El desarrollo y la evolución de los sistemas arma – cartucho
Nota de Eduardo Rodi para el libro del 80° Aniversario de AICACYP
La historia del hombre ha estado íntimamente ligada al desarrollo de las armas y su munición. Es así que a lo largo de los siglos, en paciente observación algunas veces y desesperada experimentación en otras, ha diseñado y elaborado una innumerable cantidad de instrumentos que lo han catapultado como dominador del mundo y especies conocidas.
La fabricación en serie de conjuntos mecánicos con piezas intercambiables, empleado desde hace ya muchas décadas y basado en las tolerancias de fabricación, fue una idea original de las fábricas de fusiles. También permitió el avance en los materiales empleados y su metalurgia.
La voluntad de mejorar la precisión y eficacia fomentaron el progreso de la física, las matemáticas y la creación de disciplinas como la balística. Las heridas por arma de fuego y la forma de curarlas originaron una nueva especialidad de la medicina, siendo Argentina en el siglo pasado una nación de vanguardia en la materia, como lo veremos a lo largo de éstas líneas.
Para realizar un resumen de los hechos destacados en el desarrollo y evolución de los sistemas arma-cartucho en los últimos ochenta años, y como base de partida, resulta insoslayable describir el estado preexistente. Podremos encontrar en cada momento jalones relevantes.
La transformación originada en Inglaterra a finales del Siglo XVIII, evolución que condujo a la sociedad desde una economía agrícola tradicional y de artesanos, a otra caracterizada por procesos de producción mecanizados es uno de ellos. La llamada Revolución Industrial comienza a extenderse al resto de los países europeos y americanos.
Inicia una nueva etapa que no solo modificará la vida de todos sus habitantes, sino que también terminará delineando la estructura organizativa que perdura hasta nuestros días. Las ideas del filósofo escocés Adam Smith, padre del capitalismo, crearon las bases ideológicas e intelectuales que favorecieron este fenómeno.
Uno de los pasos evolutivos se produce a finales del Siglo XIX con la generalización del cartucho metálico en reemplazo del de papel. Aparece la vaina metálica. Las balas de plomo comienzan a revestirse de algún tipo de aleación para evitar que se deformaran con la velocidad de salida. Ésta, se había elevado sustancialmente gracias a la aparición de la pólvora moderna con los trabajos de aquel científico francés Paul Marie Eugéne Vieille (1854-1934), quien en 1884, con apenas treinta años de edad, inventa la pólvora coloidal o sin humo (en realidad, con menos humo). Sin duda el cartucho característico de esta etapa final del siglo fue el cartucho Lebel diseñado en 1886.
Resulta indudable la relación entre el desarrollo tecnológico en los sistemas de armas y sus municiones, con cada uno de los eventos bélicos acaecidos. Cuanto más relevantes hayan sido éstos, mayor influencia en los avances logrados. En éste análisis circunscripto al soldado y su armamento portátil, resulta indispensable valorar el peso específico que tiene en la contienda su presencia y evolución en el devenir histórico.
Y si de armas cortas hablamos…
Un ejemplo de ello, es la modificación originada por los pésimos resultados del calibre .38 Long Colt en el conflicto de los EE UU contra Filipinas, provocando la formación de la Comisión Thompson-La Garde que concluyeran en la adopción del calibre .45 ACP y la pistola Colt 1911, ambos diseños del maestro Browning.
Se materializa esta influencia de los EE UU en nuestro país en el año 1933 con la planta de producción de pistolas bajo licencia de la Colt y las máquinas de la empresa alemana Fritz Werner listas e instaladas en el Arsenal Esteban De Luca. Allí se inicia la producción en la década de 1940, produciendo 13.628 unidades. En 1947 se traslada esta planta y se ubica en la ciudad de Rosario, se crea la Fábrica Militar Domingo Matheu, donde hasta 1966 se elaboran un total de 74.866 pistolas. Con posterioridad a ese año y luego de un período de transición y también bajo licencia, pero en éste caso de la FN Herstal, en 1969 se entrega el primer lote constituido por 758 ejemplares de otro ingenio creado por Browning: la HP 35 en calibre 9 x 19 mm en uso hasta nuestros días.
En el ámbito privado, entre 1939 y 1940 la firma Hispano Argentina Fábrica de Automotores SA (HAFDASA) comienza la producción de la Ballester-Rigaud y luego la Ballester Molina. Sin duda íconos de la industria armera nacional.
Es destacable mencionar que es nuestro país, pionero en la adopción de una pistola semiautomática para sus Fuerzas Armadas. Incluso con anterioridad a lo realizado por el país del norte, ya se encontraba muy difundida la pistola Mannlincher M 1905 en calibre 7,63 x 21 mm, y con mucha presencia en el mercado civil.
Resulta necesario citar a Hércules Montini, Savino Caselli y Benso Bonadimani inmigrantes italianos que llegan a nuestro país en 1950 y que con el apoyo de HAFDASA y de Ángel Baraldo, en 1958 terminan de definir lo que hoy es la única fábrica de pistolas en actividad en Argentina: BERSA S.A. Con la producción de armas cortas en calibre .22 LR, .380 ACP, .45 ACP, .40 S&W y 9 x 19 mm.
Tiros Federales, Historia Argentina. Una nota del libro del 80° Aniversario de AICACYP
Como vemos la primera mitad del siglo pasado ha sido para Argentina, y por varios motivos, de un esplendor extraordinario en la industria relacionada con AICACYP desde su origen, ubicándolo entre los países más avanzados respecto de la tecnología aplicada.
De la misma manera, contemporáneamente con la fundación de ACACYP, y unos meses después de este hecho, el 1 de septiembre, Alemania invade Polonia dando inicio al conflicto armado de mayor relevancia en la historia de la humanidad.
