El virus llegó a las zonas más remotas del planeta
3.1.2024. Un oso polar ha muerto tras contraer el virus de la gripe aviar en Alaska. El deceso del animal, ocurrido el pasado mes de diciembre, ha sido confirmado esta semana por el departamento de conservación ambiental de este estado de EEUU. Según informa el diario ‘The Guardian’, se trata de la primera muerte confirmada de un oso polar por este virus aunque “es posible que haya muchos más fallecimientos no detectados”.
La explosión de esta enfermedad ya ha matado a millones de aves y a miles de mamíferos en todo el mundo y, según alertan los expertos, se está expandiendo cada vez más rápido incluso en las zonas más remotas del planeta. Solo en Alaska ya se han confirmado muertes de águilas calvas, zorros y gaviotas por esta enfermedad infecciosa.
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El último gran brote de gripe aviar causado por el virus H5N1) estalló en 2021 y, desde entonces, se está expandiendo por todo el mundo. Hace dos años que se detectaron los primeros casos de esta enfermedad en el norte del continente americano. “Se ha detectado en la Antártida y en lo alto del Ártico, incluso entre mamíferos. Se trata de algo horrible“, explica la bióloga Diana Bell en declaraciones al diario británico. “Ya no estamos hablando de una enfermedad de aves de corral. La muerte de una especie grande y carismática como el oso polar debería llamar la atención sobre la pandemia que está causando este virus“, añade la especialista ante el suceso confirmado esta semana.
El oso polar infectado por este virus fue hallado ya fallecido a las afueras de la localidad de Utqiagvik. Los primeros análisis apuntan a que este animal pudo haberse infectado mientras hurgaba en los cadáveres de aves enfermas. La muerte de este animal, así como la sospecha de otras muertes no detectadas, preocupa aún más debido a la delicada situación que viven estos mamíferos.
En estos momentos, los osos polares destacan entre las especies más vulnerables a la extinción en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Se estima que tan solo quedan entre 20.000 y 30.000 ejemplares en el mundo.
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