas sin saber nada de mi entrevistado. Por una cuestión de respeto hacia él, pero más respeto hacia mí.
Alejandro Tolstoi: No, te pregunto para saber desde donde comienzo. Porque además esta muestra no es acerca de mi persona sino de personalidad de mi bisabuelo, León Tolstoi. Yo vengo acá o a donde sea cada vez que puedo brindar algo que pueda servir a la popularidad de sus ideas. Toda mi vida hice esto, aunque no es mi profesión.
NOTICIAS: No, claro. Leí que se dedica en parte a la pesca?
Tolstoi: Sí, yo soy pescador pero es un hobby. No es mi trabajo. Lo que pasa es que yo, toda mi vida, hice cosas muy diferentes. Pero a los 32 años, después de haber trabajado en las Galerías Lafayette en París, donde me encargaba de la publicidad y de la propaganda, fallece mi madre y me deja un poco de plata. Entonces, ya no quería trabajar para los demás sino para mí. Y el problema fue ese: ¿qué quería hacer? Me fui de viaje por seis meses, para pensar y decidirme. Me fui por todo el mundo.
NOTICIAS: Yo también quiero tener una crisis existencial como ésas suyas?
Tolstoi: Y bueno, hay que animarse. El tema es que en mi cabeza imaginé dos columnas, una con lo que quería hacer y otra con lo que no quería. Y como no tengo estudios (mi único diploma es como ordeñador de vacas, fijate) y terminé de capitán en la Legión Extranjera, no tenía nada parecido a un diploma universitario. Yo me hice a mí mismo. Quería que mi nuevo trabajo tuviese una parte en la ciudad (porque ahí está lo lúdico y cultural) y otra al aire libre. Y se me ocurrió trabajar en algo de cacería o de pesca, porque yo era cazador en aquel tiempo.
NOTICIAS: ¿Cazador? ¿Y qué cazaba, osos?
Tolstoi: No, no, nunca cacé animales de pelo sino pájaros. Yo viajaba por todo el mundo tirándoles a los patos y a los faisanes. Estaba por crear mi propio asunto y como vivía en París, una mañana me encuentro con una tienda a la venta. Y era una tienda de pesca. Yo del tema no sabía nada, pero fui a almorzar con el dueño, me mostró su lugar y me encantó. Me enamoré, enseguida. Yo estaba ya harto de la caza pero todavía no me había dado cuenta. Pero ya había tirado quince mil cartuchos en el año, así que no quería saber mas nada con eso. La pesca fue como un descubrimiento pero rápidamente me di cuenta de que no me iba a quedar detrás del mostrador, vendiendo aparejos y líneas. Además, era 1972, el comienzo de los viajes intercontinentales.
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NOTICIAS: ¿Y eso qué tiene que ver?
Tolstoi: Que se podía viajar, se podía descubrir un poco el mundo y eso me interesaba. Entonces, a los diez años ya era el hombre que más sabía de todo lo vinculado a la pesca deportiva alrededor del mundo. Conseguí hacerme famoso con eso, en especial en pesca con mosca. La gente venía a consultarme y terminé teniendo mi programa de televisión y de radio sobre ese tema. Tuve varias tiendas y me convertí en “el más grande de los pequeños”, por así decir. Armé mi pequeño imperio y a los veinticinco años un loco me compró todo y después de eso me retiré al campo, a Normandía, con mi mujer. Estuvimos juntos cuarenta años, hasta que ella falleció.
NOTICIAS: ¿Y la venida de ustedes a Uruguay tiene que ver con que los padres de su mujer eran uruguayos?
Tolstoi: Sí, pero ella no conocía el Uruguay y yo se lo hice descubrir en 1998. Yo venía a menudo, pero ella y sus hermanas no habían venido nunca. Su padre era uruguayo pero se fue a Francia, se volvió un empresario exitoso y se casó con una francesa. Pero cuando mi suegra vino acá, no le gustó y rechazó toda esa parte sudamericana de la familia. Tanto que hasta forzó a su marido a no hablar del Uruguay. Yo, en cambio, llegué acá en 1953 porque mis padres eran divorciados y yo estaba muy? indisciplinado. Y me mandaron acá para que me corrigiera.
NOTICIAS: Cuénteme más de la indisciplina esa. ¿Qué líos hacía usted?
Tolstoi: Muchos. Pero antes, te voy a explicar una cosa: toda mi niñez y mi juventud, sufrí de la falta de afecto. Acá, el pibe es el numero uno. A los chicos les festejan los cumpleaños y se encuentran todos. Reconozco que es un bodrio porque al final te la pasás de cumpleaños en cumpleaños, y capaz la gente te dice que no va a tu casa porque tiene el cumple del pibe. ¡Y el pibe tiene tres años, la puta madre! (risas) Pero yo eso no lo conocí hasta volverme adulto, porque me pasé la infancia en el colegio. Mi madre era suiza y yo la veía cada tanto, en vacaciones.
