Australia pide a sus habitantes que se cacen más canguros para evitar una plaga nacional.
Han pasado de 27 millones en 2010 a los 50 millones de ejemplares en 2016. Este aumento se debe principalmente a las condiciones ambientales.
Los canguros están invadiendo Australia. Actualmente, la población de estos marsupiales es el doble que la de los humanos. Es por ello que el Gobierno del país ha pedido que se dé caza a estos animales para aprovechar tanto su carne como su piel. De todos modos, no es tarea fácil, ya que la carne de canguro está muy estigmatizada en Australia, según recoge el portal News.com.
Los nuevos datos muestran que la población ha pasado de 27 millones en 2010 a estar cerca de los 50 millones de ejemplares en 2016 (en Australia hay unos 24 millones de habitantes). Este aumento en los últimos años se debe principalmente a las condiciones ambientales: las constantes lluvias han dado lugar a más alimento para ellos.
Que hayan crecido de una manera tan desmesurada no provoca ningún bien al país. Compiten con el ganado doméstico por comida y agua, pisotean los cultivos, dañan las granjas y provocan accidentes de tráfico, entre otras cosas. Además, si no diezma la población, miles de ellos morirán este verano debido a la sequía que se prevé, lo que dejaría miles de cadáveres pudriéndose por todo el país.
Para dar solución a este problema, los expertos están animando a la gente a cazar a este animal y comer más su carne.
Si bien la caza de canguros está protegida por ley, se permite cazar una cierta cantidad de animales con fines comerciales. Sin embargo, como el consumo entre los australianos sigue siendo bajo, los cazadores no suelen dedicarle tiempo a perseguir a estos animales.
Aunque parezca mentira, la carne de canguro no es muy cotizada entre los australianos, que de hecho la equiparan a la carne de gato. Son los turistas los que se dedican a comerla, por ello los únicos que compran este tipo de carne son los restaurantes. Parte de la carne de canguro va, además, a la elaboración de alimento para perro.
Fuente: El Economista.es
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