Te presentamos 14 recomendaciones a tener en cuenta antes del próximo click en tu cámara
Por Ritesh Saini – (Traducción, intervención y edición Karl Ness)
22 de agosto de 2024. Cuando se empuña la cámara para sacar fotos, uno tiene – casi siempre – ciertas expectativas sobre las tomas que pueda hacer. Se espera que la foto capture, tal cómo viste o imaginaste algo, sea esto un sujeto individual, grupal o un paisaje. La mayoría de las veces, la foto no cumple con nuestras expectativas. Está desenfocada, movida o demasiado clara u oscura; los colores se ven distintos a lo que recordamos o la composición es poco atractiva.
En muchos casos, la foto no evoca la emoción que la escena original nos generaba. A veces ocurre lo contrario, aunque es poco frecuente, cuando una foto supera nuestras expectativas. Sí, la suerte juega un papel importante, por supuesto, ya que no podemos controlar todos los aspectos de una fotografía todo el tiempo. Pero no podemos dejar todo en manos de la suerte, debemos mejorar las posibilidades de capturar una “buena” fotografía aprendiendo a identificar los motivos de nuestros errores.
Veamos algunos de ellos:
1. No conocer la cámara lo suficientemente bien
Conocer en profundidad las características de nuestra cámara y lo que es capaz de hacer, nos permitirá dominar la herramienta con la que creamos la fotografía. La mayoría de las veces, la gente se limita al modo automático y nunca intenta aprender los modos semiautomáticos o el modo manual (modos Av, Tv, M), que pueden brindarles un mejor control sobre el proceso fotográfico.
Conocer las capacidades de la cámara nos permite ser más creativos con la fotografía y producir imágenes que no podríamos haber creado de otra manera. Algunos ejemplos incluyen: aprender a usar el flash de manera creativa, tomar fotografías en formato RAW, comprender el balance de blancos, usar la apertura para controlar la profundidad de campo, usar la velocidad de obturación para efectos creativos y mucho más.
Consejo: Armarse de paciencia y encerrarse una semana con el manual de la cámara.
2. No conocer los conceptos básicos de la exposición
El Triángulo de exposición (la tríada formada por la velocidad de obturación, la apertura y el ISO) nos permite controlar cómo se crea una fotografía. Si se dispara en modo automático, no podremos controlar estos ajustes, por lo que debemos cambiar a los modos que debemos gestionar. Si entendemos estos ajustes, nos abriremos a un mundo de posibilidades fotográficas (pintura con luz, fotografiar estelas de luz, paisajes marinos, la Vía Láctea y mucho más).
Cuando las fotos salen demasiado oscuras o demasiado claras para nuestro gusto (sobre o subexpuestas) podemos ajustar los valores que sugiere la cámara para “corregir” la exposición. Esto se llama compensación de la exposición, donde se subexpone o sobreexpone deliberadamente una foto para adecuarla a la luminosidad del sujeto elegido.
3. No experimentar con la perspectiva
Fotografiar la misma escena desde una perspectiva diferente puede cambiar por completo el impacto de la toma.
Tomemos como ejemplo la fotografía de un paisaje. La misma escena se puede fotografiar desde cerca del suelo para lograr un ángulo e intensidad narrativa, totalmente diferente al que se lograría si se la fotografiara desde un poco más arriba. Modificar la perspectiva significa cambiar la altura y el ángulo de la cámara para lograr una composición sustancialmente diferente a la anterior.
Si bien se suele recomendar tomar retratos a la altura de los ojos, experimentar con diferentes perspectivas puede brindar resultados sorprendentes. Una fotografía aérea de una ciudad es completamente diferente a una fotografía de un paisaje urbano tomada desde el suelo: la diferencia radica esencialmente en la perspectiva.
4. No prestar atención a la composición
Las fotografías sin una buena composición no consiguen captar la atención del espectador. Un exceso de desorden y un encuadre poco interesante contribuyen a que la imagen carezca de fuerza.