NOTICIAS: ¡Pero la madre es para verla todos los días!
Tolstoi: Bueno, pero mis padres estaban separados y ella vivía en Suiza, se quedó con mi hermana, y mi padre conmigo. A veces la gente es de tal o cual manera porque influye la infancia o la adolescencia que tuvo. Y a mí lo que me influyó fue eso: la escasez del amor y del afecto. Pero, ¿por qué te cuento esto?
NOTICIAS: Porque me estaba explicando el origen de su indisciplina.
Tolstoi: Ah, sí, eso. Entonces, yo trataba de destacarme, de llamar la atención, sin poder formular que eso era por falta de afecto. Pero ellos no vieron eso y dijeron “Es insoportable, no lo aguantamos más”. Y a los quince años me mandaron al Uruguay, adonde vivía mi tío, el príncipe Gortchacow, director del Banco de Montevideo y administrador de estancias.
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NOTICIAS: ¿Y no era un tío amoroso? Si era uruguayo, capaz?
Tolstoi: ¿Mi tío? No, para nada. Era un tío ruso, para empezar. Severo, y a los tres meses me quiso devolver. Mi madre se negó, se vino para acá, le encantó y al final nos quedamos en Uruguay cuatro años.
Después sí, me volví a Europa.
NOTICIAS: Cuénteme de cuando toda la familia Tolstoi se junta y celebra?
Tolstoi: Ah, sí, son unas reuniones en Rusia, cada dos años, en agosto porque allá es verano. Aprovechamos el tiempo lindo porque la mayoría viene del hemisferio norte y prefiere el calor. Nos juntamos en Yasnaya Polyana, la antigua propiedad de la familia. Hoy es un museo y allí está enterrado mi bisabuelo. Queda cerca de Moscú y ahí vamos todos. Somos en total trescientos cincuenta parientes, dispersos en 25 países.
NOTICIAS: ¿Y qué hacen, reunidos allí?
Tolstoi: Y… andamos a caballo, pescamos, escuchamos las melodías rusas, oímos grabaciones de la voz de León dando consejos en diferentes idiomas (francés, alemán, inglés) y paseamos por los bosques y las llanuras. Somos cien los que llevamos el apellido. Por suerte, hay uno o dos que me superan en edad (risas).
NOTICIAS: ¿Y no le da un poco de miedo, eso? Piense que usted ya es el patriarca.
Tolstoi: Sí, pero por suerte tenemos una longevidad grande. Piense que Tolstoi murió a los ochenta y dos años pero porque le agarró una neumonía. Si no, hubiera vivido noventa años. Era muy fuerte y muy vital, pero como en un momento renunció a su vida de aristócrata y se fue a vivir con los campesinos?
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NOTICIAS: Es que él se identificó hasta el límite con el campesinado ruso, y su modo de vivir. ¿Usted tiene algo de eso?
Tolstoi: Sí, porque me siento ciudadano del mundo. Para mí, no hay fronteras. Ni geográficas, ni raciales, ni de idiomas. Las únicas fronteras son las culturales, y esas son las que tenemos que tratar de reducir. Pero, finalmente, yo me siento bien acá, me siento bien en Rusia, me siento bien en cualquier lado. Después de todo, somos todos hermanos. Y las clases sociales son un invento del hombre, y de la sociedad.
NOTICIAS: Su antepasado tenía esas mismas ideas humanistas.
Tolstoi: Sí, de hecho en la propiedad de la familia, que se llama Yasnaya Polyana y hoy es un museo, él puso una escuela para niños. Y sus ideas eran muy de avanzada para su tiempo: los niños iban si querían y no se los obligaba a permanecer en la clase.
NOTICIAS: Y con usted, ¿cómo fue la cosa? ¿Igual de tolerante?
Tolstoi: (risas) No, mi padre tenía un método más (hace un gesto de chas chas en la cola)?.Dickens, digamos. Pero mi bisabuelo sí tenía esas ideas pedagógicas tan revolucionarias, y su defensa de la pobreza y de la vida simple fue una enorme inspiración para Mahatma Gandhi, con quien tuvo mucha correspondencia.
NOTICIAS: Cambiando de tema, ¿por qué se me ocurre que usted ha sido un gran seductor?
Tolstoi: ¡Porque lo fui! (risas. Finalmente, se saca los anteojos y su mirada es de un azul grisáceo. Azul Urales). Y por eso también creo que con mi esposa estuvimos cuarenta años bien, y sin separarnos. Tuvimos nuestros problemas, como todos los matrimonios, pero yo nunca dejé de seducirla ni de decirle que estaba hermosa. Uno tiene que verse bien para el otro, y decirle siempre al otro que se ve bien. Ella nunca dejó de decirme lo que me admiraba. Porque si tú no le dices a tu marido lo inteligente y lo buen mozo que es, alguien más lo va a hacer. Y por eso las parejas que no se seducen, tarde o temprano, terminan separándose.
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