Pescó un salmón de 33 kilos en un paraíso escondido de la Patagonia
- Cuatro amigos del Alto Valle fueron por primera vez a buscar esos inmensos peces al río de las Vueltas, a 30 km de El Chaltén: pescaron y devolvieron 47 en cuatro días de aventuras inolvidables.
- ¿Cómo llegan los salmones hasta ahí? Todo empezó con la fuga de una jaula en el Estrecho de Magallanes.
- Aquí comparten la historia, el relato y las impresionantes fotos. Mirá…
Por Javier Avena – Diario Rio Negro
20 de marzo de 2024. Son amigos, viven en el Alto Valle y decidieron ir por primera vez tras los gigantescos salmones chinook que remontan un río corto y angosto a unos 30 km de El Chaltén, esa joya de picos nevados que aman los montañistas al suroeste de la Patagonia.
Hicieron unos 2000 kilómetros y atravesaron asombrados tramos detonados de la ruta nacional 40 tratando de entender por que recorrían lugares tan lindos en un camino tan roto como en los 73 malditos y sus pozos a la altura del apodo rutero que le pusieron los viajeros que comparten info.
Por eso levantaron el pie del acelerador para pasar sin romper nada e hicieron base en el pueblo de Santa Cruz al pie del Fitz Roy, la capital nacional del trekking con sus senderos que invitan a caminar en los paraísos de la cordillera que atraen cada vez a más turistas extranjeros y los precios lo saben.
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Y cada mañana, a las 6, hacían 30 km hasta el río de las Vueltas, que nace en el lago del Desierto y desemboca en el lago Viedma. Es un río corto, de curvas y pozones, con salmones gigantes, peleadores, poderosos, inolvidables. «A veces los ves subiendo a un metro tuyo y no lo podés creer», dice Fede Ruiz. Pescadores de ley, nunca olvidarán lo que vivieron esos días. Acá cuentan la historia.
47 salmones en cuatro días en un río de Santa Cruz
«Fue como tocar el cielo», dice Fede «El Picante» Ruiz, que es de Cipolletti. Compartió la aventura con Julián «Tota» Matamala (de Villa Manzano), Andrés «El Chileno» Méndez (de El Chañar) y Luquitas Nahuel (de Allen).
Los cuatro amigos que partieron del Alto Valle de Río Negro y Neuquén forman el grupo Patagonia Picante y pescaron con mosca o spinning con anzuelo sin rebaba y señuelos brillantes 47 salmones de más de 20 kilos en cuatro días.
El reglamento establece además que los salmones se pueden pescar hasta el 1° de mayo. «Lo ideal es desde diciembre, que ya empiezan a entrar algunos hasta mediados de abril», indica Fede.
Los devolvieron todos. «Para que continúen con su ciclo de vida y se reproduzcan», dice Fede. Para las sobremesas quedan anécdotas como la de Tota Matamala, que enganchó uno gigante y le pegó un tirón de aquellos y casi se lo lleva río arriba y lo atajaron entre todos y después le dolían los brazos pero lo levantó, le dio un abrazo y lo regresó a su hábitat, entre las risas de sus tres amigos.
Así llegan los salmones al río de las Vueltas
¿Cómo llegaron los salmones a este río de Santa Cruz hace unos 20 años? «Primero se escaparon de la jaula de una salmonera en el Estrecho de Magallanes, el fin del mundo -explica Fede Ruiz, guía de pesca-. Ahí, a unos mil km de El Chaltén, como decimos nosotros se fueron acardumando cerca de las Islas Malvinas y después se acercaron a la costa, entraron por el río Santa Cruz hasta llegar a Lago Argentino y subir por el río Caterina hasta el lago Viedma. Ahí entran al río de las Vueltas«.
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Ellos pescaron cerca de ese punto, porque el agua es cristalina. Más adelante, al confluir con el río Toro y sus sedimentos, se vuelve de un tono esmeralda y entre eso y las ramas la pesca se hace más técnica y exigente, porque es difícil ver. Antes, en cambio, es posible observarlos a un metro, como recuerda Fede aún asombrado.
Un río corto y angosto, con pozones ideales
Es un río corto y angosto, con unos 15 metros en su parte más ancha y una vegetación desbordante en las orillas y ramas y palos donde el riesgo de enganchar es alto. Fede y sus amigos se ubicaron en los pozones, en zonas con seis metros de ancho, ideales para ubicar los señuelos. «Es curva y pozón, curva y pozón», agrega.
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En esos cuatro días sobraron los piques. «La pelea es brutal, tienen mucha fuerza, las corridas son interminables. Es adrenalina pura en un lugar en el mundo con una belleza increíble», describe. Y marca otra diferencia con los pesqueros del Alto Valle. «Imaginate que venimos del Limay, mucho más extenso y amplio, con peces de otro porte. Los salmones son descomunales. Para pescadores como nosotros son los trofeos con los que soñamos«, afirma el guía.
«Este sí es grande»
Apenas sintió la potencia del tirón, Andrés supo que no era algo común. «Este sí es grande», les dijo a sus amigos antes que ese salmón impresionante empezara a correr aguas abajo. Entonces, al Chileno se le complicó, porque el pez le quebró la caña, se clavó el freno del reel mientras se destartalaba. «Como pudo lo sostuvo y entre todos lo empujamos a la orilla y lo sacamos. Era algo increíble», relata Fede.
Otro mañana, mientras caminaban a los pozones para empezar la jornada, una familia de rusos les preguntaron cómo podían hacer para pescar un salmón. Les explicaron, los guiaron, pescaron uno grandote y se fueron contentos. Los pescadores del Alto Valle también: la Patagonia estaba más picante que nunca.
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