Antes de apretar el disparador, debemos pensar en cómo queremos encuadrar la imagen y preguntarnos qué deberíamos colocar dentro de ese imaginario marco y qué no. Revisar también los bordes y las esquinas para ver si hay objetos inesperados que puedan atentar contra la limpieza de la composición.
Resulta fundamental conocer las reglas de composición (y cuándo romperlas) de esta forma nuestras fotografías cosecharán sus frutos.
5. No entender la importancia de la iluminación
Una buena iluminación puede marcar la gran diferencia en una fotografía. Los fotógrafos prefieren la luz del sol a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde por una razón. No solo proporciona una luz suave y cálida, sino que también elimina las sombras duras causadas por el sol del mediodía. Estas condiciones son ideales para paisajes. También resulta interesante fotografiar en días nublados, donde las nubes filtran y atenúan la luz del sol. Esto funciona muy bien, particularmente en retratos.
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Pero ese no es el único tipo de luz que podemos utilizar en fotografía. También existe la iluminación artificial, acompañada de modificadores de luz; con ellos podemos lograr algunos efectos de iluminación geniales.
Y no olvidar el flash emergente que siempre nos acompaña, ya que puede resultar muy útil como luz de relleno o luz independiente en situaciones desesperadas. Incluso a ese pequeño flash le podemos anteponer un pañuelo para filtrar su luz frontal y así atenuar su dureza.
6. No tener un sujeto bien definido
Toda fotografía debe mostrar algo que mantenga el interés del espectador en ella. Se llama sujeto de la fotografía. Las fotografías con un sujeto bien definido permiten al espectador apreciarla mejor sin que tenga que intentar averiguar de qué trata, además de ser más armoniosas y agradables.
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Antes de apretar el disparador, debemos preguntarnos cuál es el sujeto de la fotografía que se está capturando. La fotografía callejera, por ejemplo, presenta una amplia variedad de sujetos. Esto obliga a elegir y encuadrar dentro del visor o pantalla de la cámara antes de capturarlos, a veces todo en cuestión de segundos, antes de que la oportunidad se desvanezca.
7. No practicar lo suficiente
La práctica hace al maestro. Ningún consejo o curso nos ayudará a conseguir buenas fotografías si no se pone en práctica lo aprendido. Y se debe practicar a menudo. Puede que uno tenga suerte en los primeros intentos y se consiga una fotografía magnífica sin mucho esfuerzo, pero para crear fotografías asombrosas de forma constante, se tendrá que perseverar.
Henri Cartier-Bresson dijo la famosa frase: “Tus primeras 10.000 fotografías son las peores“. En esta era digital, se puede cambiar fácilmente la cifra a 100.000. No hay atajos: se debe seguir practicando; aprender de los errores, mejora nuestra fotografía.
8. No emprender ningún proyecto de fotografía
Un proyecto fotográfico es una excelente manera de mejorar nuestra fotografía y mantenernos motivados para buscar algo nuevo a través de nuestra cámara cada vez que la usamos. Los proyectos nos obligan a manipular la cámara asiduamente y eso es esencial si pretendemos hacer fotos casi intuitivamente.
Un proyecto extremo es el 365, en el que debemos tomar fotografías todos los días durante un año; esto puede dar como resultado una colección de 365 imágenes que muestren nuestro estilo fotográfico, ya que la práctica reiterada generará esa gran cantidad de fotos que permitirán hacer emerger y reflejar nuestro patrón creativo.
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Un proyecto menos demandante, pero también eficaz, puede ser el 52 que se plasma a través de la captura de fotos 1 vez por semana. Un beneficio adicional de los proyectos es su capacidad para superar el bloqueo fotográfico y hacer que nuestra creatividad vuelva a fluir.
Otras ideas incluyen: fotografiar a 100 desconocidos, fotografiar los objetos que nos rodean o ideas basadas en temas como colores, formas, sombras, naturaleza, etc. Establecer un cronograma para el proyecto (es decir, fotografiar todos los días o todas las semanas) suele funcionar como un gran motivador para ceñirnos al proyecto.