También de fusiles se trata…
Si realizamos un breve repaso de los sistemas de armas y la munición empleada por parte de los aliados, vemos el 7,62 x 63 mm (30-06) del Garand, el 303 British del Enfield, el 7,5 x 54 MAS y el 7,62 x 54R del Mosin Nagant y los de las fuerzas del eje, el 7,92 x 57 mm del Mauser, el 6,5 x 50 mm Arisaka y el 7,7 x 58 Arisaka. Todos éstos sistemas y calibres que utilizaron los principales contendientes, excedían con creces la cantidad de movimiento y potencia requerida para las características de los enfrentamientos que se producirían durante las batallas.
Mientras tanto en nuestro país ya reinaba, desde finales del siglo XIX, el fusil Mauser alemán y el calibre 7,65 x 54 mm de origen belga. Siendo uno de los pocos países donde se han fabricado con calidad excelsa, al nivel de la lograda por la Ludwig Loewe primero y la Deutsche Waffen un Munitionsfabriken más tarde. Se fabricaron únicamente carabinas de caballería, desde 1947 y hasta 1959 en la Fábrica Militar Domingo Matheu ya mencionada, en un total de 20.221 unidades.
Debemos apreciar también, la distancia a la que se produjeron la mayoría de los enfrentamientos durante la Segunda Guerra, relacionada sin duda a las características particulares de la zona en las cuales se desarrollaron las batallas. Esta situación provocó, una vez finalizada la contienda, un replanteo en la tendencia de buscar la disminución de la potencia y con ella, del calibre del fusil de infantería.
Se impone el fusil de asalto
Lo llamativo es que este esquema de pensamiento, si bien se profundizó luego de analizar el resultado de la participación que tuvieron los fusiles ya listados, era un criterio de diseño que ya se había empleado en los primeros ejemplares de fusiles de asalto, aparecidos a fines del siglo XIX y principios del siguiente. El 6,5 Rigotti, de diseño italiano y uno de los primeros fusiles automáticos del año 1900, el 6 mm Lee de 1895, el 5,2 mm Mondragón de 1894 y el Sturtevant de 5 mm hacia el final de la Primera Guerra Mundial, son algunos claros ejemplos entre otros.
Contemporáneo a la obtención de la personería jurídica por parte de ACACYP, el 20 de agosto de 1940, en la Alemania Nazi se logran resolver los pasos finales de un desarrollo que se había iniciado en los años 30 y que modificará las condiciones futuras de las armas portátiles. Aparece el cartucho 7,92 Kurzpatrone (cartucho corto) en calibre 7,92 x 33 mm y el fusil StG 44 (Sturmgewehr 44), el primer fusil de asalto interviniente en un conflicto armado, en éste caso en el frente oriental.
Pero, ¿qué es un fusil de asalto? Un conocido especialista, Antonhy G. Willians, los define de la siguiente manera: “es el fusil militar capaz de ser controlado desde el hombro, aun en tiro automático, y con un alcance efectivo de al menos 300 metros”. Analizando esta definición, es fácil concluir que la mayoría de los cartuchos de ordenanza, utilizados durante la Segunda Guerra Mundial, en general provenían de la conflagración internacional anterior, y por lo tanto no resultaban aptos para su empleo en un arma de estas características.
Por tal motivo, para atenuar problemas logísticos, los alemanes tuvieron que, sobre la base del 8 mm Mauser (7,92 x 57 mm), diseñar este nuevo sistema con menos cantidad de movimiento y potencia en boca.
Es nuestro país el único que fabricó prototipos de este fusil y su munición. Durante la década de 1950, Fabricaciones Militares elaboró tres prototipos y una cantidad limitada de munición de este sistema, del cual derivan la mayoría de los fusiles empleados durante el siglo XX, incluidos los difundidos M 16 o M 4 y AK 47.
¿Y en el futuro?
Trataré de avizorar el futuro en materia de sistemas de armas, fundamentado con la tecnología del presente sin perder de vista la realidad cotidiana que nos rodea.
Para tratar de prever lo que vendrá en los próximos años, debemos tener en cuenta variables que entiendo fundamentales, y preguntarnos:
- ¿Cuál es el peso específico del rol del soldado en los conflictos actuales?
- ¿Cuál es la proyección para los años venideros de ese mismo rol?
- ¿Es el arma individual la que define el resultado de una contienda?
Hace ya unos años escribía respecto de sistemas de armas para el soldado del futuro, como también de armas menos letales, laser, anti infraestructuras, anti sensores, etc. Pasados más de veinte años de aquella proyección, en concreto, nada se ha producido más allá de mejoras en los materiales y en algunos mecanismos. Pero los fundamentos técnicos respecto de los sistemas de armas individuales, siguen siendo los inventados por los Grandes del siglo XIX: Mauser, Browning, Maxin, y muy pocos más.
No espero grandes novedades en las próximas décadas en razón de que los esfuerzos económicos destinados al desarrollo no apuntan al soldado de infantería. Si a la guerra tecnológica, drones, etc.
Destacaba en un párrafo anterior la posición de vanguardia de nuestro país, a principios y hasta mediados del siglo XX, en la utilización de modernas tecnologías tomando decisiones que algunas veces anticipaban a países desarrollados y centrales.
Los avances tecnológicos se fundamentan en un fuerte apoyo de la inversión en educación, ciencia y tecnología. Esto es así en todo el mundo desarrollado. Ojalá el rumbo trazado por nuestros grandes referentes en la materia, como Savio y Mosconi, tenga prédica a futuro. Que así sea.
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Víctor José Sarnaglia
Excelente síntesis Eduardo, lo que no solo demuestra, una vez más tu sapiencia, sino tu capacidad de Capacitador. Un abrazo y toda mi admiración.