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Los datos recopilados en el humedal continental más grande de Belice, en América Central, demuestran la presencia de instalaciones precolombinas de captura de peces a gran escala construidas por cazadores-recolectores-pescadores.
25 de noviembre de 2024. Hace alrededor de 4.200 años, el hemisferio norte presenció una anomalía climática que provocó una prolongada sequía durante varias décadas, e incluso siglos. Este acontecimiento se ha esgrimido como explicación del colapso de algunas civilizaciones antiguas del Mediterráneo y Mesopotamia, pero también afectó al otro extremo del globo.
Fue precisamente en ese contexto cuando los últimos cazadores-recolectores de Mesoamérica excavaron en la tierra, en una zona de humedales del moderno Belice con poca agua, una serie de zanjas que, conectadas a unos pequeños estanques, sirvieron como trampa para pescar peces con los que poder alimentarse.
Esta efectiva red de instalaciones artificiales de pesca —los investigadores calculan que podría haber abastecido a varios miles de personas— se ha descubierto gracias al análisis de imágenes de Google Earth y a otras obtenidas con vuelos de dron. Localizada en una zona con una gran biodiversidad, el llamado santuario de fauna de Crooked Tree, no solo fue una fuente de recursos para los grupos de cazadores-recolectores, sino que también continuó en uso durante el periodo formativo maya (2000 a.C. – 200 d.C.) y contribuyó al auge de esta civilización.
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Al menos esa es la principal hipótesis que presenta un equipo de científicos de varias universidades estadounidenses publicado el viernes en la revista Science Advances y en el que detallan el hallazgo y estudio de ese enorme sistema de trampas para peces. Además de las imágenes aéreas, los arqueólogos han podido obtener dataciones radiocarbónicas de los sedimentos gracias a tres excavaciones realizadas durante una época reciente de sequía.
Estas características lineales se parecen mucho a otras instalaciones de trampas para peces precolombinas registradas en entornos tropicales similares de la Amazonía boliviana, así como a ejemplos etnográficos encontrados en Zambia, África
Eleanor Harrison-Buck y su equipo describen la presencia en esta zona de Belice, que forma parte de las llamadas Tierras Bajas Mayas, de anomalías con forma de zigzag para canalizar el flujo del agua. Los constructores de este sistema intercalaron dichas zanjas con zonas de estanque que sirvieron como trampas para pescar y que todavía cumplen esta función hoy en día. Según apuntan en el estudio, esta red propició una modificación intensiva del paisaje y seguramente estuvo acompañada de una ocupación de la zona más permanente.
Los investigadores sostienen que la sequía iniciada hacia 2200 a.C. y este descubrimiento sirven para desafiar la teoría clásica de que el surgimiento de las civilizaciones prehispánicas en la Mesoamérica del peridodo formativo no se produjo exclusivamente por la intensificación de la agricultura. Defienden que algunos grupos, como el que habitó el santuario de fauna de Crooked Tree, desarrollaron un modo de vida basado sobre todo en la recolección masiva de recursos acuáticos. Aunque creen que en esta zona deben encontrarse asentamientos de esta época, no se han hallado evidencias, por ejemplo, de cultivo de maíz.
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Según los cálculos basados en fórmulas aplicadas a otras zonas del planeta, los científicos calculan que el sistema artificial de pesca del santuario de fauna de Crooked Tree pudo haber producido suficiente pescado para unas 15.000 personas al año. “Hay evidencias de tal crecimiento demográfico en el área maya en los tiempos del formativo medio y tardío”, apuntan en el estudio. “La pesca era más que capaz de sustentar el sedentarismo durante todo un año y el surgimiento de la sociedad compleja que caracterizó a la civilización maya de esta zona”.
“La captura masiva de peces en estos ambientes de humedales y lagunas sirvió como fuente primaria de alimento capaz de sustentar a finales de la época arcaica a asentamientos considerables y semipermanentes y ya en el periodo formativo a poblaciones mayas precolombinas”, escriben en sus conclusiones.
Fuente: El Español y Revista Science
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