La leyenda del Longbow
Por Leonardo Killian para Revista Aire Libre de Febrero 2018
Durante la llamada Guerra de los Cien Años que enfrentó a los ingleses y franceses por cuestiones dinásticas, el arco largo o longbow cobró la justa fama de arma letal con que se lo recuerda.
Batalla de Agincourt (o Azincourt). En el otoño de 1415 se enfrentaron ambos ejércitos cerca de la pequeña villa de Artois. Enrique V de Inglaterra comandaba sus tropas, formadas casi exclusivamente por arqueros bien entrenados. Estaban provistos de arcos largos de tejo, olmo y fresno con una potencia de 80 a 150 libras y un alcance efectivo de 180 metros. Las flechas eran letales a 50 metros, ya que a esa distancia podían atravesar a un hombre y su armadura. Los arqueros iban provistos de 48 flechas y tenían una cadencia de tiro de 10 a 12 flechas por minuto. El cielo se cubría de una nube de proyectiles que se precipitaban sobre el enemigo sin darle respiro.
Un detalle curioso es que la mayoría de los ingleses lucharon desnudos de la cintura hacia abajo, solo cubiertos por un taparrabos, debido a la disentería que habían contraído en un asedio anterior.
Tenían una dotación bien entrenada de 4.100 arqueros montados y 3.700 infantes sobre un total de 9.704 hombres.
El ejército francés estaba comandado por el condestable Carlos d´Albert y el Mariscal Juan de Marigne (Boucicault). Contaban con un cuerpo de arqueros y ballesteros de 2.000 hombres que integraban un gran ejército de 17.800 soldados.
Otras fuentes consultadas mencionan 10.000 hombres del bando inglés y 30.000 franceses.
Una vez más los franceses quisieron entablar la lucha a modo de los antiguos caballeros pero el resultado fue funesto. La pesada caballería francesa quedó empantanada y fue blanco fácil de la letal lluvia de flechas. Se produjo una gran matanza donde quedaron en el campo de batalla 7.000 franceses y solo 500 ingleses. Los arqueros con sus temibles longbows habían decidido la suerte de la batalla y sus arcos se convertían en leyenda.
Una curiosidad: el saludo con la mano haciendo una V con los dedos índice y mayor tiene su origen en estos arqueros. Al hacerlos prisioneros era costumbre cortarle los dedos de la mano derecha (con que tomaban la flecha).Antes de la batalla hacían ese gesto desafiante (“todavía tenemos los dedos”).
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