9. Ignorar totalmente el contexto
Esto va de la mano con el punto 4. Es importante prestar atención al fondo de la imagen. Un fondo desordenado desvía la atención del sujeto principal, mientras que un fondo adecuado o bien pensado puede aportar a la composición y complementar al sujeto. Un fondo sencillo siempre funciona. A menudo, cambiar ligeramente la posición desde donde se está fotografiando puede modificar y mejorar enormemente el fondo.
10. No visualizar lo que se va a fotografiar
Imaginemos a un pintor que empieza con un lienzo en blanco y crea un cuadro en el que da vida a lo que visualizó en su mente. La fotografía no debería ser muy diferente, especialmente cuando se puede controlar cómo debe lucir la imagen final. La previsualización permite crear la imagen en nuestra mente antes de fotografiarla.
Cuando se mira una gran escena, debemos componer la foto en nuestra mente, teniendo en cuenta qué distancia focal funcionaría mejor, con qué perspectiva se vería mejor y cualquier otra variable de composición que se nos ocurra para optimizar el resultado final.
11. No transmitir una historia o un mensaje
“Una imagen vale más que mil palabras”, dice un dicho popular. Y es muy cierto. A menudo nos encontramos con fotografías a las que no podemos evitar mirar una y otra vez porque nos cuentan una historia. Las imágenes más emblemáticas del pasado encapsulan un mensaje con el que el espectador se conecta instantáneamente al mirarlas.
Si bien el dicho, en cierto modo, se aplica a todo tipo de fotografías, es mucho más aplicable a las fotos que tienen un elemento humano en ellas. Las fotografías callejeras (o las fotos espontáneas, en realidad) a menudo transmiten un mensaje o cuentan una historia a través del único fotograma que se ha capturado.
12. No exponer nuestras fotos a la crítica de quienes saben
Recibir comentarios sobre nuestras fotos es una excelente manera de mejorar el nivel de nuestra fotografía. Nos ayuda a obtener una nueva perspectiva y permite ver los aspectos que a veces pasamos por alto. Pero los comentarios no deberían limitarse a “La foto se ve genial” o a los halagos en general.
Por eso es necesario recibir comentarios críticos, pero bien fundamentados. Podemos pedirle a un amigo fotógrafo que mire nuestras fotos y nos brinde consejos para mejorarlas. Lo más conveniente es buscar primero consejos sobre cómo mejorar la composición, el encuadre y la exposición y luego pasar gradualmente a técnicas de fotografía avanzadas y al procesamiento con programas de edición fotográfica.
13. No estudiar las obras de otros fotógrafos
Las obras de fotógrafos famosos pueden inspirarnos mucho. Desde técnicas de composición hasta ideas de posproducción, allí hay mucho que aprender. El estilo fotográfico de nuestro fotógrafo favorito nos puede inspirar para crear nuestro propio estilo.
Podemos estudiar una fotografía en cuanto a su iluminación, composición, distancia focal y profundidad de campo, configuración, tiempo, postproducción y el proceso de pensamiento que se utilizó para crear la imagen. Imitar su trabajo también puede ayudarnos a aprender mejor estos aspectos y, al mismo tiempo, a mejorar y ampliar nuestras habilidades como fotógrafos.
14. No procesar las fotos
El primer paso para crear buenas fotos es tomarlas correctamente en cámara. El siguiente paso, aunque opcional, pero extremadamente recomendable – hoy casi ineludible – es procesar las fotos a nuestro gusto. Ningún procesamiento puede salvar una foto realmente mala, pero puede rescatar a fotos mediocres y, fundamentalmente, llevar una buena foto a niveles superlativos.
Espero que de lo leído, puedan extraer alguna conclusión útil y de cierto valor para seguir progresando. Para los que todavía no lo han hecho, atrévanse a incursionar en los programas de edición fotográfica. La mejora de sus fotos será alucinante y comenzarán a sentir el verdadero control sobre sus imágenes.
Suerte y hasta la próxima entrega.
Karl Ness
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